OPINIóN

Coronavirus y control en las democracias

Alberto Fernández, su gabinete, Larreta, Kicillof y especialistas
Coronavirus: Alberto Fernández, su gabinete, Larreta, Kicillof y especialistas reunidos en Olivos. | PRESIDENCIA

Más allá de las implicancias sanitarias de la pandemia, la expansión del coronavirus a nivel planetario ha sumado nuevos elementos a la ya existente crisis de las democracias liberales en occidente. Las respuestas tardías o dilatadas, muestran la dificultad de estos gobiernos para enfrentar una amenaza con escasos precedentes, y que llama a la acción inmediata y contundente. La contracción es inevitable, pero, a su vez, la variable tiempo y la incertidumbre, juegan en contra de la deliberación y el gradualismo.

El contraste con China es evidente. El régimen autocrático encabezado por Xi Jinping encuentra menos escollos institucionales -o ninguno- al cierre total de un territorio de más de 50 millones de habitantes. El resultado: China contuvo el virus en tiempo récord, la población de Hubei continúa en estricta cuarentena -a pesar de la drástica disminución de casos-, y Beijing ya está comenzando a desplegar su apoyo internacional a los países más afectados.

Para las democracias el panorama es más complejo. El gobierno italiano, fuertemente criticado por su dilatada respuesta frente al avance del virus, fue el primero que en Occidente tuvo que enfrentar la difícil decisión de imponer un control estricto sobre su población. Limitar libertades individuales, incluso ante una pandemia, es una medida controvertida en una democracia liberal. Italia sentó el precedente. Su reacción, que con el diario del lunes consideramos tardía, debió ser sopesada a la luz de consideraciones económicas, sanitarias, y principalmente institucionales y democráticas.

En lo que concierne al resto de las democracias occidentales, Argentina incluida, la decisión implica menos vacilaciones y cuestionamientos internos. La experiencia italiana abrió las puertas a una mayor aceptación del control estatal ante la excepcionalidad, facilitando la toma de decisiones en un momento de crisis que apenas estamos empezando a transitar. Ahora bien, las implicancias de este estado de excepcionalidad pueden ser impredecibles. Más aún si los resultados en los países democráticos no son los esperados. Es decir, frenar la expansión antes que colapsen los sistemas sanitarios y la economía nacional.

El filósofo Giorgio Agamben escribió que la “invención de una pandemia” serviría para extender el estado de emergencia como la norma, y no cómo una excepción. El psicoanalista Jorge Alemán respondió asegurando que no se puede minimizar ni relativizar los efectos del virus. Sin embargo, compartió la preocupación de que la pandemia sea un punto bisagra en la reconfiguración de los modelos políticos predominantes, contribuyendo al endurecimiento de cierres de fronteras.

El sistema de control social implementado en China podría tentar a sectores occidentales que no valoran en demasía los valores democráticos. Las derechas europeas, pueden encontrar aquí un espacio de oportunidad. Sus voces, a favor del férreo control estatal de las fronteras, de la inmigración, y la crítica a la integración regional cobran mayor magnitud ante la pandemia. En Italia y en Francia, los partidos de ultraderecha de Matteo Salvini y Marine Le Pen, han recrudecido su crítica a la Unión Europea en reacción a la nula respuesta del organismo frente a la crisis. La crítica de Carl Schmitt a la democracia liberal encuentra nuevos ecos en estos movimientos. No sería de extrañar que, con un futuro fenómeno de gravedad similar o mayor a este brote, líderes autoritarios aprovechen el estado de confusión para sumar poder propio.

Nos encontramos frente a un fenómeno que se presentaba, en principio, breve y localizado, pero que se ha extendido a gran parte del mundo. Sus consecuencias significarán una reconfiguración política, económica y social a nivel global. Filósofos como Deleuze y Guattari sentaron las bases de la corriente filosófica aceleracionista, que propugna en unas de sus vertientes profundizar la globalización hasta avanzar hacia un nuevo orden. La crisis desatada por el coronavirus está propiciando de manera acelerada una transformación tanto hacia afuera como hacia adentro de las democracias occidentales. Es imposible asegurar hacia dónde.

*Investigadora CONICET y Directora del Doctorado en Relaciones Internacionales, (UCC)
**Abogado–Analista internacional