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Sándwich

Aristócratas, islas y naipes

Sándwich
Cuando Harry conoció a Sally, 1989 | Joker y Crucigrama

Es muy conocida la anécdota, probablemente ficticia, sobre el origen del sándwich. John Montegu, tercer conde de Sandwich, era un influyente aristócrata de su época; tan influyente que cuando el almirante Cook, en sus viajes por el Océano Pacífico, se encontró con unas islas fuera de todo mapa, las bautizó Islas Sandwich en su honor, aunque poco después recuperaron el nombre que le daban sus habitantes naturales y desde entonces las conocemos como Hawai. El conde de Sandwich también era muy aficionado a los juegos de cartas; para evitar interrumpir sus partidas por frivolidades tales como la ingesta de nutrientes, dio instrucciones de que le sirvieran fiambres fríos entre dos rodajas de pan. Dicen que así nació el sándwich, aunque la universalidad del pan y su natural matrimonio con carnes y quesos hace suponer que ya mucho antes se habían probado estos prácticos bocadillos, posiblemente con otro nombre o con ninguno. Pero el nombre no siempre proviene del auténtico inventor o descubridor, como ya sabemos por el caso de los vikingos, Cristóbal Colón y Américo Vespucio. Mientras otras palabras de origen inglés fueron adoptadas y adaptadas rápidamente, como fútbol, la palabra sándwich tiene una difícil asimilación al castellano. Recién en 1927 se incorporó al diccionario de la Real Academia, pero sin tilde y como anglicismo; en 1989 le agregaron la tilde pero recomendando su versión castiza: emparedado. Será por esa dificultad que en los bodegones y las calles de América y España se prefieren otras versiones más acordes a la cadencia de nuestra lengua, como sánguche, sángüiche, sángüich o sánduiche. O como sánduche, la versión usual en Colombia y Ecuador, que el año pasado tuvo el privilegio de ser agregada al diccionario académico.

 

(Imagen: Sally y Harry comen un sándwich en un restaurante neoyorquino y, de alguna manera, ella termina fingiendo un orgasmo. La señora que está detrás le dice al mozo «Quiero lo mismo que pidió ella». When Harry Met Sally, de Rob Reiner, 1989.)

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