OPINIóN
ECONOMISTA DE LA SEMANA

Argentina: tendencia a ser un país emergente

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Argentina inicia su vida como país independiente hacia 1810 con un nivel de ingresos per cápita intermedio entre países desarrollados y emergentes. Gracias a su organización adecuada y a sus posibilidades, logra producir muchísimas commodities de carne y de granos y oleaginosos y se va pareciendo a un país desarrollado, cosa que ocurrió hasta 1940 aproximadamante, cuando cambió la estructura productiva.

A partir de 1880 y hasta 1930, la Argentina fue un “granero del mundo” que no solo requirió capitales del exterior sino también fuertes dosis de inmigrantes para trabajar la tierra y en las ciudades. Lo que pasa es que Argentina tenía, hacia 1890, casi el doble del producto per cápita de España o Italia, u otros países europeos, por lo cual era muy bueno venir a la Argentina y hacerse “la América”, es decir, ganar mucho más dinero que en su país de origen. Esto le dio un viso de ser una de las monedas más estables en aquella época, comparada con las mejores de Europa o EE.UU.

En 1910 Argentina era uno de los mejores países del mundo para vivir, no solo por su ingreso per cápita sino también por el clima y las condiciones naturales del país. Los más ricos de la Argentina vivían muy bien y se fue formando una clase media muy fuerte, que también vivía bien y quería que sus hijos fueran “doctores”, como las personas de mayor prestigio de aquella época.

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Todo esto fue cambiando gradualmente y, a partir del golpe de Estado de 1930, ya se hizo más evidente por la modificación de las condiciones macroeconómicas.

Con el justicialismo, los valores se trastocaron y los esquemas de clase media se volvieron más endebles. Los valores de la clase media fueron cambiando y se complicó la perspectiva del país, que se volvió más latinoamericana y menos parecida a Australia, Nueva Zelanda o EE.UU., de los cuales nos empezamos a distanciar en cuanto a PBI per cápita y demás condiciones sociales. Esto sucedió gradualmente, por lo cual muchos argentinos no se dieron cuenta de que el país estaba cambiando.

En el gráfico, hecho en escala semilogarítmica, se puede ver con toda claridad el cambio de tendencia que se fue dando en el país. Es evidente que hacia 1910 ocupábamos una posición privilegiada en relación con los países desarrollados y que eso fue afectado por la Primera Guerra Mundial, aunque después se recuperó bastante bien hasta 1930, cuando nos afectó mucho la crisis mundial de 1929/30 que hizo caer al gobierno de Yrigoyen.

A partir de ese golpe de Estado de 1930, el país fluctuó mucho entre gobiernos militares y surgidos por elecciones, pero de escasa perspectiva en función del largo plazo del país. No nos pusimos de acuerdo y ahora, en 2020 y 2021, estamos teniendo un PBI per cápita que se parece cada vez más a los de un país emergente o subdesarrollado.

Podemos ver en el gráfico que en la etapa de la revolución conservadora Argentina se ubicó como un país desarrollado y que, con oscilaciones, se mantuvo así hasta la primera etapa del justicialismo, donde los objetivos fueron cambiando y la clase media perdió gradualmente su atractivo para el desarrollo social de la población.

Ahora, con las distintas experiencias democráticas buenas iniciadas en 1983, en 2020 por la crisis sanitaria y tomando en cuenta los errores macroeconómicos que nunca se pudieron revertir del todo, nos encontramos con una situación muy indeseada de país, con más del 40% de la población debajo de la línea de pobreza y una gran caída del PBI per cápita que, por rebote, se revirtió en 2021, pero con pocas perspectivas de haber iniciado una nueva época de país con un futuro promisorio.

Esta situación, por la que ahora nos parecemos cada vez más a un país subdesarrollado, nos complica mucho el futuro del país, pues no encontramos la manera de salir de ella en forma definitiva.

Mientras que los países desarrollados están en los 56 mil dólares de PBI per cápita, nosotros estamos en los 15 mil dólares medidos en moneda de largo plazo, y los países emergentes, incluido China, están en promedio en los 12 mil dólares de PBI per cápita. En pocos años más ya seremos un país subdesarrollado sin perspectivas de un futuro, salvo que venga un gobierno que arme un plan estratégico para cambiar el país en forma definitiva y que eso se cumpla en un gran porcentaje.

Tanto los países contra los que nos comparábamos en general, como Australia, Canadá o Nueva Zelanda, o incluso EE.UU., hoy nos han sacado una diferencia muy importante en cuanto a ingreso o PBI per cápita, pues lo que en ellos obtienen sus habitantes es más del doble o el triple de PBI per cápita y eso no se logra cambiar en pocos años sino que requiere una perspectiva de largo plazo en cuanto a política económica y social estructural.

Ahora, nuestro presidente, Alberto Fernández, ha iniciado una “guerra” contra la inflación que, por lo que vemos, encara la perspectiva del país desde una mirada de corto plazo, con medidas que se enfocan en las consecuencias más que en las causas de la inflación, como pueden ser los controles de precios y otras como Precios Cuidados y similares.

Es evidente que con enfoques tan provisorios será difícil cambiar nuestra perspectiva de país emergente, muy atrasado. Tal como estamos, comparando diariamente con la inflación, donde Argentina se encuentra ahora como el principal país inflacionario de América Latina, es evidente que será muy complicado dejar ese nivel con las medidas anunciadas.

Hemos visto que, después del justicialismo y los diferentes gobiernos que, en general, fueron de corto plazo después, no se pudo cambiar la tendencia estratégica de nuestro país, Hemos tenido hasta cuatro presidentes en pocos días en 2001/02 y eso vuelve muy endebles nuestros cambios estratégicos hacia un país que funcione, salvo en la etapa de los 90, cuando parecíamos encaminarnos adecuadamente, pero que finalmente tampoco funcionó apropiadamente.

La devaluación de 2002 fue un error en cuanto a orientación de largo plazo, pues ya teníamos un país encaminado hacia perspectivas de largo plazo y eso lo perdimos, y será muy difícil poder reencontrarnos con esa perspectiva.

Necesitamos crear un plan de 150 medidas como fue el programa de Menem 89, que después se continuó con las perspectivas de Erman González, Domingo Cavallo y Roque Fernández. Necesitamos nuestro plan estratégico actual para reorientar nuestra perspectiva hacia la de un país desarrollado, parecido a Australia, Canadá o Nueva Zelanda, o al menos parecernos a las perspectivas económicas de Italia y España en la actualidad. Esperemos que así sea.

*Economista, fundador de Ferreres y Asociados.