Durante tres semanas recorrí las calles de tres de sus principales ciudades, Tel Aviv, Jerusalem, Belén y los sitios bíblicos, lugares de culto y peregrinaje para los seguidores de las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes) que han sido, por esta misma razón, fuente de constantes conflictos culturales y religiosos.
Las históricas disputas territoriales entre judíos y palestinos determinan que en esas calles convivan la más natural cotidianeidad con una tensa calma.
Tras un período de relativa tranquilidad, luego de que el papa Francisco instara tanto a palestinos como a judíos a trabajar juntos por la paz aceptando “el derecho a la existencia de dos estados dentro de las fronteras reconocidas y que disfruten de paz y seguridad”, la violencia entre las dos comunidades ha vuelto a escalar y desde fines de 2015, una ola de apuñalamientos y disparos ha dejado una estela de muertes de ambos lados.
(*) Fotógrafo.