OPINIóN
Columna

Educar en el feminismo desde el jardín de infantes

La literatura infantil está cambiando, los dibujos animados están derribando estereotipos, el deporte evoluciona y la cultura está en movimiento. ¿Y la educación?

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Nena jugando | FreePik

¿Qué es educar en el feminismo? hablar de feminismo resulta ser polémico cuando no se tiene muy en claro el concepto.

Voy a intentar simplificarlo, cuando hablamos de feminismo y queremos transmitirlo como aprendizaje no hablamos de igualdad, porque sabemos que no somos iguales en cuánto a género, por tanto, no hablamos de leyes iguales, sino de leyes justas.

Si hablamos de educar en el Feminismo, hablamos de coeducar, hablamos de valores que debemos compartir y transmitir a nuestros niños desde temprana edad. Enseñarles que a la hora de jugar, los juegos y juguetes no tienen sexo y que no deberían estar clasificados, aunque así lo marque la sociedad –sociedad que debería “re educarse”– . Las niñas pueden jugar a la pelota y ver un partido de básquet o de fútbol y los niños cumplir en el juego roles hogareños. En el jardín de infantes, los niños cumplen esos roles al jugar: imitan bebés, imitan animales o preparan una rica comida o un café y le convidan a “la señorita”. Esto sucede porque los niños aprenden imitando, observando y manipulando lo que ven. Los pequeños de la casa no van a trabajar con sus papás, sí tal vez lo hagan yendo al trabajo de su mamá y en la mayoría de los casos es la mamá quién pide el día laboral para quedarse al cuidado de los pequeños cuando se plantea un inconveniente. Al plantearse estas situaciones en los hogares es como los niños y niñas desconocen lo que hacen fuera de sus casas sus papás, por lo tanto, a la hora de jugar, asumen roles hogareños y juegan “a lo que ven y observan”.

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Las políticas educativas y la igualdad de género

Es cierto que en los hogares los roles fueron modificándose y los hombres –algunos– suelen ser más compañeros en las tareas y ese “modelo” de compañerismo es visto e incorporado por los niños y niñas de la casa; a pesar de estos nuevos modelos en muchos otros, quién cocina, pone la mesa, ordena o lava los platos al llegar de un día de trabajo aún es la mujer de la casa.

Es por mandato patriarcal que, jugar a cocinar, a bañar bebes, a ordenar, están determinados para las niñas. Los estereotipos y la mirada sobre aquello a lo que juegan, la tiene el adulto que como mencioné, debe re educarse para acompañar en ese desarrollo de igualdad de derechos para estas niñas y niños.

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Cuando entramos a una juguetería las góndolas están divididas en juegos para niñas y juegos para niños y lo mismo ocurre al entrar a un local de ropa está dividida por colores y por género. La idea de igualdad está dada para educar que al entrar a una juguetería o a un local de venta de ropa ambos –niñas y niños– puedan mirar y elegir el juguete y la prenda de color que les gustaría tener para jugar y para lucir.   

Educar en la igualdad es mostrar en la familia que ambos podemos cambiar roles, que los niños son vulnerables y las niñas también lo son, que en la historia hubo grandes hombres que libraron muchas batallas, pero también hubo grandes heroínas. Que las niñas pueden jugar con muñecas, pero también podemos participar en ese juego y hacerle saber que a esa muñeca puede hacer una experiencia científica; que los niños pueden jugar a que están en un “campo de batalla” pero que en el mismo hay y hubo alguien que se encargó de la comida o de repartir y guardar los abrigos que usarían al día siguiente.

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La literatura infantil está cambiando, los dibujos animados están derribando estereotipos de Princesas y de Príncipes, el deporte está evolucionando, la cultura está en movimiento.

Para educar a nuestros hijos en el feminismo, el desafío está planteado; sólo tenemos que transmitir que las niñas pueden vestir con la ropa que quieren, jugar con juegos y juguetes que ellas elijan, estudiar y formarse el día de mañana, en la carrera que decidan, hacerles saber que podrán acceder a puestos jerárquicos y ser remuneradas igual que los hombres, elegir ser madres o no, ser respetadas y respetados unos y otros independientemente del género.