Es conocida la invisibilización de las mujeres en la literatura. Tenían pocos caminos si querían escribir en el siglo XIX: alejarse del mundo siendo consideradas raros ejemplares o cambiar su identidad. Hasta que en 1928 Virginia Woolf escribió Una habitación propia, y definió las reglas de juego: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”
Pero, aún hoy parece que esta diferencia en el ingreso al mundo de la escritura, según el género de la persona que escribe, sigue vigente. ¿Por qué a los varones no se los encasilla bajo el rótulo literatura masculina, pero a buena parte de las mujeres nos siguen ubicando bajo el cartel literatura femenina en los anaqueles de las librerías?
A través de las novelas románticas, consideradas un género menor dentro de la literatura, las mujeres podemos, entre tantas otras cosas, hablar de sexualidad, de embarazos no deseados, de abortos, de la desigualdad, del placer, del deseo, de la masturbación, de la menstruación. ¿Esa sería una literatura femenina? ¿Por qué?
Hace poco The Orlando Books, mi editorial, publicó el libro Mal Amor. Se trata de un chico de 17 años que recientemente fue padre. Él no convive con la madre de su hijo y tiene que aprender a vivir con sus nuevas responsabilidades mientras se pregunta si tiene lugar el amor en su vida. Se trata de un protagonista varón que se hace preguntas sobre el amor y sobre cómo ejercer la crianza, actividades habitualmente asociadas a las mujeres-madres. Un chico al que le pase hoy algo semejante seguramente existe… ¿No podría leerlo porque es un texto categorizado dentro de la literatura femenina? ¿O debería leerlo a escondidas? ¿Resulta aún vergonzoso para los hombres hablar sobre ciertas cosas?
Educar en el feminismo desde el jardín de infantes
Mi trayectoria como escritora de telenovelas obviamente dirige mi mirada en esta problemática. Y por eso, recuerdo claramente cómo los varones decían no ver Patito Feo aunque en la intimidad de sus casas la viesen. Era como un consumo secreto, culposo, algo inconfesable… Con la llamada literatura femenina, ¿pasa lo mismo?
Este consumo reprimido, esta resistencia y esta tajante división entre la literatura femenina por un lado y la literatura a secas por el otro, ¿tiene que ver con que “las mujeres son más sensibles” o con que El varón ideal no puede mostrar sensibilidad? ¿Vamos a seguir sosteniendo esta idea de que los hombres se ocupan de cuestiones de la razón, mientras que las mujeres se preocupan por el mundo sentimental? ¿Todavía vamos a sostener la locura de que “los hombres no lloran”? Porque con estas categorías creo que estamos diciendo algo muy parecido: los hombres no leen novelas de amor. Quizás es hora de que las masculinidades frágiles no enceguezcan más a los varones que van a buscar algo que leer. Quizás es hora de que se den la posibilidad de conmoverse con una buena historia de amor. Quizás, o mejor, espero que sea ya hora de dejar de lado las etiquetas que limitan tanto a escritores como a lectores en su relación con la literatura.
*Marcela Citterio, la pluma detrás de éxitos como “Patito feo”, “Amor en custodia” y “Heidi, bienvenida a casa”. Escribió para Telemundo, TV Azteca, RCN y Nickelodeon, y ahora lo hace para Netflix.