El “valijero” Rodrigo Rocha Loures evalúa por estas horas la posibilidad de entregar a su ex jefe, el presidente Michel Temer, a la Justicia. Sólo así podría escapar de un destino que parece inevitable: ser encarcelado por integrar una asociación ilícita. Grabado por las cámaras de la Policía Federal al recibir una valija con 500 mil reales –160 mil dólares– de manos de Ricardo Saud, director del frigorífico JBS y mencionado por el presidente en la conversación con Joesley Batista, su defensa está ante la disyuntiva de acogerse a una delación premiada y señalar al primer mandatario como jefe de esa organización delictiva, o negar todo y sostener que fue una “operación” para derribar al gobierno.
“Creo que Rocha es una persona decente. Dudo que haga una delación. Y dudo que me denuncie. Primero, porque no sería verdad. Y segundo, porque conociéndolo, no creo que haga eso”, declaró Temer en una entrevista que publicó ayer la revista Istoé. El jefe de Estado sabe de lo que habla: Rocha gozó en los últimos años de su más estrecha confianza, al punto que fue jefe de Relaciones Institucionales de la vicepresidencia, cuando él ocupaba ese cargo y Dilma Rousseff gobernaba Brasil.
Pero la situación de su ex asesor se complicó ayer, cuando el fiscal general, Rodrigo Janot, pidió por segunda vez su detención. El Supremo Tribunal Federal (STF) había denegado el primer pedido ya que, hasta esta semana, el político ocupaba una banca como diputado suplente y, según la Constitución, los parlamentarios tan sólo pueden ser detenidos en flagrante delito. Sin embargo, perdió ese beneficio esta semana, cuando Osmar Serraglio se negó a asumir el Ministerio de la Transparencia tras haber sido desplazado de la cartera de Justicia y decidió volver a la Cámara de los Diputados. Ya sin escaño, ahora no goza de fueros especiales, que le permitían eludir al juez federal Sérgio Moro y sólo ser investigado por la Corte.
Cargos. Temer y Rocha Loures fueron acusados por la Procuraduría General de la República (PGR) de corrupción pasiva, lavado de dinero, obstrucción a la Justicia y asociación ilícita. El asesor era la persona a cargo de la relación entre el gobierno y el frigorífico JBS, con quien Batista podría hablar de “todo”, según confió el propio Temer en la reunión nocturna en su residencia oficial. La Justicia brasileña grabó a Rocha embolsando una valija repleta de reales, a cambio de facilitar beneficios comerciales y tributarios a la empresa.
Janot disparó ayer con munición gruesa contra Rocha, al sostener en su escrito, enviado al STF, que “aceptó y recibió con naturalidad, en nombre de Michel Temer, coimas del empresario Joesley Batista, a cambio de interceder a favor de su grupo en el proceso administrativo que tramita ante el Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE).
“El diputado de la valija del soborno de JBS planea la delación premiada. Los abogados defensores de Rocha Loures se contactaron con los investigadores del Lava Jato, para analizar los términos de una confesión”, publicó esta semana el diario O Globo. La Justicia le habría contestado que sólo aceptaría conceder ese beneficio si el imputado entregaba toda la asociación ilícita, apuntando implícitamente contra el presidente Temer.
Disputa familiar. El entorno de Rocha Loures está dividido en torno a la estrategia a seguir. Según Folha de S. Paulo, su esposa, embarazada de ocho meses, lo presiona para confesar, ante el temor que, ya sin fueros, sea detenido. Su padre, dueño de la alimenticia Nutrimental e integrante de la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), le aconsejó negar todo y optar por una estrategia de defensa similar a la del presidente, argumentando que fue una “operación”, iniciada mediante un audio “clandestino” e “inválido”. Pero haber devuelto la valija de los 500 mil reales complica su situación, ya que ese acto podría ser entendido por la Justicia como una “confesión” de haber percibido sobornos.
Al estallar la delación premiada de Batista, Rocha Loures estaba en los Estados Unidos. Al regresar a San Pablo, otros pasajeros lo recibieron en el aeropuerto al grito de “ladrón”, en un espontáneo escrache registrado por las cámaras de los principales canales de noticias.
Originario de Curitiba, sede del juzgado federal de Moro, Rocha está ante una decisión que no sólo marcará su vida, sino también la supervivencia del gobierno de Temer: lo traiciona o se arriesga a pasar un largo tiempo tras las rejas.