OPINIóN
La columna de la UB

Hay que repensar el rol del docente universitario

Los alumnos y el contexto tecnológico fuerzan, de alguna manera, a las instituciones educativas para que produzcan cambios.

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Los docentes universitarios deben aggiornarse a los cambios | Pixabay

Es innegable que los alumnos no sólo modificaron sus expectativas, su vinculación con el contexto y con las tecnologías, y su modo de percibir y relacionarse con las cosas y con los otros, sino que tienen otras destrezas y habilidades. Son ellos los que fuerzan, de alguna manera, a las instituciones educativas para que produzcan cambios.

¿Pero qué sucede con los docentes que deben responder a estas demandas? ¿Son capaces no sólo de registrar estos nuevos requerimientos sino de dar respuestas acordes? ¿Pueden acompañar estas necesidades?

A pesar de que muchos docentes creen que su principal valor es el dominio de la disciplina, los testimonios de los alumnos nos muestran que lo más importante no es esto, sino el modo en que se relacionan, el tiempo que dedican a orientar, la forma en cómo hacen las cosas, las herramientas que les brindan para crecer, para ayudarlos a organizar la información, distinguir qué es valioso y qué no lo es, y cómo les inculca el sentido crítico.

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Lo que reclaman los estudiantes es que sus docentes los formen y acompañen en el desarrollo de las habilidades requeridas por este mundo en constante cambio: para la comunicación y la autogestión, para el mundo del trabajo y la investigación, para la resolución de problemas en situaciones inestables y de incertidumbre.

En este nuevo contexto, se espera un docente más colaborador y menos solitario, que trabaje en red, de manera interactiva, incluso con docentes de otras universidades. Que fomente la participación, el trabajo en equipo, la construcción de portfolios compartidos. Que revise su vínculo con la información, aceptando que ya no es el único que la posee, e incluso que sus alumnos pueden ser más competentes en la utilización de la tecnología para acceder a ella.

También se espera que un docente genere situaciones de enseñanza con metodologías innovadoras, superando las propuestas unidireccionales (docente/alumnos), o bidireccionales (docente/estudiantes, y viceversa). Que esté abierto a la experimentación: a otras formas de trabajo tanto con estudiantes como con los servicios y productos nuevos que Internet ofrece.

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Finalmente, que el docente sea exigente, demostrando su interés y ocupación por el progreso de sus estudiantes. Y que establezca vínculos de confianza en el aprendizaje de sus estudiantes.

El docente no está solo en este cambio o el cambio no está solo en el docente. Por una parte, el estudiante también tiene una alta cuota de responsabilidad en estos nuevos contextos. Por ejemplo, para dejar de ser un receptor pasivo, que espera todo de sus docentes y pasar a ser protagonista e involucrarse activamente en su formación.

Por otra parte, la institución es copartícipe y corresponsable de la formación y de la actualización de sus docentes, de la facilitación de los recursos necesarios que fortalezcan y mejoren el acto de enseñar.

El rol de la Universidad y la actualidad

También está la sociedad, con sus expectativas sobre la formación de profesionales que respondan a las demandas actuales en la resolución de problemáticas complejas. Una sociedad que no siempre ofrece el reconocimiento a la profesión docente y sus aportes para mejorar las condiciones de vida de todos los sujetos.

Finalmente, las políticas educativas son responsables de garantizar condiciones dignas y estimulantes acordes a la responsabilidad que les exige a sus docentes.

(*) Por Clara Bonfill, coordinadora académica de la Facultad de Estudios a Distancia y Educación Virtual de la Universidad de Belgrano.