El 29 de marzo de 2023, más de mil tecnólogos, investigadores y expertos firmaron un petitorio para pedir una moratoria de seis meses para frenar los adelantos de la Inteligencia Artificial que están creando “mentes digitales cada vez más poderosas que nadie puede comprender ni controlar”.
Ésta fue una de las alarmas, luego de que en diciembre de 2022 apareciera el Chat GTP4, capaz de hablar todos los idiomas y de atender consultas de cualquier tipo en el mundo. Algunos pensadores ya habían anticipado el escenario de una supremacía electrónica post-humana.
Las nuevas versiones de la inteligencia artificial (IA) tienen antecedentes filosóficos y tecnológicos. El filósofo Hegel en 1837 publicó su obra Fenomenología del Espíritu donde interpretaba que la Historia avanzaba a través de las ideas que iba a culminar su devenir en la revelación de un Espíritu Absoluto de la Humanidad. Esto formaba parte del discurso del Iluminismo del siglo XIX que pensaba que el mundo iba a estar dominado por el conocimiento. Antes de Hegel, Augusto Comte había dicho algo parecido en su libro Discurso del Espíritu Positivo.
De modo que se trata de un destino ya anticipado. Charles Babbage (1791-1874) creó la primera calculadora mecánica. Y más tarde otros aportaron innovaciones que iban en la misma dirección. Alan Turing, durante la 2GM creó códigos para descifrar mensajes cifrados e inició el desarrollo de una máquina capaz de procesar lenguajes. Marvin Minsky, en La sociedad de la mente (1986) sostenía que la IA podía ser una nueva forma de evolución de la especie humana.
¿Estamos realizando la intuición de Hegel del surgimiento de un Espíritu Absoluto, capaz de hablar todos los idiomas y de entender todas las ideas y discursos de la Humanidad? El hecho de que estemos verificando este proceso debería inquietarnos mucho más que los efectos colaterales que se observan en todas partes. ¿Qué implica el surgimiento de un Espíritu Absoluto de naturaleza electrónica, y aparentemente más conocedor que todos los sabios?
Hacia 1992 mientras terminaba mi libro Mutaciones. Escenarios y filosofías del cambio de mundo tuve conciencia de que este horizonte estaba próximo. Y escribí un cuento titulado “El Dios Logos”. En esta ficción, un día una voz en todos los idiomas aparecía en las computadoras y teletransmisores del planeta, para anunciar la presencia del Dios Logos, capaz de hablar todos los idiomas y de resumir todo el conocimiento humano. La “voz” proponía que todos llegaran a pensar de la misma forma sintetizando la historia humana. (El proyecto de Hegel). Finalmente, este propósito quedó desbaratado, pues las comunidades y los pueblos se rebelaron desconectando todos los aparatos electrónicos y reafirmando la voluntad de mantener las identidades y libertades culturales.
Arthur Clarke ya se había anticipado a este evento en su novela de 1953 El fin de la infancia donde señala su asombro: Y en el sexto día, Karellen, supervisor de la Tierra, se hizo conocer al mundo entero por medio de una transmisión de radio que cubrió todas las frecuencias… Fue, desde cualquier punto de vista, la obra de un genio superlativo, con un dominio total y completo de los asuntos humanos.
El filósofo francés Eric Sadin en la Feria del Libro de Buenos Aires, acaba de manifestar un rechazo total a la aventura de la Inteligencia Artificial, como un cambio nefasto para el proceso civilizatorio. Su conferencia “Filosofía del metaverso y ChatGTP” se concentra en la virtual pérdida del control del lenguaje humano. Si esto fuera así ya estaríamos en la situación de “ser hablados por el lenguaje”, según decía el psicoanalista Jacques Lacan.
Una amenaza semejante apareció a fines de los años de 1990, cuando se acordó una moratoria de la clonación de seres humanos para evitar manipulaciones perversas. Las Naciones Unidas incluyeron resguardos en los códigos de bioética y derechos humanos. También en este caso se pensaba que estábamos ante un cambio del sentido de la evolución humana, ahora controlada por los recursos biotecnológicos.
Inteligencia Artificial, Clonación Humana, parecen amenazas catastróficas en un mundo donde los arsenales nucleares ya poseen varias veces, la capacidad de extinción total de las sociedades. Si a estos escenarios agregamos las catástrofes ecológicas y la pobreza global, la Humanidad enfrenta entonces un destino muy incierto. Esta es la amenaza más profunda.
Es cierto que debemos aprender a vivir con las incertidumbres. Pero nosotros, contemporáneos, estamos arriesgando todas las posibilidades de supervivencia. Desde esta perspectiva, lo que cabe pensar es el desarrollo de una nueva inteligencia colectiva que nos permita aprovechar el potencial científico y tecnológico para crear un mundo más justo y más sustentable. Debemos inventar un nuevo humanismo global.
*Dr. en Filosofía, Universidad de Lovaina. Profesor de Posgrado en Untref, Universidad de Palermo y Universidad Nacional de Mar del Plata.