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Bucanero

Saqueadores gourmet, empleados públicos y pillaje cosmopolita

Bucanero
Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides | Rob Marshall, 2011

La palabra nos recuerda a novelas de Emilio Salgari o a juegos de mesa de la infancia. Pero por su etimología, los bucaneros no deberían estar en la góndola de los ladrones de mar, sino en la góndola de las conservas. Antes de hacerse a la mar para capturar al abordaje a galeones españoles, los bucaneros llenaban sus bodegas de carne ahumada; no solamente para disfrutar de su sabor, sino también para prevenir enfermedades como el escorbuto. Esa forma de cocinar carne a las brasas y al humo era llamada boucan por los franceses del Mar Caribe. No es difícil ver el tránsito de la palabra: de la comida a los comensales. Un corsario no es un cuentapropista ni tiene una pyme, sino que es un empleado público. El corsario dispone de una autorización del gobierno, de algún gobierno, para perseguir y saquear barcos enemigos. Esa autorización es la «patente de corso». La palabra no deriva, como podría suponerse rápidamente, de la isla de Córcega, sino de la palabra italiana que equivale a «curso, travesía»; los corsarios frecuentaban las líneas, los cursos, las travesías, que recorrían las naves comerciales. La palabra filibustero proviene del holandés; en el siglo XVII el Mar de las Antillas era una región muy cosmopolita. Por su parte, pirata es la palabra más genérica. Ya había piratas en el Mar Mediterráneo, en la época clásica, dispuestos a robar ánforas de aceite, y los hay ahora, «piratas del asfalto», dedicados a saquear, no fragatas y bergantines, sino camiones con acoplado.

 

(En la imagen: Jack Sparrow arrastrando su bote sobre una paradisíaca playa de arena blanca. En Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, de Rob Marshall, 2011.)