No es la primera vez que toco el tema sobre la venta a granel, tratando de explicar de qué manera los precios de los alimentos de consumo popular pueden bajar su precio prácticamente a la mitad. Y tampoco será la última, ya que estoy convencido de lo beneficioso que sería para ayudar a las familias que más lo necesitan.
La iniciativa de retomar la venta a granel o al peso comenzó en Europa en 2014, cuando a instancias de la Unión Europea decidieron eliminar el envoltorio de los alimentos que formaban parte de la canasta básica y con ello también sus marcas y respectivas publicidades. Si bien el interés de la UE era evitar la contaminación ambiental al reducir la cantidad de plásticos que terminan en el mar, se dieron cuenta de que ésta medida además les permitía reducir a la mitad el precio de dichos productos.
Desde hace aproximadamente ocho años vengo trabajando para demostrar los beneficios que tiene este sistema de comercialización que de a poco se fue reinstalando en el mundo. Más aún en nuestro caso, debido al constante aumento de los precios –producto de la inflación– que hace que miles y miles de argentinos no puedan acceder a una canasta básica.
Siempre me reuní con representantes de todos los gobiernos, nunca me importó quién estaba al frente del Ejecutivo si se trataba de ayudar para que la gente esté mejor. Durante la gestión de Mauricio Macri y a pedido de él me encontré en reiteradas oportunidades con el hoy senador José Torello para hallarle una salida al problema, armando lo que en su momento di en llamar “sucursales del Mercado Central”. Es que cuando éste se creó, donde por cierto los precios son mucho más bajos, se cerraron los mercados de cercanía y la idea era reabrirlos. Llevamos a cabo numerosas reuniones con representantes de la Secretaría de Comercio de la Nación, pero no se logró llegar a un acuerdo y todo quedó en la nada.
A comienzos de 2020 hice lo mismo con Alberto Fernández. Me reuní con él en la Casa Rosada y lo puse al tanto sobre la idea de incentivar la venta a granel por lo beneficioso que sería para la gente. Le comenté que tenía pensado viajar con Chiche a España para tener una idea más acabada de cómo ellos llevaban adelante esa forma de venta sin marca, ni packaging que reduce el aumento del precio de los productos.
En Madrid, tuvimos reuniones con diferentes protagonistas y autoridades del sector, con las cuales no sólo analizamos la implementación de la venta a granel, sino que además nos acompañaron a diferentes comercios para que viéramos cómo funcionaba. A nuestro regreso volví a reunirme con el presidente para contarle la experiencia vivida, me escuchó pero el momento coincidió con el comienzo de la pandemia por el covid y decidió dejarlo para más adelante.
Hoy es tiempo de poner en marcha este tipo de venta que se conoce como “a granel o al peso”.
Nuevamente le informé al Presidente de sus excelentes resultados y que lo único que debería hacer era un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), donde le obligara al Mercado Central que además de publicitar las marcas más económicas vendieran los productos al por mayor para que pudieran adquirirlos todas las redes de comercialización. Y exigiendo, además, a las grandes comercializadoras que por lo menos tuvieran 20 productos sin marca, como ocurría en nuestro país tiempo atrás.
Las personas mayores deben recordar cuando iban a los almacenes y mercados de cercanía y compraban los productos sueltos.
Mi experiencia más reciente la tuve en mi viaje a Turquía y Bulgaria. Recorriendo alguno de sus comercios pude ver cómo la gente adquiere parte de sus alimentos bajo esta metodología. Hay lugares donde hombres y mujeres puede comprar mercadería envasada y con marca y hay otros comercios donde las cosas se llaman simplemente por su nombre. Azúcar es azúcar y el arroz, arroz. Eso reduce prácticamente a la mitad el costo de los alimentos.
La persona que nos oficiaba de intérprete me comentó que para ellos los beneficios son variados y múltiples. Por ejemplo, fueron notando una reducción en la utilización de envases y bolsas –algo sumamente ecológico- pero al mismo tiempo les significó un marcado ahorro económico y un apoyo al comercio local.
Me gustaría que todo lo que he visto en estas ciudades se pudiera replicar en nuestro país.
Hay que dejar de quejarse tanto y comenzar a trabajar. Hay que decir menos y hacer más. Ya todo está inventado, sólo hay que llevarlo a la práctica. Si se quiere bajar los precios hay un sistema probado para poder hacerlo. Pongámoslo en marcha por favor.
*Ex presidente de la Nación.