La ruptura explícita entre Lula Da Silva y Nicolás Maduro por el veto de Brasil al ingreso de Venezuela a los Brics impacta profundamente en las relaciones bilaterales y en la posibilidad de una transición pacífica en Caracas. ¿Hasta dónde llegará esta brecha?, ¿refleja un cambio en la política exterior del presidente de Brasil?, Maduro pierde aliados, consolida su vínculo con otros?
El periodista brasileño Ariel Palacios, corresponsal del canal Globonews, autor del libro America Latina Lado B señala que, hasta ahora, entre Lula y Venezuela siempre hubo un “ambiente tranquilo. La relación entre Maduro y Lula era buena hasta el año pasado. De hecho, Lula lo elogió. Esta es la primera vez que él tiene un vínculo directo con Maduro, porque Lula antes convivía con Chávez”, recuerda.
Dicho “ambiente tranquilo” fue quebrándose de a poco, con algunas críticas soft de Lula, como cuando expresó su preocupación por la situación de Venezuela, hasta alcanzar un quiebre seco esta semana.
“Brasil dijo que se perdió la confianza con Venezuela y eso es porque, tanto Lula, como el presidente colombiano, Gustavo Petro, intentaron mediar para llegar a una solución. De hecho, ellos no dijeron la palabra, pero se referían a una transición. Intentaron lanzarle un salvavidas a Maduro a pesar de todos los crímenes que ha cometido. Y él no lo aceptó”, explica el politólogo venezolano Walter Molina.
El salvavidas no aceptado que parece alejar las posibildades de una transición democrática tiene que ver con que desde hace tres meses Brasil pide que Maduro muestre las actas que confirmen el triunfo que él sostiene, pedido que fue aceptado, pero nunca concretado.
A pesar de quedar cada vez más al margen de las relaciones entre presidentes latinoamericanos, Palacios afirma que Maduro no está solo: “Está separado de algunas naciones latinoamericanas, pero no de todas. Además, está aislado de Estados Unidos y la Unión Europea, pero tiene a Rusia, a China, la principal potencia económica, a India, a Turquía. Y, para él, estar aislado no es un problema. La dictadura de Franco, en España, estuvo aislada y no fue una dificultad para Franco”.
Alejado de la mano de Petro o de Lula, Maduro parece haber consolidado su posición en el mapa. “El hecho de que Maduro sea hoy la cara de la barbarie en Latinoamérica y solo pueda estar alineado con otras autocracias y tiranías, como Rusia, Corea del Norte o Irán -que fueron los únicos que reconocieron el fraude electoral- hace que no sea inteligente, políticamente, hablando, para las democracias, sacarse una foto con él. A Petro o Boric, pero fundamentalmente a Lula, que además quiere ser un líder global, no le conviene, mostrarse con Maduro luego de lo que hizo con el fraude electoral”, afirma Molina.
“Lula criticó a Ortega de Nicaragua y criticó a Maduro. Hay un cambio en su política exterior, pero también es verdad que Ortega, cuando volvió al poder en 2007, no era todavía el que es desde 2015. Entonces, la pregunta es: ¿cambió Lula o cambiaron sus colegas?”, se pregunta Palacios.
“Uno tiene la imagen de la dictadura en la que no hay partidos opositores ni elecciones. Como Videla o Pinochet, pero en Paraguay, por ejemplo, la dictadura del general Stroessner hizo, a lo largo de 30 años, como ocho elecciones; todas falsas. También hay dictaduras que hacen elecciones, como Putin, pero limitando la acción de los opositores y siempre terminan ganando. Hoy lo de Venezuela ya es una dictadura abierta”, agrega el brasileño.
Más que un veto. “El costo político de Lula y de Brasil en respaldar la entrada de Maduro a los Brics, después del tono ambiguo de Brasil en las elecciones, sería altísimo. Más aún en un contexto de segunda vuelta de las elecciones municipales en Brasil, en donde la derecha salió con ventaja. Respaldar la entrada de Venezuela al bloque sería respaldarlo a Maduro, y así perder credibilidad en la “liga de países pro-democracia”, dice Ximena Simpson, politóloga brasileña, de la escuela de gobierno de la Untref.
“Lo de los Brics no fue solo un veto político, sino también económico. Nicolás Maduro devastó a Venezuela por completo. Es un país que en el que nadie confía, está en los últimos lugares de transparencia, es un estado mafia. Y eso, para los empresarios más serios del mundo, no es algo apetecible. Maduro no solo es aborrecido por la población venezolana, sino que es un paria a nivel internacional”, dice Molina.
“El muestra que la situación se está complicando mucho. ¿Se va complejizar aún más? ¿O va a quedar así en baño maría? Es un misterio, no está claro qué puede pasar”, responde Palacios.
Transición lejana. Para Palacios, de momento, es solo una esperanza la salida del poder del chavismo: “Yo no veo ninguna posibilidad de transición democrática desde hace muchísimos años. Y ahora mucho menos, no hay ninguna posibilidad. En esta ecuación hay que considerar tres grupos. Está el chavismo de Maduro, que no quiere negociar porque les conviene controlar el poder. Está el chavismo disidente, la gente que está disgustada con Maduro, pero que es chavista y no soporta a la oposición. Y la oposición. Mientras los disidentes chavistas y la oposición no hagan una especie de alianza, va a ser muy complicado una vuelta a la democracia”. “Además, el chavismo, la estructura del madurismo, digamos, involucra a muchísima gente. No es que se puede ir Maduro con su familia al exterior y listo. Para la dictadura conviene permanecer y que pasen las décadas”, suma.