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Lexicón

Melancolía

Una historia con Hipócrates y bilis negra

Melancolía
Melancholia | Lars von Trier, 2011

La historia de la medicina empieza con Hipócrates y sus intentos de explicar la salud y la enfermedad de forma más o menos racional. Quizás por el tabú que implica examinar científicamente el cuerpo humano, la medicina avanzó muy lentamente; la circulación de la sangre fue descubierta recién en el siglo XVII, para no hablar de organismos invisibles al ojo humano como los virus o las bacterias. Decía Hipócrates, y quince siglos después el renacentista Galeno acordaba con él, que las enfermedades eran causadas por el desequilibrio de los cuatro fluidos básicos del cuerpo: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. La preponderancia de uno de estos fluidos determinaba el carácter de la persona. De las palabras griegas para «bilis negra» deriva la castellana melancolía. Si prima la bilis negra, el hombre es melancólico; si prevalece la sangre, es sanguíneo, si prevalece la flema, es flemático y si prevalece la bilis amarilla, es colérico. Aunque las teorías médicas de Hipócrates hayan sido abandonadas hace ya mucho, los tipos de carácter permanecen. Una persona melancólica es dada a la tristeza, a la falta de entusiasmo y deseo, a la depresión. Hubo épocas en que una personalidad así tenía buena prensa; por ejemplo, durante el Romanticismo, donde todo héroe que se preciara debía ser sufriente, trágico y melancólico.

 

(En la imagen, Kirsten Dunst no puede estar feliz ni siquiera el día de su boda. En Melancholia, de Lars Von Trier, 2011.)