Las mayores escuelas de samba de Rio de Janeiro encandilaron al Sambódromo el domingo en la primera de dos noches de desfiles de carnaval, que tuvieron fuertes connotaciones de crítica política y social.
Carrozas que se burlaban del alcalde evangélico de la ciudad Marcelo Crivella, que recortó las subvenciones a los desfiles, o escenificaban al presidente Michel Temer como un vampiro fueron algunos destaques de la noche. Siete de las trece "escolas" de la categoría especial desfilaron anoche y seis lo harán este lunes, hasta el amanecer, haciendo honor a la fama de ser "el mayor carnaval del mundo".
Cada procesión alinea unas 3.000 personas, vestidas de las maneras más insólitas, que recorren la pista de 700 metros, flanqueadas por tribunas con unos 70.000 espectadores que ovacionan el paso de enormes carrozas alegóricas, coronadas por mujeres cubiertas principalmente por plumas y lentejuelas.
Asimismo, cada carroza pone en escena una temática (un "enredo") relacionada con temas históricos o culturales, a menudo con ácidas críticas sobre la situación de violencia que vive Rio y contra la corrupción de los políticos que gobiernan Brasil.
El vistoso desfile es también una disputada competencia: cada escuela es evaluada por un jurado, que revisa con precisión la calidad de la música, los vestuarios y el tema elegido por cada grupo, entre otros criterios. El trabajo de un año entero es juzgado en menos de una hora de espectáculo.
Fuera del Sambódromo, millones de entusiastas carnavaleros desfilan desde hace varios días en "blocos" de la calle, unas procesiones que arrastran multitudes a cualquier hora del día y de la noche. El carnaval callejero reúne también a millones de personas en otras ciudades de Brasil como Salvador de Bahia y Recife, en el noreste, donde la fiesta se tiñe con el folclore regional al ritmo de "blocos" de samba-reggae, frevo y maracatú.