Las causas de corrupción en la Argentina tienen una duración promedio de 14 años y un porcentaje de condena que no llega al 1%. La frase de que “nadie va preso por corrupción en la Argentina” es, entonces, cierta y lo pudimos confirmar en este año y medio con la liberación de presos que habían sido condenados entre 2015 y 2019 por corrupción.
Hoy, mientras asistimos a recurrentes intentos por impulsar una reforma judicial que ate de pies y manos a jueces y fiscales, nos enteramos de que después de 16 años de radicarse la primera denuncia y tras dos años de haberse elevado a juicio, quienes llevan adelante la causa “Skanska” se proponen citar a más de 600 testigos.
El llamado, lejos de desentonar con la intentona parlamentaria, parece ir en la misma línea de impunidad que pretende este gobierno. Demorar, entorpecer y posponer son los métodos que aseguran impunidad.
El “caso Skanska” ya se acerca a los 16 años. En 2005, denunciamos los desvíos entre lo presupuestado y lo pagado por el Estado en una contratación que se llevó a cabo para la construcción y montaje de tres plantas compresoras de gas. En su momento, salió a la luz que Transportadora Gas del Norte había puesto en conocimiento del Enargas la existencia de sobreprecios en las ofertas realizadas por diferentes empresas, entre ellas Skanska, que no solamente no tenían una explicación razonable, sino que además desconocían otras alternativas económicas más eficientes de las que el Estado disponía para contratar. A pesar de las múltiples advertencias, se consumó el sobreprecio en diferentes obras y se estima que hubo una diferencia entre lo presupuestado y lo pagado de más de $ 185 millones, que se rindió a través de facturas apócrifas.
Las causas de este tipo en Argentina tienen una duración promedio de 14 años y condenas que no llegan al 1%
El de Skanska fue el primer gran escándalo de corrupción del kirchnerismo a muy pocos años del inicio de su gobierno y da cuenta de un mecanismo para el pago de coimas que vimos más adelante en los múltiples hechos que le siguieron, como por ejemplo en la causa de los cuadernos. Las pruebas existentes son contundentes e incluyen grabaciones de un diálogo telefónico a través del cual un gerente de la empresa sueca reconocía la existencia de facturas falsas, el reparto de coimas multimillonarias y sugería la existencia de un modelo de corrupción similar en distintas obras encaradas por el entonces gobierno nacional.
En un primer momento, la causa por pagos ilegales se cerró sin grandes debates. Sin embargo, en 2015 se ordenó anular los sobreseimientos y reabrirla para una adecuada investigación. En 2019, el juez Casanello elevó la causa a juicio oral y a la fecha no hay una resolución definitiva. El caso está recorriendo el camino de la impunidad.
Es sabido y está demostrado que un país con altos niveles de corrupción, lejos de avanzar hacia condiciones que favorezcan el progreso, se estanca en la pobreza y la falta de infraestructura y es poco atractivo para la inversión productiva.
La relación de la Argentina con la corrupción no es una novedad, pero si no se hace nada, nada va a cambiar. Creemos que es el momento de aprovechar el consenso que hay sobre la necesidad de reformar algunos aspectos del sistema de justicia para garantizar mayor independencia de jueces y fiscales a la hora de investigar casos complejos y agilizar los tiempos de las resoluciones de las causas. Reformas como la del Ministerio Público o la de la Organización y Competencia de la Justicia Federal, que están en debate en el Congreso, no solamente no van en esa línea sino que dejan en evidencia una estrategia para designar a dedo a los funcionarios encargados de investigar hechos de corrupción a fin de lograr que el paso del tiempo garantice la impunidad de los corruptos.
Skanska es un símbolo de lo que no debería tener más lugar en la Argentina. Tras 16 años la causa sigue sin condenas, al igual que decenas de otros expedientes que se acumulan en la Justicia. El Gobierno nacional intenta que la impunidad se eternice y la corrupción no se investigue, pero podemos hacer cosas para pararlo. Hagámoslas.
*Senador nacional (JxC).
*Ex secretario de Asuntos Políticos e Institucionales de la Nación.