Los ataques terroristas sucedidos en París dejaron un saldo de más de 130 muertos y un estado de alerta permanente en esa ciudad, que no sólo asiste a un duelo extendido sino que, lógicamente, maximizó su seguridad. Visto desde Argentina, parecía lógico que Inglaterra hiciera lo propio y que esa sensación de alerta y de peligro se extendiera a Londres. Para mí sorpresa, no fue así.
En 2012, en un viaje de tres días a esta ciudad, estuve en la Oficina de Migraciones del aeropuerto de Heathrow casi media hora explicando los motivos de mi viaje a esta ciudad y el por qué me quedaba en casa de una amiga, que también estaba como turista en Londres, y no en un hotel. Aunque el interrogatorio fue cordial, las preguntas se repitieron prolongando ese plazo el visado. Debo aclarar algo: soy argentino pero mi ADN sirio libanés se manifiesta en mi persona más allá de lo estrictamente genético.
Esta vez, quien me selló el pasaporte fue un pakistaní. Aún cuando detallé mis dos alojamientos londinenses, el trámite duró menos de diez minutos. Mi mochila, con cables, tres celulares, tablet y otro elemento similar más accesorios sólo pasaron por el scanner. Únicamente de camino al subte -dentro del espacio de Heathrow- un policía me frenó para hacerme preguntas similares al de Migraciones, para luego aconsejarme cómo llegar más rápido a destino. Desde entonces, en estos ya seis días en esta ciudad, ese clima de temor del que me hablaron conocidos que viven en París, no se percibe en Londres. Sí hay lugares como museos e incluso un parque de diversiones montado en Hyde Park donde se revisan bolsos, carteras y mochilas de manera manual, no por scanners.
La ciudad en sí vive un clima navideño anticipado por la decoración lumínica de sus espacios céntricos y las zonas parecieran competir por la mejor escenografía. Los bares céntricos están llenos, incluso puertas afuera hasta ese horario próximo al funcionamiento del último subte, es decir, casi medianoche.
Por ejemplo, el jueves por la noche -pasadas las 19 y con todos los negocios de esa cuadra ya cerrados-, se realizó un cóctel para clientes Vip en una tienda de Alexander McQueen, en Old Bond Street, donde se ubican algunas tiendas premium. No se notaba ningún operativo que reforzara la seguridad. Ayer, el famoso Black Friday tuvo su apogeo y, si bien algunos diarios detallaron que muchas de las compras se hicieron on line, ni la lluvia -tan propia de esta ciudad- impidió que hasta última hora hubiera gente con bolsas caminando por la zonas más céntricas, Oxford Street, Regent Street, Knightsbridge Street. Incluso Covent Garden y también King's Road. Imposible, al menos para mí, determinar si eran extranjeros o londinenses. Hoy sábado, la ciudad amaneció con una temperatura similar a la del invierno porteño, también a pleno sol y sin nubes, algo que no garantiza la ausencia de lluvia durante el día o incluso que se nuble. Ya hay runners en Kensington Gardens y turistas en bares aledaños. Nada indica que Londres pierda justamente hoy su aire cosmopolita ni esa sensación que la Navidad está en el aire.
(*) Editor Jefe de Diario Perfil. Especial para Perfil.com