Washington.- En Estados Unidos hay un nuevo debate en torno a la pena de muerte, pero no sobre si debe ser eliminada o no: se trata de dilucidar cuál es el "mejor" método de ejecución. Esto se debe a que posiblemente la muerte por inyección letal como ha sido hasta ahora podría llegar a su fin.
Se espera que en el verano (boreal) del próximo año, la Corte Suprema decida si las ejecuciones con la mortal mezcla de químicos son crueles y por lo tanto inconstitucionales. El tribunal deberá expedirse sobre le efecto del "cocktail" químico en su composición actual, no sobre la aplicación de una inyección mortal en sí.
Hasta ahora, nueve estados de la Unión han suspendido las ejecuciones tras apelaciones de los condenados, hasta que se dilucide qué tan cruel es la muerte por la inyección letal utilizada hasta ahora.
Incluso el "inventor" de la inyección letal tiene dudas. "Tal vez sea tiempo de cambiar (la inyección)", afirmó recientemente en una entrevista el doctor Jay Chapman. "Hay demasiados problemas que pueden surgir".
Chapman también tiene una idea de cómo evitarlos: mediante la guillotina. Agregó que es el método más sencillo, y dijo que no tenía nada en contra de su uso, según indicó al canal CNN. "A la persona se le corta la cabeza y ése es el final".
Para Gary Gilmore el final llegó en 1978 mediante una bala. Fue el primer prisionero ejecutado tras la reintroducción de la pena de muerte en Estados Unidos. Tuvo que elegir entre la silla eléctrica y el fusilamiento, y eligió la última opción. En aquella época, Jay Chapman era director forense en Oklahoma. Aunque era partidario de la pena de muerte, le parecía cruel la ejecución mediante la electricidad o las balas. Así que aceptó cuando políticos regionales le pidieron hallar una método "más humano" para matar. El resultado: una inyección con tres sustancias diferentes.
En el curso de los próximos 25 años, la inyección letal fue usada en ejecuciones en 37 estados. Tras la introducción de la pena de muerte en Estados Unidos, en 1976, se realizaron 1.099 ejecuciones, de las cuales 928 fueron a través del cóctel venenoso.
Al condenado primero se le inyecta el barbitúrico tiopental sódico, para adormecerlo. Luego el bromuro de pancuronio causa la parálisis de los músculos, excepto el corazón, que finalmente se detiene tras la acción del cloruro de potasio. Ya en 2005, varios médicos advirtieron que esta forma de ejecución frecuentemente causa dolores extremos.
En muchos casos la dosis del barbitúrico es demasiado escasa para hacer perder el conocimiento, según un estudio de la revista médica " Lancet", basado en autopsias a los ejecutados. Desde entonces, varias investigaciones confirmaron la sospecha que algunos presos plenamente conscientes se asfixian lentamente, sin poder gritar su dolor.
El año pasado demoró 90 minutos ejecutar al doble homicida Joseph Clark en Ohio. "No hace efecto, no hace efecto", se quejó repetidas veces. Sin embargo, aún más drástico fue el caso Missouri: aquí se descubrió tras la postergación de la ejecución que el médico encargado sólo había preparado la mitad de la dosis de barbitúricos prescrita para el delincuente.
Indagaciones posteriores revelaron errores similares en ejecuciones ya realizadas. El médico afirmó que sufría de legastenia y que tenía problemas con los números.
Para evitar problemas en la ejecución, Michael Rushford de la Criminal Justice Legal Foundation -una organización a favor de la pena capital- propone el envenenamiento por monóxido de carbono. Asegura que es "simple, rápido y indoloro", según dijo a CNN. Si en cambio dependiera del gobernador de Texas, año a año el estado con la mayor cantidad de ejecuciones, podría seguirse con la inyección letal, como hasta ahora.
Mientras los expertos jurídicos esperan que próximamente se sumen más estados que suspendan las ejecuciones hasta después de la decisión del máximo tribunal, el republicano Rick Perry no lo piensa ni en sueños. "Mientras el (máximo) tribunal no nos dé otra indicación, seguiremos con nuestra interpretación de la ley", asegura el gobernador. En el ámbito de la Justicia se espera que a largo plazo se siga con la inyección letal, aunque con un principio jurídico para no causar dolores "innecesarios".