Mucho se dijo, dice y dirá sobre la pésima relación entre el entonces arzobispo porteño Jorge Bergoglio y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Las anécdotas sobre saludos y fuego cruzado son incontables y llegan incluso al anuncio de quién sería el sucesor de Benedicto XVI. Sin embargo, por voluntad u obligación, ambos han elegido mostrar un lado más tolerante y hasta casi fanatizado respecto al otro.
Ayer, la mandataria visitó al sumo pontífice por segunda vez en lo que lleva en el Vaticano. Hubo regalos, sonrisas, un largo almuerzo y reunión a agenda abierta. Sin embargo, esta mañana, las palabras de Francisco generaron ciertas suspicacias en torno a un supuesto mensaje velado hacia su ¿ex? oponente.
Durante un llamado a considerar la Cuaresma como un tiempo para “ajustar la vida”, el Papa expresó: “¿Qué hacen los hipócritas? Se disfrazan, se disfrazan de buenos: ponen caras, rezan mirando el cielo, dejándose ver, se sienten más justos que los demás, despreciándolos”. “Dicen 'yo soy muy católico, porque mi tío fue un gran benefactor, mi familia es esta y yo soy… aprendí, conozco a tal obispo, a tal cardenal, al padre tal… Yo soy…’. Se sienten mejores que los demás”, prosiguió. “Esta es la hipocresía. Nadie es justo por sí mismo. Todos necesitamos ser justificados. Y el único que justifica es Jesucristo”, lanzó.
Para el pontífice, la respuesta está en la Primera Lectura: “Lavaos, purificaos, alejad de mis ojos las malas acciones, cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Socorred al oprimido, haced justicia al huérfano, defended la causa de la viuda. Cuidad al prójimo, el enfermo, el pobre, el necesitado, el ignorante”.
“El hipócrita no necesita al Señor, se salva por sí mismo, eso piensa, y se disfraza de santo”, insistió.
Si bien es cierto que esta no es la primera vez que el Papa habla de las falencias de la Iglesia y sus integrantes, el discurso llega después de su encuentro con Cristina. ¿Le cabrá el sayo?