OPINIóN
Hoja de ruta

Cultura de encuentro o cultura de descarte

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Exponentes. Veiravé, Daer, Beato, Jabonero, Moroni y Funes de Rioja. | cedoc

“Con el odio se tiende a compensar la incapacidad para    enfrentar al otro en su diversidad, considerándolo como una amenaza. Por eso el odio tiende a arraigarse en personalidades narcisistas, especialmente en su modalidad “maligna”, caracterizada por una concepción grandiosa de sí mismo unida a una fuerte agresividad frente a posibles rivales…El amor es gratuito, respeta la libertad, no es programable. El odio, en cambio, puede suscitarse deliberadamente, es posible planificarlo mediante reglas precisas y recurrentes”.

Giovanni Cucci. “El odio. ¿Una demostración de fuerza, una mentira o el castigo de sí mismo?” Revista La Civiltá Cattolica, octubre 15, 2021.

Hay dos modos de transitar la vida pública. Un modo es subirse al ágora del espectáculo decadente de gritos, insultos, peleas y amenazas veladas o manifiestas. El otro modo es apostar a la paciencia creativa, la unidad en la diversidad, la construcción a partir de síntesis superadoras que pueden no ser espectaculares, pero que constituyen una semilla fecunda. Entendiendo siempre que no hay soluciones mágicas ni unilaterales para problemas complejos, pero sí brújulas que sirven de guía y mantienen en alto la llama de la esperanza.

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Durante esta semana, el seminario sobre el futuro de la producción, la educación y el trabajo, organizado en forma conjunta por el Consejo Económico y Social (CES) y por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), exhibió ideas y acciones valiosas para avanzar en acuerdos internacionales y políticas de Estado con inclusión social. Y demostró que es posible el diálogo edificante más allá de las divergencias.

Junto a empresarios, sindicalistas, académicos y figuras globales analizamos las implicancias para las políticas de desarrollo inclusivo del nuevo escenario pos pandemia y se expusieron una serie de desafíos y acciones concretas que ya se están llevando adelante, que exhiben una hoja de ruta con varios puntos de consenso multisectorial.

Empezar por los últimos. El 10% de la población mundial posee más del 75% de la riqueza global (World Inequality Report, 2022). Necesitamos discutir cómo se van a repartir los esfuerzos del presente y las ganancias del futuro en una globalización digital, redoblando las presiones sobre los paraísos fiscales y la banca off shore, donde termina gran parte de la brecha de financiamiento que sufren los gobiernos. Los pactos pre-distributivos son fundamentales para la construcción de una sociedad armónica.

Multilateralismo de paz. Durante su presentación, Enrique García, expresidente de CAF, abogó por recuperar la capacidad regional de actuar en el ámbito geopolítico de forma mancomunada para abordar los grandes problemas globales, como el cambio climático. En tanto que Enrique Iglesias, expresidente del BID, recordó que nuestra región tiene el 8% de la población mundial, pero cuenta con 24% de los bosques y 30% del agua potable, un acervo que nos asigna una gran responsabilidad en el cuidado de la salud del planeta. La canalización de los Derechos Especiales de Giro (DEG) hacia bancos multilaterales de desarrollo para financiar proyectos climáticos en la región contribuiría a la protección de esos bienes públicos globales.  

Una vía rápida para reducir la informalidad. Uno de cada cinco personas entre 15 y 24 años en América Latina no estudia ni trabaja. Al mismo tiempo, una de cada tres empresas no consigue los trabajadores que necesita (BID-INTAL). En una región joven conviven la paradoja del desempleo con un bono demográfico que representa una oportunidad de crecimiento y de generación de empleos futuros. Los nómades digitales y la seguridad social de las nuevas modalidades de trabajo free-lance plantean múltiples desafíos que llaman a fortalecer el vínculo entre educación, producción y trabajo.  

Consolidar políticas de Estado.  La economía del conocimiento, por caso, se convirtió en una política de Estado desde 2004 con la sanción de la ley de software, sector donde la Argentina es hoy competitiva a nivel mundial. El Plan Productivo 2030 contempla puntos de convergencia con propuestas de trabajadores y empresarios que necesitan apoyo mutuo para crear un mosaico de producción y exportación que integre a sectores tradicionales con la nueva economía digital. La industria del videojuego, la movilidad sustentable, la biotecnología, la economía del cuidado, la producción de energías limpias, entre muchos otros rubros, pueden ser la matriz generadora de empleos para una movilidad social ascendente.

Un nuevo pacto social-educativo necesita crear más espacios para la formación docente, fomentar competencias socioemocionales y habilidades blandas para repensar pedagógicamente el uso en el aula de las nuevas tecnologías y la virtualidad. También de mayor conectividad física: sólo el 30% de los alumnos y docentes de América Latina tiene acceso a software académico mientras que el mismo porcentaje casi se duplica en los países miembros de la OCDE. En esta línea se desarrolla el Programa Federal de Transformación Pública Digital y el Conectar igualdad, que buscan articular plataformas interoperables a nivel nacional para que más de dos mil municipios accedan a servicios en nube.

Nuevas métricas para el bienestar. El Producto Interno Bruto (PIB) es una medida incompleta como parámetro del desarrollo integral e insuficiente para tomar decisiones sobre la base de evidencia empírica. Necesitamos métricas del estado de la innovación y del valor de la riqueza natural (Beyond GDP. Measuring What Counts for Economic and Social Performance, OCDE). También herramientas predictivas complementarias, como las producidas por el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, creado en el ámbito del Ministerio de Trabajo, que procura anticipar demandas de nuevas habilidades.

Un federalismo productivo 4.0 para una integración intangible. La cuarta revolución industrial ofrece la ventaja de descentralizar oportunidades. La dicotomía entre campo e industria se desvanece con avances como el blockchain para la trazabilidad de los bienes, con la industria del litio, del hidrógeno verde o el cannabis para uso medicinal, con la servificación de la economía, con más protagonismo de la mujer rural y la apuesta de los jóvenes por el arraigo. Los activos intangibles son también la confianza y el diálogo, clave por ejemplo para avanzar en la integración energética con Brasil.

Representantes de los trabajadores como Héctor Daer, Gerardo Martinez, Sergio Sassia,  y Abel Furlán; del sector empresarial como Daniel Funes de Rioja, Daniel Herrero, Gustavo Idigoras y Gustavo Grobocopatel; de la oposición como Beatriz Nofal, Soledad Acuña, Fernando Straface y Gerardo Morales; del gobierno como Daniel Filmus, Claudio Moroni y Cecilia Nahón; de la academia, como Lourdes Puente, Raquel Chan y Carlos Greco, demostraron una vez más que en la Argentina es posible la síntesis superadora del conflicto destructivo.

Para no caer en la ingenuidad, la conversación debe desarrollarse a sabiendas de que existen diferencias en el método y la jerarquía de prioridades. Pero si el común denominador de la palabra se reemplaza por la ley de todos contra todos, quedaremos estancados en un mar de hostilidades.  La amistad social requiere más valentía que el odio social. Es la valentía de aceptar la propia vulnerabilidad. De reconocer que no somos infalibles y que el colectivo fraterno no se nutre con la imposición sino con el consenso.

*Presidente del Consejo Económico y Social. Secretario de Asuntos Estratégicos.