Más que una renuncia, se trató de un portazo en la cara de Jair Bolsonaro. Sérgio Moro, ex ministro de Justicia y Seguridad Pública de Brasil y emblema del Lava Jato, dimitió ayer en una explosiva conferencia de prensa, acusando al presidente de obstruir e interferir en las investigaciones de la Policía Federal (PF) y del Supremo Tribunal Federal (STF) y creando una crisis política de inciertas consecuencias. El presidente reaccionó y dijo estar “decepcionado” con su comportamiento, lo acusó de preocuparse más por el asesinato de la ex concejala Marielle Franco que por la cuchillada que recibió él en la campaña, y negó sus acusaciones.
Con la salida de Moro se abren cuatro posibles escenarios en Brasil: un impeachment al presidente, una investigación del STF que puede culminar con su destitución, su continuidad en el poder sin cambio alguno o, incluso, una renuncia al cargo, si pierde el apoyo de los militares, como sugirió ayer Folha de S. Paulo.
Los dardos del ex juez federal sugieren posibles crímenes de responsabilidad del jefe de Estado, que habilitarían la apertura de un juicio político en el Congreso. Con al menos 19 pedidos de impeachment en el Congreso y 3.313 muertos por coronavirus, el presidente parece empeñado en fabricar crisis para acentuar la polarización política en Brasil. “Bolsonaro quiere un proceso de impeachment en su contra. El vio que eso fortaleció a Donald Trump en Estados Unidos y le dio el discurso de víctima, de alguien perseguido por el establishment político y el sistema”, afirmó Dawisson Belém Lopes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aún no impulsó ninguno de los pedidos que descansan en su despacho. “Maia fue muy frío y jugó al ajedrez con Bolsonaro. No le quiere dar el discurso de victimización”, agrega Belém Lopes.
Juicio en la Corte. La segunda alternativa sería una investigación del STF, como sucedió durante la presidencia de su antecesor, Michel Temer. El procurador general de la República, Augusto Aras, dio ayer el primer paso, al pedir la apertura de un proceso ante la posible comisión de “crímenes comunes”, entre ellos falsedad ideológica, coacción del curso de una investigación, prevaricación, obstrucción de la Justicia, corrupción pasiva privilegiada y crímenes contra la honra. Si Bolsonaro es juzgado y condenado por la Corte Suprema, podría no solo ser destituido, sino también encarcelado.
El jefe de Estado negó ayer las acusaciones de Moro. La gota que colmó el vaso del ex juez de Curitiba fue la destitución del director general de la policía, publicada durante la madrugada en el Boletín Oficial, pese a que Moro, su superior jerárquico, no había firmado el decreto. “Quedó claro que el presidente no quiere que siga en el cargo”, disparó al anunciar su renuncia. “Me dijo que quería colocar a una persona con quien tuviera contacto personal, a quien pudiese llamar, pedirle informaciones e informes de inteligencia”, agregó.
Sin cambios. Al desplazar al director general de la Policía Federal, Maurício Valeixo, el presidente apostaba a superar la crisis política sin problemas, como hizo la semana pasada al desplazar al ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, en plena pandemia. Si bien ese sería el mejor escenario para Bolsonaro, con la salida de Moro se reconfiguraría su coalición de gobierno.
El oficialismo estaba integrado por tres sectores: los antiglobalistas radicales, liderados por los hijos de Bolsonaro, el gurú Olavo de Carvalho y el canciller Ernesto Araújo; los militares, encabezados por el vicepresidente Hamilton Mourão, y los tecnócratas neoliberales del ministro de Hacienda Paulo Guedes. La tercera facción quedó profundamente dañada tras las partidas de Moro y Mandetta.
“Bolsonaro sintió que con la salida de Mandetta ha perdido el apoyo de los liberales, entonces no hay necesidad de mantener a esa gente. Quien votó a Bolsonaro porque tenía a Guedes como ministro ya no está con él”, afirmó a PERFIL Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas. “Los militares ganan porque están ocupando más lugares. Pero los radicales, también llamados terraplanistas, continúan siendo muy influyentes”, agregó.
Renuncia. Es, tal vez, el escenario más lejano. La agresiva retórica del discurso de Bolsonaro sugiere que continuará en el cargo. Pero eso podría cambiar si pierde apoyo de los militares. Según Igor Gielow, periodista de Folha de S. Paulo, habría malestar en las Fuerzas Armadas y en los generales que integran el gabinete por la renuncia de Moro y por la gestión de la crisis del coronavirus.
Eduardo Villas Boas, comandante del Ejército, afirmó ayer que su fuerza “repudia la impunidad y respeta la Constitución, la paz social y la democracia, así como vigilar sus misiones institucionales”.
Los cacerolazos en varias ciudades de Brasil y el aumento de víctimas fatales por la pandemia amenazan con arrinconar aún más a un gobierno frágil, que apenas cuenta con un 36% de aprobación y no tiene mayoría en el Parlamento. Su mayor apoyo institucional son, hasta el momento, las Fuerzas Armadas, de cuyas filas salió el vicepresidente Mourão.
Cayeron los mercados
◆ La Bolsa de Sao Paulo se hundió ayer más de 5% y el real cayó a mínimos históricos frente al dólar, tras la renuncia del ministro de Justicia Sérgio Moro.
◆ El índice Ibovespa llegó a caer más de 9%, pero por la tarde recuperó terreno y cerró con una baja de 5,45%, a 75.330 puntos.
◆ El Ibovespa ya había caído 1,27% el jueves, cuando surgieron los primeros rumores de que Moro podría renunciar debido a la posible sustitución del jefe de la Policía Federal, una institución clave en las investigaciones judiciales, oficializada durante la madrugada del viernes.
Más de 52 mil infectados y 3.600 muertes por coronavirus
AFP
El Ministerio de Salud de Brasil reportó ayer 357 nuevas muertes por coronavirus, llevando el total a 3.670, un aumento del 10,8% con respecto al día anterior, en el segundo registro más abultado desde el inicio de la pandemia. En tanto, se reportaron 3.503 nuevos infectados, elevando el balance general a 52.995 casos positivos de Covid-19, la mayor cantidad en América Latina.
Mientras, las autoridades informaron que al menos 27 mil personas que contrajeron el virus ya se recuperaron.
El récord de víctimas fatales había sido el jueves, con 407 nuevas muertes. Antes de ese día, Brasil registraba cantidades inferiores a los 200 fallecidos. Pero los decesos diarios registrados el jueves y ayer revelaron un crecimiento alarmante de las muertes. Según las autoridades, el pico del brote recién llegaría entre fines de mayo y principios de junio.
El estado de San Pablo sigue siendo el más golpeado por el coronavirus dentro de Brasil, con 1.512 muertes y 17.826 casos confirmados, de acuerdo con los datos publicados ayer por el gobierno de Jair Bolsonaro. Luego, siguen Río de Janeiro (6.282 casos y 570 muertos), Ceará (4.800 casos y 284 muertos), Pernambuco (3.999 casos y 352 muertos) y Amazonas (3.194 casos y 255 muertos).
Según informó el diario O Globo, en las últimas semanas se reportaron 2.771 otras muertes provocadas por enfermedades respiratorias, que fueron calificadas como “no identificadas”. Ese dato sugiere una posible subnotificación de las autoridades, que no habrían testeado a esas personas. El Ministerio de Salud informó que dentro de esos decesos se incluyen los casos en los que las pruebas no se procesan debido a una mala calidad o cuando hay un retraso en el envío de una muestra.
En tanto, el nuevo ministro de Salud, Nelson Teich, que asumió la semana pasada, cuestionó las medidas de aislamiento ordenadas por los gobernadores y el conteo de muertes. Teich dijo que “si se presentan números alarmantes de víctimas fatales y las personas aceptan un modelo matemático como la verdad, empeorarán el miedo y las expectativas de la sociedad”.