La vida del médico Salvador Navarrete cambió drásticamente esta semana. Luego de sus polémicas declaraciones a la publicación mexicana Milenio Semanal, en las que aseguró que al presidente venezolano Hugo Chávez le quedaban dos años de vida, la central de inteligencia bolivariana lo citó para un interrogatorio y, acuciado por duras críticas por, supuestamente, haber violado el secreto profesional, decidió abandonar el país junto a su familia. Versiones periodísticas aseguran que podría estar en Colombia.
Quien salió al cruce de Navarrete dentro del ámbito clínico fue el doctor Fidel Darío Ramírez, del equipo médico de Chávez. "El doctor Navarrete nunca ha sido médico de Hugo Chávez ni ha formado parte de su equipo de confianza. Nosotros podemos dar fe, porque somos médicos del presidente, que se encuentra en un inmejorable estado de salud. Su evolución fue completamente satisfactoria", dijo ayer Ramírez.
Sin embargo, la estrategia del chavismo también incluyó presionar para que el médico no vuelva a vulnerar el hermetismo con que se manejó la enfermedad del presidente, la cuestión de Estado más trascendental en Venezuela.
Al ser visitado el lunes por el coronel José Alvarez Tineo, del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Navarrete supo que la entrevista que concedió implicaría un alto costo personal. Al día siguiente, agentes de los servicios secretos venezolanos acudieron a la clínica Santa Sofía para citarlo a una reunión en dependencias oficiales.
El miércoles, ante la trascendencia de sus declaraciones, el cirujano formado en Francia, Estados Unidos y Cuba canceló todos sus compromisos personales y nadie supo más de él hasta el viernes, cuando le envió una carta al diario Tal Cual, dirigido por el periodista Teodoro Petcoff, en la que aseguraba que había dejado el país “de manera abrupta, algo que no deseaba y no tenía planificado hacer”.
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