OPINIóN
Ex guerrilleros

La Trocha: una cerveza hija del proceso de paz colombiano

En el marco de los acuerdos para desmovilizar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, surgen emprendimientos para reubicar a los ex combatientes.

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Proyecto. Alexander Monroy y Doris Suárez Guzmán, que desarrollaron el proyecto de la cerveza artesanal en el marco de los emprendimientos para reinsertar a ex combatientes en la sociedad. | j. rouvier

El conflicto armado en Colombia tiene más de sesenta años y en estas seis décadas hubo casi 24.500 muertos, de los cuales se estima que casi 24 mil fueron civiles, según el Centro Nacional de Memoria Histórica.

La situación cambió, temporalmente, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, quien llevó adelante el proceso que desembocó en la firma del acuerdo de paz en 2016 y que posibilitó a miles de ex combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) reincorporarse a la sociedad civil. Tras la firma de ese convenio, unos 13 mil ex miembros de esa organización se desmovilizaron y algunos iniciaron diferentes emprendimientos vinculados a una de las temáticas más anheladas en Colombia: la paz.

Según La Cooperativa de Economías Sociales del Común (Ecomun), asociación creada por ex combatientes de las FARC para apadrinar los distintos proyectos derivados del proceso de paz, hay más de 260 emprendimientos en todo el territorio colombiano, de los que participan más de 7 mil asociados.

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“Hay nuevos proyectos productivos, pero están precisamente en libre implementación individual. Nosotros le apostamos, precisamente, a un proyecto de carácter colectivo, pero eso ha tenido muchas dificultades en la medida en que el gobierno no ha dado el apoyo sustancial”, afirma Ubaldo Zúñiga, alias “Pablo Atrato”, ex combatiente de las FARC y actual presidente de Ecomun, acerca de las iniciativas y la escasa contribución de la administración de Iván Duque a ellas. 

Cerveza y bar. Uno de los emprendimientos que surgieron a raíz del acuerdo de paz promovido por el ex presidente Santos fue la producción de la cerveza La Trocha que,     por iniciativa de sus creadores de solo fabricar la cerveza artesanal, pasaron a abrir un bar denominado La Casa de la Paz, donde reciben e impulsan otros proyectos, tanto de ex combatientes como de campesinos. Un dato a destacar, vinculado a la identidad de la cervecería, es que en sus redes sociales sus impulsores la llaman “hija del proceso de paz,” demostrando la importancia que tuvo este acontecimiento para que ellos pudieran reintegrarse a la sociedad civil.

“Un día nos llegó una invitación a la comunidad de las FARC, para ver si queríamos aprender a hacer cerveza, hicimos un curso y después la Universidad Nacional de Colombia nos dio otro curso sobre cervecería artesanal. No fue difícil convencer a los compañeros para que comenzáramos este proyecto”, cuenta Doris Suárez Guzmán, una de las fundadoras de La Trocha, sobre como comenzó el emprendimiento.

La particularidad de este tipo de proyectos es que no sirven únicamente para que los ex combatientes puedan integrarse nuevamente a la sociedad, sino que posibilitan ir quebrando las barreras de algunos prejuicios que la sociedad colombiana tuvo y aún tiene con todos los miembros de las FARC.

“Quiero que La Casa de la Paz sea un lugar de encuentro para hablar y que muchas personas desmitifiquen la información que hay sobre la guerrilla y que conozcan cómo realmente somos”, afirma Anhelo Suárez Guzmán, en referencia a los conceptos negativos que un sector de la sociedad colombiana conserva todavía sobre ellos. 

Plebiscito. Una de las grandes demostraciones de la cristalización de conceptos que existía para con los miembros de las FARC fue el plebiscito de 2016, impulsado por Santos, cuando un poco más del 50% de la población votó en contra de los acuerdos de paz, en un sufragio en el que solamente participó el 37% de la población colombiana.

“Hoy en día el resultado del plebiscito por la paz sería diferente, aquí lo que hizo falta fue una pedagogía en torno al contenido del acuerdo y a quien iba dirigido, eso no se hizo; por el contrario, hubo una campaña muy fuerte de la oposición. Yo creo que hoy sería diferente, sobre todo viendo lo que ocurrió desde 2016 hasta ahora”, afirma Victoria Sandino, ex combatiente y actual senadora por el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, (también FARC), brazo político de aquella organización, en relación con los motivos que llevaron a un sector mayoritario de los votantes de aquel referéndum a inclinarse por el no.

Dentro del abanico de iniciativas, muchas se encuentran dentro del espectro de la producción de alimentos en zonas rurales, siendo Cosechas de Paz, justamente, el emprendimiento que intenta ser el eslabón entre los productores campesinos, ex combatientes o víctimas del conflicto, y las zonas urbanas.

“Cosechas de Paz nace de la necesidad de dar respuesta al ver cómo algunos campesinos han sido afectados por la pandemia y poder realizar un trabajo colectivo entre los campesinos y los que apoyamos la reconciliación en Colombia”, describe John Eduard Monroy, quien fuera milicia urbana de las FARC durante casi 15 años.

En muchos de los emprendimientos, la palabra paz es una expresión repetida, con significación de anhelo, pero este sentir choca diariamente contra un lamentable muro de realidad, lo que demuestra que en Colombia la paz está, por ahora y por razones multicausales, a una distancia inalcanzable para la cotidianeidad de la población de este país.

Luego de conseguido el pacto en La Habana y desde que se firmó el acuerdo de paz en 2016, más de 275 ex combatientes de las FARC fueron asesinados, la mayoría de ellos pertenecientes a programas establecidos en el marco del mencionado acuerdo.

“Este gobierno no tiene ningún compromiso con el acuerdo de paz, ya van más de 275 de nuestros compañeros y compañeras asesinados. El Estado debe cumplir lo pactado, de lo contrario no vamos a salir nunca de esta confrontación, de este conflicto y de la violencia permanente que ha tenido Colombia a lo largo de su historia”, afirma la senadora Sandino.

A pesar de que muchos ex militantes depusieron los enfrentamientos armados, con tantos asesinatos de ex combatientes el gobierno de Iván Duque no da respuesta concreta sobre esta problemática. “Nosotros nos desmovilizamos, aunque a mí no me gusta esa palabra, dejamos las armas, pero nuestras ideas de transformación social están aquí, en nuestra cabeza. Fue solamente dejar las armas y empezar a dar la lucha con los objetivos políticos, pero nuestros ideales de lucha y transformación social están ahí latentes. Muchos camaradas regresaron a las armas porque no encontraron ningún tipo de garantías”, lamenta Doris Suárez Guzmán, quien durante 15 años combatió con las FARC. 

En relación con la responsabilidad del gobierno del presidente Duque sobre las masacres a ex combatientes y participantes del proceso de pacificación de Colombia, Ubaldo Zúñiga asegura que “hay un exterminio sistemático que estamos sufriendo los firmantes de la paz, porque el gobierno simplemente saca estadísticas, pero nunca dice quiénes dan la orden de este magnicidio contra los ex combatientes, de eso no se habla. Algunos creemos que hay una responsabilidad del Estado frente a este exterminio, porque en el acuerdo se establecieron puntos de seguridad y protección que no se cumplen”.

Dejar las armas, pero no la lucha. Uno de los puntos conformados en el acuerdo de paz de 2016 fue la posibilidad de la participación política, tal como lo establece el ítem dos del convenio. A raíz de esto, las FARC pudieron obtener, en 2018, 10 curules, 5 senadores y 5 representantes a la cámara, lo que representó una nueva etapa de esta organización, ya que por primera vez en su historia logró representación democrática en el Poder Legislativo, acontecimiento que también motivó a muchos ex combatientes a seguir el camino de abandonar las armas y continuar la lucha desde otros espacios institucionales.

“La paz de la que nosotros hablamos tiene que ser paz con justicia social, una paz completa, donde haya garantías para la educación, donde haya salud digna, vivienda digna, es un cúmulo de cosas que, si estuvieran bien, la guerrilla no existiría, porque no habría nada para pelear si todas las garantías están ahí. La paz no es solamente el silencio de los fusiles, sino la justicia social”, asegura Monroy, que dirige el proyecto de la cervecería La Trocha.

Sobre esta justicia social que diferentes sectores de la población colombiana reclaman al gobierno de Iván Duque, demanda que se enfatizó a raíz de las recientes y persistentes protestas a pesar de la gran represión desplegada por el Estado, Sandino asegura que el uribismo, vertiente política de Duque, “no ha traído más que miseria y hambre” al pueblo colombiano.

El uribismo fue el principal enemigo del proceso de paz, dado que la mayoría de las campañas vinieron por parte del ex presidente Álvaro Uribe Vélez y el partido que él lidera, el Centro Democrático.

A pesar de los sistemáticos asesinatos y las permanentes amenazas a los ex combatientes, el proceso de paz parece haber abierto una puerta difícil de cerrar, porque da lugar al ingreso de la esperanza de quienes apuestan por la paz y creen que el haberse desarmado para virar esa lucha hacia otra sustentada en perspectivas democráticas con acento en lo social es el rumbo que hay que transitar.

“En el momento en el que tomamos las armas creíamos y apostábamos a la transformación social, no nos dejaron otro camino. Yo creo que a ninguno le gustaba el monte, ninguno lo hubiera elegido por voluntad propia, porque le guste y le apasione esa vida, pero no nos dejaron otra opción. Pero no quiero que a los chicos que están marchando ahora los obliguen a irse para el monte y los persigan”, concluye Suárez Guzmán en referencia a la coyuntura social y a las posibilidades de que estas manifestaciones se agraven y se trasladen nuevamente a la lucha armada, esa que tanto Doris como sus compañeros  realizaron durante varios años de sus vidas con el sueño de poder contribuir a la reconstrucción social con justicia y equidad, anhelo que trasladaron al espacio representado por la cerveza que artesanalmente producen y en donde se suceden  las  historias que  día  a  día, con fervor, cuentan a quienes visitan el lugar.

*Periodista. Desde Bogotá.