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Defensora de Género

Por qué nos cuesta tanto a las mujeres llegar al poder

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Cirujanas. Se agruparon para reclamar más igualdad dentro de los quirófanos. | Obregon

Los titulares del fin de semana pasado en PERFIL llevan a esta pregunta. Analicemos por qué. En primer lugar en Sociedad el domingo Fernández Escudero muestra la lucha de las mujeres cirujanas para  “achicar la grieta de género”, grieta que existe y persiste. Todos los avances hacia la igualdad logrados, en la medicina parece imposible alcanzarla, la cirugía es una de ellas.

En esto actúan muchos factores, que sumados resultan en que más del 60% de las que se forman como cirujanas operan menos, y en general no encabezan equipos quirúrgicos. Por eso dicen “Queremos las mismas oportunidades”. Revisemos qué lo impide. La cirugía está rodeada en el imaginario colectivo, que incluye a los profesionales de la salud, al riesgo de muerte. Cuando frente a un problema de salud nos dicen que hay que hacer una intervención quirúrgica, todos nos asustamos, el fantasma es la posible muerte.

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Miedo a morir que no sentimos frente a otros tratamientos, también de mucho riesgo. Esta asociación con la muerte, justifica la importancia que se le da a quien va a ser el responsable. Ahí aparece el otro motivo: aún la sociedad valora más a los varones que a las mujeres, entonces si la cirujana es una mujer la primera reacción es rechazarla, porque no nos da garantías de que pueda tener éxito.

Claro que esto es irracional, pero es lo que lleva a la resistencia a aceptarlas, que sin fundamento racional es aplicado por los responsables de los servicios de salud que prefieren a los cirujanos para tenerlos como jefes y principales responsables de organizar los servicios y decidir quién y cuándo participa. Para ellos las mujeres somos las ayudantes ideales, no las cirujanas. El grupo “cirujanas argentinas” lucha para cambiar esto que obliga al cambio en toda la sociedad. En Economía en 50/50, Bárbara Toth, directiva de una empresa internacional de reclutamiento de personal, que desde hace siete años vive en el país, escribe “La trampa de género en las empresas”. Artículo que señala la escasa presencia de mujeres en el sector coorporativo en Argentina, aún más bajo entre dueños y presidentes. Cuestiona ahora, algunas empresas aplican la cuota de género, porque se pierde la elección del mejor candidato sin importar su sexo, religión u otro factor. Y agrega “se fuerza solo para cumplir algo porque está en la lupa social”.

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Este razonamiento es el mismo usado para criticar la ley de cupo en el Congreso, que muchas mujeres políticas compartieron, pero que se desvanece cuando se entiende en situaciones de gran desnivel de posibilidades: es necesaria la discriminación positiva o las cuotas para empezar a igualar.

La autora señala esto, pero evidentemente no le alcanza para aceptarlo. Tampoco considera la necesidad del reparto más igualitario entre mujeres y varones de las tareas de los cuidados no remunerados, ni la responsabilidad compartida por gobierno, empresas y familias, para facilitar la participación laboral de las mujeres. Plantea como una causa de las desigualdades en la participación empresarial, a la falta de independización precoz de los jóvenes, hombres y mujeres, a partir de los 18 años, como ocurre en EE.UU. cuando entran a la Universidad. Factor que en otros países europeos, con mayor igualdad de género, no existe y sin embargo, la participación es más igualitaria. Estas discusiones son las que nos debemos en el país. Y para demostrar que las mujeres podemos alcanzar altos niveles de poder, la nota en Protagonistas sobre Dakillah, la referente del trap argentino el domingo es buena.

Esta joven de 19 años le abrió el camino a muchas otras. Ella reconoce que desde hace casi dos años hay más chicas que se animan. Pero agrega: “A mí no me pasó que los chabones, por ser mina no me dieran el lugar, pero si a alguna le pasó le doy el mensaje que hay lugar”.  En el trap no se juega la vida como falsamente se cree en una cirugía, pero la menor valorización de las mujeres actúa al igual que en las empresas. La desigualdad de género es una característica que tenemos que cambiar, empecemos ya.