INTERNACIONAL
En primera persona

La historia de la antropóloga que fue mordida en la cara por un oso: "Eres una presa para un depredador"

El ataque de la bestia le costó a Natassja Martin un pedazo de mandíbula y graves heridas faciales. Decidió contar su experiencia en un libro.

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nastassja martin | Cedoc Perfil

Una antropóloga francesa relató el ataque que podría haber terminado con su vida en la inhóspita Península de  Kamchatka y explicó sus sentimientos en aquella experiencia trascendental. “Es horrible. Eres una presa para un depredador. Produce un efecto muy raro”, expresó. Luego de haber perdido una parte de su mandíbula y haber sufrido graves heridas, decidió contar su historia en un libro. 

Natassja Martin se encontraba realizando un trabajo de campo en el extremo oriente de Rusia. Allí tuvo una experiencia que modificaría su vida para siempre por la cercanía que tuvo con la muerte, luego de encontrarse con un oso. “Yo nunca perdí la conciencia, ni mientras tenía la cabeza entre los dientes del oso y me mordía la cara: veía el interior de su boca, lo sentía todo, su aliento cargado; pensaba que moriría, pero no pasó", le contó a El País

En ese momento pudo registrar la ferocidad del animal y conocer en primera persona el olor penetrante que tiene el aliento de estos animales. "Es muy fuerte", manifestó al compararlo con que es "peor" al de un perro. 

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El oso pardo de Kamchatka es el animal de esas características más grande de esa región de Eurasia, una bestia que puede alcanzar hasta 3 metros y pesar hasta 250 kilos. Descendiendo del glaciar de un volcán, Martin explica que en campo visual no había nada, hasta que se topo con este animal a dos metros, en el medio de la nada.

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“Fue muy rápido, duró cinco minutos. Yo caminaba, en la zona siempre voy muy atenta porque los osos abundan. Pero esta vez bajaba del glaciar del volcán, era un territorio caótico, no había árboles, soplaba el viento en mi dirección, no iba atenta. Nos topamos. Estábamos a dos metros cuando nos vimos. Creo que él también se sorprendió. No podíamos huir y se produjo la confrontación”, manifestó.

Físicamente en desventaja, sin poder pedir ayuda y en una zona desolada, Martin se trenzó con el oso pardo de Kamchatka. En uno de los pasajes de su libro, detalla el encuentro con los ojos amarillos del animal y el resultado del ataque: un pedazo de su mandíbula, tres dientes, la rotura del hueso cigomático derecho y graves heridas en la pierna derecha, la cara y la cabeza. La antropóloga logró defenderse apenas con un piolet, una herramienta de montañismo con forma de pico.

La recuperación luego del ataque fue larga y dolorosa. “Sí, claro, pero era curiosamente soportable; hay algo en el cerebro que apaga parte del dolor cuando es demasiado intenso”, relató sobre los días posteriores a aquella lucha con la bestia que habita territorio ruso. Luego recordó como pudo sobrevivir por llevar un teléfono y ser rescatada en un lugar de difícil acceso. 

Aquella primera intervención constó de alcohol en la cara y vendajes en una base militar. Luego, se la zurcieron las heridas con hilo y aguja. Después una traqueotomía. De regreso a Francia, siguió con los tratamientos maxilares y faciales. 

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El relato en el libro

Creer en las fieras es el título que eligió Martin para darle un nombre a su experiencia en las inhóspitas tierras rusas. En sus primeras líneas, intenta dar detalles de cómo fue el momento posterior al ataque: “el rostro tumefacto y desgarrado”, escribió. 

“Sacarte de allí es difícil si te pasa algo, y suerte que yo llevaba teléfono y se pudo pedir ayuda. El libro también habla de eso, de cuando todas las seguridades que nos construimos se destruyen; hemos olvidado la vulnerabilidad”, confesó sobre la escena donde describe el trágico momento donde la sangre se apoderaba de la escena.

“Podría haber hecho un libro de 500 páginas sobre lo que supuso todo eso, pero he preferido sacar la esencia, mi trabajo literario ha sido escoger las menos palabras posibles para dejar al lector abrir su imaginación; en ese sentido mi escritura ha sido como un escalpelo, una cirugía sobre el relato, también”, dijo sobre el proceso de escritura del libro.

También habló sobre los daños físicos del ataque. “Solo en la mandíbula, ha pasado mucho tiempo, se ven cicatrices un poco, pero no, no he quedado desfigurada. Fue muy aparatoso al principio, luego el cuerpo se recupera”, declaró.

GI/FL

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Por otro lado, explicó cómo se ligó su profesión con el ataque que casi culminó con su vida. “Llevaba 15 años trabajando sobre animismo y la relación de los humanos con diferentes animales, en la caza o en los sueños, estudiando cómo las fronteras entre especies se difuminan. Y al final ese encuentro me pasó a mí”, contó. También se refirió a uno de los pasajes del texto donde habla de un "beso" con el oso. “Sí, así lo cuento, no puedes quedarte solo en lo literal, hace falta utilizar metáforas para alcanzar a describir algo así”, graficó.