INTERNACIONAL
fiebre por el pasado nacional

Turismo rojo: el nuevo boom de China

Millones de chinos consumen tours temáticos sobre la revolución comunista. La mayoría son jóvenes que no vivieron la época del maoísmo. El rubro creció 40% en el último año.

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Disfrazados. Algunos tours incluyen la opción de uniformarse como los combatientes socialistas. | Cedoc Perfil

Desde Beijing*

 

Que China quiera ser el futuro no significa que los chinos no miren hacia su pasado. Al menos eso sugieren las preferencias viajeras de sus ciudadanos. Aquí se vive un boom del “turismo rojo”: una fiebre popular y masiva por los tours temáticos dedicados a la revolución comunista de 1949.

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Como suele ocurrir en este país, la escala impresiona. Según la Academia de Turismo de China, en 2017 hubo más de 800 millones de visitas a 109 sitios de turismo rojo en 18 ciudades. El gobierno chino toma nota del fenómeno y le da impulso, con la voluntad de que cumpla “un papel único en la promoción de valores socialistas claves”. Así lo manifestó la semana pasada el Ministerio de Cultura y Turismo, durante la presentación de un programa de protección del patrimonio histórico que entiende el turismo rojo como una nueva herramienta para “educar a los turistas y permitirles sentir y comprender el espíritu revolucionario”.

Más allá de las intenciones oficiales, una parte de la tendencia se debe a la particular oferta de los paquetes. Muchos de ellos incluyen la chance de disfrazarse como los revolucionarios, e incluso de participar en juegos de rol en los que se emulan los combates y las marchas militares.

Para las empresas del sector, este nuevo fenómeno es una pepita de oro. “El turismo rojo favorece la diversificación del mercado –dice a PERFIL Wei Yuan Min, encargado de relaciones públicas de Ctrip, la mayor agencia de viajes de China–. Hoy hay cientos de rutas ligadas a la revolución. Este año, la cantidad de clientes del turismo rojo creció un 40% respecto de 2017. Esperamos que 100 millones de turistas contraten nuestros tours durante el verano. Los jóvenes se están convirtiendo en los principales consumidores”.

A contramano de la idea de que a las nuevas generaciones de chinos no les interesa la historia ni la política, los que sostienen el turismo rojo son precisamente jóvenes que no vivieron la época del maoísmo o adultos que apenas llegaron a conocer la etapa final durante su infancia. Según datos de Ctrip, entre enero y mayo pasados, un 39% de los que contrataron estos paquetes fueron personas nacidas en los años 80 y 90, y un 32%, en los años 60 y 70. En los últimos tres años, el promedio de edad de los turistas rojos bajó de los 32 a los 28 años.

Para estas nuevas camadas de chinos, el turismo sobre la revolución es una forma más amigable de acercarse a temas que desde niños estudian en la escuela. “Participé en un tour rojo en Sangzhi, un distrito de mi provincia natal que es la cuna del famoso general revolucionario He Long, y en otro en Zunyi, en la provincia de Guizhou, donde se celebró una conferencia clave del Ejército Rojo que llevó al ascenso de Mao como líder –cuenta Liu Jincheng, un joven de 25 años nacido en Hunan que se mudó a Beijing para cursar sus estudios universitarios–. Además de conocer la historia y visitar los sitios y museos ligados a la revolución, estos viajes nos permiten heredar el espíritu de nuestros antepasados”.

Aunque los tours no abarcan solo a clientes como Jincheng. “Muchas de las personas que consumen el turismo rojo son miembros del Partido Comunista o aspirantes a unirse a él –explica Jingjing, una guía turística que trabaja para una agencia privada en la capital–. También hay muchos estudiantes que viajan en grupos organizados por sus escuelas, e incluso empleados de grandes empresas. Es habitual verlos en los tours con sus propias banderas rojas”.

En las grandes ciudades como Beijing y Shanghai hay mucho sitio histórico para ver, pero los destinos favoritos están en el interior de China, donde tomó forma un movimiento que, en sus orígenes, fue eminentemente campesino: las “casas cueva” donde se refugiaban Mao y otros líderes comunistas en Yan’an, considerada la cuna de la revolución; la emblemática ciudad de Jiaxing, donde se celebró el primer congreso del Partido, o la montaña de Jinggang, donde se estableció la primera base revolucionaria rural en 1927. Ninguno de aquellos combatientes habrá imaginado que, varias décadas después, millones de chinos pagarían para conocer esos lugares.

 

*Reportaje realizado con la colaboración de China Radio Internacional (CRI)