OPINIóN
Análisis

Dejemos la “e” para “crecer”

Enceguecidos por intereses particulares, ni oficialismo ni oposición están siendo capaces de hacer propia la agenda más elemental de preocupaciones sociales.

Alberto Fernández
Alberto Fernández | Cedoc

2021. 57 mujeres sobrevivieron. Sufrieron la violencia de exparejas, parejas o cónyuges pero zafaron. No me imagino el terror de tener que preguntarse hasta cuándo. Otras 68, lamentablemente, fueron víctimas de femicidio. Al 8 de marzo, contamos más de una por día. En el mismo periodo, 54 hijos quedaron huérfanos. Cifras del Observatorio "Lucía Pérez". Números que son personas.

Entretanto, el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad (ocupado en lo importante) licitaba para este año servicios de catering tipo lunch, desayunos y meriendas por 51 millones de pesos. O compraba 40 cestos papeleros a 15.600 pesos ¡la unidad!, más de $623.000 en total y más de quince veces el precio de mercado. Números que son dinero. Dinero que no va a donde debería.

Una mezcla de frivolidad e impunidad. El Ministerio maneja una enorme caja, equiparable al presupuesto de la provincia de La Rioja, pero hasta ahora solo ha sabido dar espacio a divagaciones ideológicas y contubernios académicos de sus “intelectualas”. Mientras tanto, lo único que consiguen las mujeres en peligro es una colección de denuncias a sus agresores, cajoneadas en alguna comisaría o juzgado de la zona. A veces, ni eso.

¿Cuál es la prioridad? No hay respuestas para lo urgente ni gestión para lo importante.

Apuntes sobre el lenguaje inclusivo

“Líderes y lideresas”, “sujetos y sujetas”, se esmeraba en decir el presidente en su discurso. Como si usar la “a” les resolviera algún problema o les mejorara la vida en alguna medida a esas y al resto de las mujeres. Como si hacerlas protagonistas del relato compensara la falta de seguridad, de vivienda, de trabajo digno, de pan sobre la mesa y de una educación integral y humanista que empodere realmente.

La solución a tiro siempre termina siendo la ayuda social, que nunca es suficiente. Emitir y repartir. Una espiral de decadencia que nos trajo hasta donde estamos hoy: tenemos un gasto público que es el mayor de la historia y, aún así, también la mayor pobreza. . Pobreza que a la vuelta de la democracia era del 16% y hoy ronda el 50% y sigue aumentando. Pobreza que, no casualmente, se amontona en las mujeres más jóvenes y en los niños, redoblando la vulneración de sus derechos.

“Para incluir de manera sostenida  y crear una sociedad más justa y equitativa, dos condiciones son necesarias: crecimiento económico y estabilidad”, decía recientemente el reconocido economista Jorge Sarghini. Pero los datos que arrojaba en ese sentido no eran para nada alentadores: desde el regreso de la democracia el crecimiento per cápita en la Argentina solo ha sido del 1,1% anual, y de esos 36 años, 15 han sido de caída, con una inflación promedio anual para todo el periodo del 70%.

Entonces ¿de qué empoderamiento hablamos? Si la economía toda es un caos y no hay acceso a la educación, que es lo único que realmente equipara y nos hace IGUALES, no hay empoderamiento, independencia ni desarrollo posible. Ni para las mujeres, ni para los niños, ni para las diversidades, ni para nadie. Si no hay un foco en lo prioritario, si no se destinan los mayores esfuerzos a potenciar el trabajo genuino, el desarrollo industrial, la inversión productiva, lo único que habrá para distribuir serán palabras.

Lenguaje no sexista: por una sinergia entre la “A” y la “E”

 

Enceguecidos por intereses particulares, ni oficialismo ni oposición están siendo capaces de hacer propia la agenda más elemental de preocupaciones sociales.

Hoy, en la Argentina, la incertidumbre por el futuro es transversal a géneros, edades, clases y cualquier otro criterio de contenido ideológico que se quiera aplicar. Y no se resuelve con cuadernillos y cursos, o declaraciones en lenguaje inclusivo.

Empecemos por lo importante. Si hay que usar la “e”, que sea para “crecer” y para “educar”, en serio!


* Mariano Gendra Gigena, abogado y dirigente político Federal.