La relación argentino-norteamericana tiene aristas complejas que muchas veces se tapan con “escándalos” y que en realidad esconden desencuentros geopolíticos y comerciales.
Hace unas horas la Argentina le informó a los Estados Unidos que “sus equipos” retenidos en la aduana están disponibles y que los “pueden pasar a buscar cuando quieran”. Para devolverlos, eso sí, durante días se negoció en secreto una declaración conjunta. Así pasó finalmente a la historia una instancia inentendible para varios analistas, aunque muchos reconocen que entre ambas partes quedan abiertas muchas situaciones a resolver.
Tal es así que en Londres – la gran aliada de Washington- no ha caído muy bien algunas de las últimas jugadas de la cancillería argentina, especialmente las que han tenido que ver con el llamado hemisférico, suscripto con unanimidad en la OEA para que los ingleses acepten sentarse a negociar sobre Malvinas, algo que vienen evitando hace años.
El almirante John Woodward (79) que liderara a la flotilla inglesa en la guerra del 82 se quejó ante un cronista del londinense Telegraph en un artículo del pasado domingo: “Estos movimientos por parte de Estados Unidos nos están diciendo claramente hacia donde apunta el viento” anticipándose a futuras presiones de su principal socio para que Inglaterra negocie con la Argentina.
También, según dicen expertos, el presupuesto de mantener esas islas militarmente armadas es muy alto, y varios de esos recursos se necesitarían en zonas más calientes, y esto está generando discusiones internas en la armada británica.
Pero también hay otros aspectos. En el Congreso de los Estados Unidos también se libran otras batallas legales que afectan la relación bilateral. Hay iniciativas de varios congresistas que buscarían excluir a la Argentina al acceso a los capitales estadounidenses “por no acatar fallos judiciales norteamericanos y no pagar sus deudas superiores a los cien millones de dólares”.
La Argentina es mencionada en dichos proyectos a debatir como “el caso testigo” y esto llevó a que el embajador Alfredo Chiaradía nuevamente prepare una batería de cartas explicativas a distintos senadores y representantes del Capitolio. Hace tiempo que este proceso de ida y vuelta es la norma, ya que del otro lado, los lobbistas que defienden a los tenedores de bonos (ATFA) están ciertamente activos.
Pero hay más temas: en septiembre en las Naciones Unidas se intenta discutir en la Asamblea General el caso de la creación del Estado de Palestina. Varios países latinoamericanos se han sumado a la iniciativa, siendo la Argentina una de las naciones que últimamente enarbola más fuerte la propuesta, junto al Brasil. Pero la misma debe ser previamente “refrendada” por el Consejo de Seguridad, y es posible que Estados Unidos vete la medida si es que israelíes y palestinos no se ponen de acuerdo.
Y también hay que considerar otros aspectos financieros multilaterales como ser la negociación con el Club de París, las propuestas paralelas en el G-20, las posturas en común que analizan la seguridad nuclear y la relación militar (recordemos que Argentina sigue siendo un país aliado extra NATO).
Pero ambos países han sufrido una relación donde además ha habido “Wikileaks” de por medio y muchas barreras al comercio franco, y donde además claramente no hubo un encuentro presidencial de visita de Estado, algo sumamente extraño a esta altura, casi ubicando los norteamericanos a la Argentina dentro del esquema de los países latinos con los cuales la relación es sumamente apagada.
Si bien en la Argentina hay representación diplomática importante de EE.UU., la misma dista muchísimo de lo que ha sido en tiempos pasados. Este año ni el evento del 4 de Julio se va a realizar en la embajada de Buenos Aires. Menos mal que en lo que hace a temas satelitales, ambos países están en órbita, con el proyecto en conjunto que ya vuela sobre los mares.
(*) especial para Perfil.com.