OPINIóN
Evolución humana

Hacia un nuevo orden antropológico

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Hacerse ver. A la emancipación femenina le siguió el movimiento LGBT+ y las diversidad de género. | NA

Cada época tiene sus dimensiones antropológicas. En el mundo actual aparece un nuevo orden antropológico que contiene perfiles diferentes: el homo informático, el homo ecológico, el homo económico, el homo socialista, el homo LGTB+, el homo multicultural. Y como trasfondo, un vasto proletariado de más de mil millones de personas empujadas a la exclusión, la pobreza o la emigración: lo que denomino “el cuarto mundo”.

El Foro Social Mundial desde 2001 intentó sintetizar los objetivos de los movimientos sociales en el mundo, reuniendo a más de 30 mil participantes. Pero a pesar de las convergencias, las reivindicaciones de cada organización han llevado a un impasse.

Resulta problemático presentar una síntesis de las visiones antropológicas actuales pues la diversidad de las tendencias sociales, junto con las mutaciones globales, económicas, tecnológicas y ecológicas, han dado lugar a una cosmovisión compleja.

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Una conclusión es que ya no podemos pensar en términos unívocos. Esto pone en cuestión el currículo de la mayoría de las ciencias humanas y sociales. Las visiones reduccionistas o monodisciplinarias son por definición incorrectas, como lo han observado estudios recientes.

El destino de la humanidad depende del destino del “cuarto mundo” de los excluidos

Cada vez que nos detenemos a analizar distintos cambios actuales, quedamos impresionados por la fuerza explicativa que surge de cualquiera de ellos. Para los ecologistas todo se explica por el olvido de la naturaleza, mientras que para muchas feministas los fracasos sociales se explican por el olvido de la mujer. La izquierda piensa que continúa la explotación del proletariado y los liberales afirman con fervor que no se respeta la economía de mercado.

Si seguimos el discurso de los indigenistas de América, habría que retrotraer la Historia a la época precolombina para arreglar las cosas. Y si seguimos a los expertos en sistemas de información, ya estamos en la era del homo informático y el que no lo comprenda queda afuera del mundo. Agreguemos, entre otras perspectivas, que en el mundo islámico, el integrismo ha llevado a pensar que hay que destruir las variantes de la civilización occidental origen de todos los males.

Mirando las mutaciones en curso, Alvin Toffler predijo en El cambio de poder (1990) que la informática iba a ocupar un lugar dominante. Los teóricos de las organizaciones (como Peter Drucker) señalaron que entramos en la “sociedad del conocimiento” y que los nuevos trabajadores iban a ser identificados como el “cognitariado”. Pierre Levy, en Inteligencia colectiva: una antropología del ciberespacio (2000), traza el itinerario por el cual llegamos al homo informático. Nicholas Negroponte sostuvo por su parte que todo se había vuelto digital (Ser digital, 1995). El homo informático constituye sin duda una dimensión de los individuos actuales. Todo el planeta está atravesado por más de 7 mil millones de celulares y millones de computadoras. Formamos parte de un “sistema neuroelectrónico universal”.

Otros fenómenos como la globalización, el poscapitalismo, la feminización de la sociedad, la desestructuración de las familias, la crisis de los valores y normas sociales, la exclusión social, han dado lugar a nuevas visiones. A veces una reivindicación opaca a la otra: cuando parecía que se consolidaba la emancipación femenina, fue creciendo el movimiento LGTB+, que puso por delante el tema de las diversidades de género. El Parlamento Europeo recomienda el reconocimiento de por lo menos cinco identidades de género. Esto derriba las concepciones binarias vigentes durante miles de años.

Lo que cabría pensar es el “nuevo orden antropológico” pues lo que se juega es la supervivencia

Sin duda, no podemos omitir que vivimos en la “era de las biotecnologías”, o sea, en una era donde es posible producir y reproducir la vida de acuerdo con las infobiotecnologías. Los seres “biónicos” ya caminan entre nosotros y los robots inteligentes también. El advenimiento de la inteligencia artificial plantea varias incógnitas para la vida social.

Por otro lado, las investigaciones ecológicas muestran hasta qué punto las operaciones humanas sobre la naturaleza han modificado el medioambiente. Si la humanidad no se asume como un homo ecológico, queda poco futuro para la civilización. Esta conclusión lapidaria surge de los últimos encuentros de científicos preocupados por el cambio climático y temas conexos.

En medio de estas y otras mutaciones, tratan de sobrevivir más de mil millones de personas que por distintas razones quedan excluidas del acceso al bienestar social mínimo. ¿Quiénes son los excluidos? Desempleados (de cualquier categoría), pobres, perseguidos políticamente, sin techo, campesinos pobres, indígenas, mujeres con hijos pero sin trabajo, drogadictos, jóvenes marginales, víctimas de las guerras en curso…

El destino de la humanidad también depende del destino del “cuarto mundo” de los excluidos. Todos los días miles de migrantes intentan atravesar las fronteras de los países ricos o en mejores condiciones. Esto divide las aguas entre los que quieren hacerse cargo y los que no.

La Inteligencia Artificial y el espíritu absoluto de Hegel

¿Tenemos conciencia de lo que está sucediendo? La mayoría elude la cuestión. Porque vivimos en medio de análisis de lo inmediato con visiones recortadas de los acontecimientos. Es comprensible: muy pocos pueden ver más allá de las condiciones que los atormentan. Todos buscan superar la coyuntura y pocos pueden pensar en el futuro.

En el mundo nadie se salva solo. Por eso no podemos dejar de pensar en los desafíos que debemos afrontar en tanto formamos parte del planeta. Construir una visión antropológica adecuada tal vez nos permita proyectar sociedades democráticas con rostro humano. En todas partes, aun para los países ricos, el gran riesgo consiste en ignorar las mutaciones bioecosociales que nos amenazan.

Necesitamos construir una visión compleja de la evolución humana actual contando con todos los factores en juego, aunque sean contradictorios. Por eso sería correcto elaborar visiones antropológicas actualizadas e interdisciplinarias, como parte de un proyecto para organizar una sociedad desarrollada, democrática, sustentable.

Las Naciones Unidas tenían 51 Estados miembros en 1945 y ahora tienen 193. En medio de esta pluralidad de actores, intereses, visiones del mundo diferentes, ¿cómo llegar a una inteligencia colectiva universal? Es lo que han intentado las Naciones Unidas y otras organizaciones.

Este es el desafío más profundo de la actualidad. Se habla del “nuevo orden económico mundial” y también del “nuevo orden ecológico”. Pero lo que cabría pensar es el “nuevo orden antropológico” pues lo que está en juego es la supervivencia de la humanidad en un mundo solidario y ecológicamente sustentable.

*Doctor en Filosofía.
Profesor de posgrado en Untref y Universidad Nacional de Mar del Plata.