“Mudar el aula al hogar” y dar clases por videollamada desde el living o la cocina de casa no fue tan sencillo como parecía, tampoco fue para todos: abrió interrogantes, generó debates y puso de manifiesto necesidades. Según el estudio El uso de la tecnología para innovar la práctica docente, elaborado por el Programa de Educación del Diálogo Interamericano, la mayor dificultad que identificaron en toda la región para llevar a cabo las clases virtuales fue la falta de conectividad y de formación tecnológica o acceso a la tecnología. Ante este escenario, la investigación presenta dos aprendizajes y puntos de mejora para pensar la educación del presente en nuestra región.
El primer aprendizaje es que la capacitación en plataformas digitales para los y las docentes es esencial
En una realidad en la que cada vez hay más plataformas, se debe encontrar un equilibrio para que los y las docentes puedan especializarse y capacitarse en ellas.
El segundo, la necesidad de impulsar el uso de las plataformas educativas digitales
Este tipo de soluciones son un hecho colectivo. Es el nuevo cuaderno, la hoja de la carpeta. Ya no hay vuelta atrás para pensar una educación sin componentes digitales.
Siguiendo con los resultados de este estudio, en este nuevo camino que comenzamos es necesario dar un paso más y asumir un nuevo desafío: el de repensar la educación a través de la tecnología digital. Es importante entender que la tecnología nos puede ayudar a mejorar la forma en que hacemos las cosas. Este nuevo lenguaje puede ser apropiado para generar nuevas experiencias más enriquecedoras.
Una de las oportunidades pedagógicas que habilitó la tecnología y puso de manifiesto la pandemia, es la educación híbrida, un terreno poco explorado hasta hace muy poco tiempo. La educación híbrida o aprendizaje mixto incorpora, a través de herramientas digitales, instancias de aprendizaje que van más allá de la escuela y del aula. Se trata de una combinación entre la enseñanza presencial y la enseñanza remota, como una experiencia unificada.
En esta línea, es importante que entendamos que las tecnologías digitales no vienen a reemplazar la experiencia del aula, que es única, sino que vienen a nutrirla y complementarla. Por eso, una propuesta es seguir trabajando para consolidar modelos híbridos de aprendizaje de calidad, que tengan en cuenta la realidad de cada alumno y su familia, de la escuela y su lugar. No existe una sola manera de experimentar la educación híbrida: es necesario buscar la que mejor se adapta a cada contexto.
Para aprovechar todas las posibilidades que nos trae esta nueva era, una de las estrategias más importantes tiene que ver con achicar la brecha digital. Por eso, desde Microsoft trabajamos en ecosistema junto con universidades, ONGs, empresas privadas y el sector público, facilitando el acceso al aprendizaje a través de propuestas de desarrollo profesional y de capacitación que aportan una mirada innovadora.
Por ejemplo, junto con Junior Achievement (JA), la ONG que prepara a los jóvenes para los empleos del futuro, lanzamos por tercer año consecutivo las inscripciones a Yo Puedo Programar, un programa educativo 100% online y gratuito. El programa cuenta con una modalidad abierta, destinada a jóvenes de 14 a 18 años que deseen aprender a programar de una manera ágil, divertida y dinámica.
También, junto con el Centro de Géneros en Tecnología de ARSAT y la Secretaría de Innovación Pública, el Instituto Nacional de Escuelas Técnicas (INET) y la participación de EIDOS Global, realizaremos la DigiGirlz: Tecnologías desde otros ojos, charlas interactivas dirigidas a estudiantes de entre 16 y 18 años de todo el país para acercarles a las carreras CTIM y al mundo de la tecnología.
Sin dudas, la pandemia nos enfrentó a un paradigma ineludible en el sector educativo, pero que, a su vez, nos brindó aprendizajes muy valiosos. Este es el momento de repensar, entre todos y todas, cómo será el futuro en la escuela, cómo resignificaremos la experiencia pasada y cómo integraremos, de forma cada vez más orgánica, las tecnologías a la educación para que tengan un sentido pedagógico para los y las estudiantes del siglo XXI y los favorezcan aprendizajes perduren en el tiempo.
