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Defensora de Género

Las políticas educativas y la igualdad de género

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Ley 1.420. Sancionada durante el gobierno de Roca establecía educación pública, gratuita y obligatoria. | cedoc

El camino hacia la igualdad de género tiene vínculos innegables con las políticas educativas, algo que no siempre se enmarca adecuadamente. Mientras hay quienes creen que la educación es la principal e incluso la casi exclusiva responsable, otros la minimizan. Es interesante analizar en el Suplemento Educación del domingo “Los desafíos de la educación en el siglo XXI a 135 años de la Ley 1.420” algunos vínculos que Leandro Bruni recuerda.

La Ley 1.420 fue sancionada en 1884 durante el gobierno de Roca, quien coronó una serie de acciones que se venían desarrollando y logró la sanción. El objetivo central de favorecer que los niños de 6 a 14 años logren el desarrollo moral, intelectual y físico a través de la educación pública gratuita y obligatoria fue pionero y trascendente para igualar a niñas y niños socialmente. Fue revolucionaria y constituyó un avance liberal que rompió la relación con la Iglesia que tenía una fuerte influencia en la educación.

A lo largo de los años, ese interés de los dirigentes políticos por la educación se fue perdiendo y en nuestros días no es un tema prioritario. Bruni señala la escasa presencia del tema en los debates presidenciales recientes. ¿La educación no es importante? ¿No es un tema prioritario para la ciudadanía? ¿O es solo la indiferencia de la política? En momentos de gran desigualdad social y económica en el país, donde la pobreza afecta a más de la mitad de los niños y se consolida como una característica estructural de la sociedad, donde la desigualdad creció, no meramente en lo económico, sino integralmente, y que es mucho más grave que la pobreza y más difícil de combatir.

La pobreza se puede paliar e incluso disminuir con políticas de “contribuciones económicas” como la Asignación Universal por Hijo y similares. La desigualdad requiere cambios estructurales que nuestra sociedad no está encarando y nuestros políticos evaden. A ambos les es más fácil ampliar los subsidios que enfrentar y discutir la redistribución de la riqueza y la política tributaria. También no enfrentar los modelos de producción y su impacto en el medio ambiente, siempre con la excusa de que, por la crisis económica, estos temas se deben postergar. La frase: “Cómo pedir a los empresarios que atraviesan momentos de poca productividad que inviertan en el cuidado del medio ambiente”  la escuchamos desde hace más de cuarenta años. Al considerar los desafíos actuales de la educación en el país Bruni señala: mejorar su calidad, disminuir la deserción escolar en la secundaria y ampliar el horario extendido.

La tapa de diario PERFIL de este domingo 17 de noviembre

No incluye otros como la necesidad de mejorar el acceso, especialmente de las niñas, a la tecnología, la matemática, la ingeniería y la ciencia, ni asegurar la educación sexual integral que promueve la igualdad de género. La reducción de la desigualdad entre mujeres y varones en la escuela es clave para alcanzarla en otros ámbitos. Esto es claro en el artículo en que se comenta el reconocimiento a la Universidad de Cuyo por sus políticas de género, como contar con protocolo para la violencia de género, adherir a la ley Micaela y también la inclusión de la editora de género en sus medios. Necesitamos políticas educativas con este enfoque para lograr la igualdad.  

Frente a estos avances persisten concepciones contrarias a la llamada “ideología de género“ expresadas por monseñor Aguer, que mereció cuestionamientos, como se indica en Sociedad el sábado. La falta de autocrítica y el silencio cómplice de la Iglesia frente a los ataques sexuales que durante años padecieron niños, niñas y adolescentes en instituciones religiosas son los principales argumentos que cuestionan quienes no pueden permanecer silenciosos ante estas expresiones homofóbicas y contrarias al feminismo.

Las mujeres no somos conscientes al comprar “moda rápida” de que estamos sosteniendo cadenas de producción que explotan a costureras en todo el mundo, que la producen sin ninguna protección social y mal pagas. Esto nos recuerda en 50/50 Valli el domingo. Para no ser cómplices debemos no solo reducir el consumo, también no comprar marcas que explotan a costureras. Un consejo antes de comprar “moda rápida”: busquemos información sobre sus métodos de producción.