Muchas son las teorías que pueden aplicarse a este comportamiento, pero es necesario remontarse al origen que le dio inicio.
La cuarentena obligatoria comenzó a regir en Argentina a las 00 horas del viernes 20 de marzo de 2020 y finalizó el lunes 9 de noviembre, sumando 234 días. Posteriormente se estableció el inicio del DISPO, el cual rigió desde el 29 de noviembre y fue extendido hasta el 20 de diciembre. Alcanzando los 275 días de medidas sanitarias.
Se puede afirmar, teniendo en cuenta las diferentes teorías psicológicas, que tanto lo desconocido como el encierro conlleva al sufrimiento psíquico, ya que altera el equilibrio de la energía psíquica necesaria para el sostenimiento de la salud mental.
Un avión tuvo que regresar en pleno vuelo porque una pasajera se negó a usar barbijo
El psiquismo pensado en términos Freudianos, indica que la mente necesita mantener un monto de energía moderado, entre aquello que resulta placentero y aquello que es displacentero, para mantener un equilibrio mental. Es decir, mantener un monto de energía razonablemente estable. Cuando este equilibrio se ve alterado ya sea por causas internas o externas, sobrevive aquello que conocemos como sufrimiento psíquico.
Continuando con esta teoría, se puede sostener que el aislamiento produce un deterioro de los lazos sociales que son de suma importancia en la construcción de la subjetividad. Es aquello que brinda las herramientas necesarias para entender la identidad de cada persona y el lugar que ocupa dentro de la sociedad.
El psiquismo opera ciertos mecanismos de defensa frente a este sufrimiento psíquico. Uno de ellos, que podría dar explicación al comportamiento de no usar barbijo o vacunarse, es el de la formación reactiva, que transformará un sentimiento en lo contrario, mostrando así un comportamiento exagerado o desmedido totalmente opuesto al de origen.
El aislamiento parecía la única herramienta frente a este virus del que poco se sabía, pero la sociedad se enfrentaba nada más y nada menos que a la amenaza de muerte. La presentificación del fin sin retorno, donde todos los sueños y anhelos se derrumban. Acostumbrados a vivir como si nunca fuéramos a morir, el fin del aislamiento potenció otro valor del tiempo y la intensidad con la se dispone a transitarlo.
Cuando ya no se está dispuesto a volver hacia atrás se suele tomar la decisión de “Quemar las naves”, término que representa a Hernán Cortés cuando desembarcó en las costas americanas para dirigirse al imperio Azteca. Al llegar, descargó las cosas de mayor valor del barco y, seguidamente, ordenó quemar las naves. Ya no había posibilidad de retirada. Su tropa tenía que concentrar todas sus capacidades y energía en marchar hacia adelante y, así, alcanzar el triunfo.
Cuando solo queda mirar hacia adelante, el único camino es el triunfo de conquistar lo postergado, lo perdido, lo anhelado por 275 días.
* Lic. María de las Mercedes Lotufo. Docente de la Lic. en Psicología, UADE.