Cada año la familia real española enviaba una salutación con una foto de ellos a pleno. Pero con el tiempo los problemas se fueron sumando: primero, el divorcio de la infanta Elena con Jaime de Marichalar hizo que se perdiera un miembro.
Luego, el escándalo del otro yerno, Iñaki Urdangarín, acusado de corrupción; hecho que lo borró de un plumazo de toda aparición en el protocolo real.
Sucede que este año, las clásicas salutaciones fueron hechas de otro modo: los príncipes de Asturias enviaron una foto de sus hijas, la Zarzuela una de un pesebre o Belén como le llaman en España y la reina Sofía, posando con un burro.
¿Será un mensaje velado rebelándose contra el libro de Benedicto XVI que dice que no había bueyes ni burros en el pesebre de Belén? Sucede que en España estos animales son queridos y protegidos. De hecho, la soberana colabora permanentemente con las asociaciones protectoras ya que se encuentra en peligro de extinción.
La polémica está servida, entre el Vaticano y los escándalos en los que el Rey Juan Carlos se vio envuelto por su cacería de elefantes con una supuesta amante y las burlas y comentarios que desde hace unos años conllevan las salutaciones de los monarcas.