En estos días discutieron la lista de los posibles candidatos para las elecciones legislativas del próximo noviembre.
En un contexto de pandemia politizada, los ciudadanos tendrán que elegir, dentro de un sistema electoral perimido, entre los candidatos que resulten postulados luego de las PASO de septiembre.
Lo que se juega no es poco, estamos ante un punto de inflexión histórica sin precedentes en nuestro país. La selección de los candidatos no pasa ni cerca por el significado original y etimológico de la palabra CANDIDATO. Esta expresión alude a “candidez”, “candela”, “blancura”.
En la antigua república romana, candidato era quien que por su integridad moral, su capacidad para “guiar e iluminar a otros”, su “ardor por la patria”, podían lucir toga blanca, como símbolo de su idoneidad moral y solidaridad con el destino del pueblo.
El ranking de patrimonios de los principales precandidatos legislativos
Es decir, candidato era quien por su “cursus honorum” podía ser apto para ser elegido en un cargo de responsabilidad para el logro del bien común. Mandan sólo las encuestas, “cuánto miden”, o los “acuerdos” previamente pactados, independientemente de la trayectoria del postulante, sin tener en cuenta sus antecedentes judiciales, su preparación moral y técnica. Así vemos a algunos que se “candidatean” que no se ajustan con los parámetros éticos y profesionales. Es que algunos ven en la política, -actividad que bien ejercida debiera ser la más noble de todas-, un camino para el enriquecimiento personal tan rápido como ilícito. Pero, por otra parte, no todos los postulantes a candidatos son así. Algunos tienen merecimientos sobrados para serlo. ¡Pero qué poca reflexión y responsabilidad hay sobre esto!
¿No sabe la clase política que la debacle del país desde varias décadas deviene de una dirigencia –en su sentido más amplio-, que no ha sabido guiar al país hacia un progreso atado al bien común, y solo se ha asegurado su bien propio?
¿No ven que la pésima gestión de la pandemia y su secuela económica, es fruto y no causa de la inmoralidad, egoísmo y corrupción de los cuadros dirigentes?
El pueblo argentino sufre hambre, pobreza, insalubridad, falta de educación, en un país lleno de potenciales riquezas. Está todo por hacer, con trabajo, sin subsidios, porque la gran mayoría quiere “ganarse el pan con el sudor de su frente” y no con la dádiva del puntero que usa los recursos de quienes trabajan y pagan sus impuestos para mantenerlos, a unos en la miseria, y a otros pocos en una vida cómoda. Que en estas elecciones empiecen a emerger verdaderos candidatos que puedan sacarnos del rumbo equivocado que llevamos por décadas. Sobre el significado de candidato, al que le toque el sayo, que se lo ponga, por favor.
*Doctor en Sociología.