El pasado martes 29 de marzo fue un día muy feliz para quienes construimos pacientemente las bases de acuerdos productivos y comunitarios en el marco del Consejo Económico y Social (CES). Con la participación de más de 700 empresarios, trabajadores, académicos, sociedad civil y científicos de todo el país, distinguimos a iniciativas productivas en los campos de la educación y trabajos del futuro, las ciencias del comportamiento y el desarrollo armónico con equilibrio territorial. Fueron seleccionadas por jurados independientes e implicaron un trabajo muy comprometido a lo largo y ancho del territorio.
Cuando se mira a la Argentina profunda y se generan los adecuados canales para estimular creatividad y asociatividad, la respuesta es formidable. Desde la producción de alimentos orgánicos, hasta la formación en habilidades digitales para las poblaciones vulnerables, pasando por la capacitación de pequeños y medianos empresarios en industrias 4.0, hasta el empleo de herramientas de economía conductual para el acceso a la telemedicina, el despliegue de ejemplos de armonía social demuestra que no hay muros insalvables para articular el trabajo de movimientos populares, empresarios, organizaciones gremiales, universidades y sociedad civil.
Se trata de tener una mirada atenta, una escucha comprometida y, sobre todo, un espíritu sincero de construcción de armonía, que no se deje perturbar por los deseos de figuración, los ego-centrismos institucionales o la lógica del pensamiento único y agresivo.
Por eso mismo, desde el CES tenemos el lema de que la discusión de los grandes temas estratégicos nacionales es desde la periferia al centro. Desde los últimos, para llegar a todos.
En la actividad también me tocó enfatizar dos cuestiones que inspiran la labor del Consejo. La primera, tiene que ver con la importancia de consensos logrados en su seno, sobre una serie de leyes que han sido enviadas al Parlamento y otra tanta serie de políticas acordadas, que demuestran que la cultura del encuentro es posible en la Argentina, a saber: el fortalecimiento de la agro-bio-industria; la promoción del cannabis medicinal y cáñamo industrial; la promoción de la industria automotriz sustentable y la electro-movilidad; los contenidos audiovisuales nacionales en el marco de la economía del conocimiento; el fomento de la industria de la construcción; un marco estratégico para profundizar el impulso al turismo.
Todos estos son temas estructurantes para una noción de desarrollo con inclusión social, y responden a un diálogo edificante que hemos podido llevar adelante en este año de trabajo.
El CES no discute cuestiones teóricas o en abstracto. Construye consensos articulados con todos los actores del eco-sistema institucional, que luego son remitidos a las instancias parlamentarias, donde todos los sectores partidarios –oficialistas y opositores-, en su cauce natural que es el Congreso, pueden continuar el análisis de los proyectos de ley para ser consagrados democráticamente. De hecho, varios de estas cuestiones fueron señaladas en dicho acto por el Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, como el contenido de una serie de acuerdos transversales que le tocará analizar con el resto de las fuerzas políticas.
¿Ingenuidad? ¿Candidez? ¿Negación de la lógica del conflicto perpetuo? Nada de eso. Existen intereses contrapuestos, existe puja distributiva, existen miradas distintas. Pero si ponemos por encima de todo el objetivo de armonía social, la paciente y laboriosa arquitectura de la cultura del encuentro es posible en la Argentina. No significa meros acuerdos de cúpulas, sino atender a los múltiples ejemplos que la comunidad organizada hoy inspira en el país real y profundo.
Por eso desde el Consejo vamos a continuar desplegando una agenda próxima de acciones y foros a lo largo y ancho del país, entre otros: el canal de transporte fluvial Paraná-Uruguay (mal llamado Hidrovía); la Agencia Nacional de Evaluación de Políticas Públicas; la constitución del cuerpo de Innovadores Gubernamentales; el plan estratégico de energías renovables, litio, hidrógeno, solar y eólico; el juicio por jurados; la cuestión del agua en el marco del cambio climático; el impulso de un centro nacional de inteligencia artificial; el mejor aprovechamiento de las tierras fiscales para la agricultura familiar y proyectos agro-ecológicos; y el debate amplio y plural sobre el impacto de las redes sociales en el universo democrático. Sobre esto último, dicho sea de paso, en ningún momento se mencionó ni trabajó sobre aspecto alguno que pueda afectar la libertad de expresión, sino todo lo contrario: se trata de fortalecer el pluralismo, tal como lo reconocieron diversos expertos consultados y lo expliqué con mucha precisión apenas se malinterpretaron mis palabras. Siguiendo, entre otras, las recomendaciones de “La estrategia y plan de acción de las Naciones Unidas para la lucha contra el discurso de odio”, donde se enfatiza la necesidad de abordar el tema “sin restringir el derecho a la libertad de expresión”.
Contaremos también con la participación de un conjunto calificado de personalidades mundiales que nos acompañan: Alicia Barcena, Jeffrey Sachs, Mariana Mazzucato, Daniel Innerarity, Manuel Castells. Todo este prestigioso panel de expertos – al cual también se sumó recientemente el ex Presidente de Chile, Ricardo Lagos-, es garantía de que las discusiones y propuestas que tienen lugar en el marco del CES están inspiradas en el respeto, la evidencia científica, las mejores prácticas internacionales, la escucha respetuosa y la síntesis de miradas. Este es el camino.
Todo lo anterior estará articulado con un esfuerzo sistemático rumbo a consensos básicos para la próxima década, a través del Plan Productivo 2030, que mi colega de gabinete Matías Kulfas lidera y promueve. Con acciones de Ushuaia a La Quiaca en 10 áreas de trabajo que van desde la producción de alimentos, la salud del futuro, el equipamiento nacional en defensa y la creación de empleos de calidad 4.0 con fuerte acento tecnológico.
El objetivo central es una gran movilización de pensamiento, experiencia, realidades productivas regionales y locales y actores institucionales de diversas índole, para poner en marcha una planificación concertada que le permita a la Argentina crear más de 2 millones de trabajos asalariados en la próxima década (220 mil por año); sacar a 9 millones de la pobreza (1 millón por año); crear el 70% de los empleos formales fuera del área metropolitana de Buenos Aires; bajar el coeficiente de Gini de desigualdad del 0.43 al 0.38; cumpliendo con los Compromisos Climáticos del Acuerdo de París y garantizando que al menos el 50% de los empleos generados sean con participación femenina.
Los consensos básicos –con solidez técnica y sensibilidad social-, suponen la consolidación de bienes relacionales previos. Más allá del enfrentamiento sin sentido. Amistad social es el gran desafío que tenemos por delante. De Ushuaia a La Quiaca.
*Presidente del Consejo Económico y Social. Secretario de Asuntos Estratégicos.