OPINIóN
algo poco conocido

Su compromiso político en Canadá

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Montreal. La pareja en 1978. Al fondo, una de las torres a las que se mudaron años después. | cedoc

Escribir sobre Mario Bunge hoy, un año después de su muerte, el 24 de febrero de 2020, a los 100 años, es para mí difícil, pero necesario. Rodeada como he estado de todos sus libros y cosas, día tras día durante un año, siento su presencia, así que, ¿cómo puedo escribir sobre él como si se hubiera ido? Esta es la parte difícil. Sin embargo, aunque mucho ha sido escrito por otros sobre sus puntos de vista políticos, algo que él mismo expresó con su habitual claridad, franqueza y perspicacia en su libro Filosofía Política (2009), poco se ha dicho de su actividad política en Canadá, país en el que pasó más de la mitad de su vida. De ahí la necesidad de escribir esto.

En un artículo que publicó para la universidad McGill (http://bit.ly/bungeyargentina) Mario, que tenía 96 años en ese momento, explica por qué había decidido dejar su país de origen, Argentina, primero tentativamente, en 1960, y luego definitivamente en 1963, vagando por Europa hasta llegar a la Universidad McGill a fines de 1967.

Quería alejarse de la política para dedicarse a su trabajo sin distracciones. Sin embargo, no pudo evitar involucrarse y se convirtió en miembro del LPC (Partido Liberal de Canadá), encantado por el Primer Ministro Pierre Elliot Trudeau quien, aunque no era socialista por razones prácticas, se había unido al LPC en 1965 y no al NDP (Partido Nacional Demócrata), en parte debido a su creencia de que este último no podría alcanzar el poder a nivel federal. Hay una de los dos en conversación amistosa que fue tomada por Mario en su fiesta de cumpleaños número 75, en 1994, en el McGill Faculty Club. En ese momento, Trudeau llevaba alejado de la política desde 1984, y Mario ya había renunciado a su membresía en la LPC en 1983, por lo que probablemente no hablaban de política (olvidé preguntarles).

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Hace unos días descubrí que había olvidado que Mario había renunciado a su membresía de LPC en 1983. Las razones para hacerlo y las recomendaciones que le dio al director de la LPC en ese momento, con copias al Primer Ministro Pierre Trudeau y a Donald Johnston (miembro del gabinete), fueron publicadas en la Gaceta de Montreal y también las adjunto aquí. Al leerlas, una se da cuenta de que Mario no se había alejado en absoluto de la política, la diferencia era el enfoque. Encuentro muy revelador las razones que da para dimitir y estoy totalmente de acuerdo con que lo haya hecho. Aunque yo era miembro del NDP y no del LPC en ese momento, Mario y yo compartíamos la mayoría de nuestras opiniones políticas. Una de las razones por las que no solo nosotros, sino también muchos de nuestros colegas de McGill, vinimos a Canadá cuando lo hicimos, fue para distanciarnos de Estados Unidos, un país mucho más interesante que Canadá, sin duda, pero mucho más peligroso para el mundo en general. El presidente de Estados Unidos en ese momento era Ronald Reagan. En asuntos exteriores había denunciado al comunismo e invadido Granada. También se producían en esa época el bombardeo de Libia, la guerra Irán-Irak, el escándalo Irán-Contras y la había reavivado la Guerra Fría. En 1987 Reagan describió a la URSS como el “imperio del mal”. La transición en la Guerra Fría de la distensión a la intensificación de la carrera armamentista fue motivo de gran preocupación para muchos de nosotros. Mario, con su coraje habitual, tuvo que actuar y así lo hizo en la carta que pueden ver aquí y que es el principal motivo de mi envío de hoy.

Adjunto también una fotografía de Mario y yo (1978) tomada en el Summit Park en Westmount (Gran Montreal) justo encima de nuestra casa, cuya dirección está impresa en la carta en cuestión, que él escribe como ciudadano particular y no como profesor de la McGill. Desde donde estábamos, mirando desde allí se podía ver el río San Lorenzo y más allá, y nuestra casa en Bellevue Avenue. Sin saberlo todavía, un día estaríamos viviendo no arriba de la montaña sino abajo, en Westmount Square, en una de las torres negras de Mies van Der Rohe que son visibles también en esa fotografía. El vestido que llevo es un Marimekko finlandés, que me encantó y que no tengo ni idea de dónde está ahora. Mario, por supuesto, está vestido como de costumbre con esos bolígrafos en el bolsillo, listo para anotar una idea en cualquier lugar donde se encuentre, ajeno al hecho de que la tinta en ellos estaría arruinando una tras otra sus queridas camisas blancas. Extraño esos días, lo extraño a él”.

*Profesora Emérita de Matemáticas de la Universidad McGill de Montreal, Canadá.

Viuda de Mario Bunge.

 

Carta de Mario Bunge a las autoridades del Partido Liberal de Canadá (LPC) donde explica las razones de su renuncia a esa formación política.

Mario Bunge

29 de la Avenida Bellevue

Montreal

 

10 de enero de 1983

 

Señor Claude Dansereau, Presidente

Partido Liberal de Canadá

1440, Calle Saint Castherine West

Montreal

 

Estimado Señor Dansereau

Estoy devolviendo mi carnet de afiliación como protesta por el rumbo conservador que el gobierno federal ha seguido en los dos últimos años. Creo que ese rumbo está llevando al país hacia la quiebra económica y a su total dependencia de la política exterior de los Estados Unidos y sus planes de guerra. Peor aun, el primer ministro y su gabinete parecen marchar hacia el suicidio político al mantener este rumbo conservador sin atender al masivo criticismo que ha provocado en todos los sectores, particularmente entre los desempleados, los economistas y hasta en la Iglesia católica que, aunque tradicionalmente conservadora, está ahora a la izquierda del Partido Liberal de Canadá.

Creo que solo un conjunto de medidas de emergencia, que gozarían de un amplio apoyo popular, pueden salvar la economía y la independencia de la nación. Entre esas medidas, me atrevo a sugerir las siguientes:

1. abandonar el monetarismo, esa seudociencia de la derecha política.

2. Implementar controles obligatorios de precios y salarios, como recomendó la OCDE.

3. Implementar controles al mercado de cambios, para evitar la fuga de divisas.

4. Restringir dramáticamente las importaciones de bienes manufacturados, particularmente de países con los que nuestra balanza comercial es negativa.

5. Congelar las ventas de armas y retirar la mayoría de nuestras tropas desplegadas en el exterior.

6. Diseñar e implementar un vigoroso plan de obras públicas en las provincias más pobres.

7. Facilitar las inversiones externas (exceptuarlas de impuestos durante la primera década de operaciones) siempre que estén asociadas con empresas de capital privado canadiense o de la Corona.

8. Recuperar la independencia de nuestra política exterior (América Central, Camboya, etc).

9. Convocar un referéndum para determinar si la población canadiense está dispuesta a continuar colaborando con los planes de guerra de Ronald Reagan (por ejemplo, ofreciéndole territorios para ensayar sus misiles crucero) o desea evitar ser aniquilada en la guerra nuclear.

10. Invitar al NDP para formar una coalición de gobierno “de salud pública” sobre la base de un programa que incluya los puntos arriba mencionados.

Solo puedo esperar que otros miembros desilusionados del partido permanezcan en él, en lugar de renunciar, para luchar por el retorno de los tradicionales principios liberales abandonados por el liderazgo nacional del LPC. Y espero reincorporarme al partido el día en que este recupere su ideología liberal.

Sinceramente,

Mario Bunge. Profesor Frothingam de Lógica y Metafísica, Universidad McGill.

Con copia a los honorables Pierre E. Trudeau y Donald Johnson, y al diario The Gazette.