OPINIóN
Guerra y Pandemia

Ucrania: la peligrosa combinación de dos flagelos

La historia nos enseña que a menudo guerra y enfermedades infecciosas son dos catástrofes que han ido de la mano, alterando el curso de acontecimientos y torciendo a veces el rumbo de la humanidad. El conflicto en Ucrania saca a relucir el oscuro vínculo que podría darse con la pandemia de Covid 19.

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Multitud. La gente pugna por tomar un tren que la saque la capital, Kiev, asediada por las tropas rusas. Riesgo de contagio alto. | cedoc

La relación entre guerras y pandemias es muy antigua: el agente causal del Paludismo colaboró con la antigua Roma en el control del Mediterráneo, ya que el general cartaginés Anibal Barca vio aniquilado su ejército por la alaria. En Estados Unidos, a fines de 1700, el ejército distribuyó deliberadamente mantas contaminadas con viruela entre poblaciones indígenas para infectarlos y aniquilarlos.

La plaga, o Peste Bubónica o Negra es una infección bacteriana que contribuyó a diezmar la población europea durante el Medioevo ocasionando la muerte de 50 millones de personas. Fue transmitida al hombre por una pulga desde un reservorio de roedores silvestres. Si la bacteria logra llegar a los pulmones del ser humano puede acontecer una forma grave llamada Peste Neumónica, facilitadora de brotes epidémicos dado que los enfermos la transmiten por el aire a sus contactos cercanos. La mortalidad de las formas severas, sin antibióticos desde el inicio, es cercana al 100%.

Resulta difícil reconocer con exactitud cuántas personas fallecieron por la peste directamente, las guerras o la combinación de ambas. Por aquel entonces, se desataba la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, y tenían lugar diversas pugnas territoriales. Se estima que una vez que la Peste llegó en galeras genovesas desde la ruta de la seda al puerto de Messina, las contiendas desataron el horror diseminándola por Europa cual un reguero de pólvora.

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La pandemia de influenza de 1918-1919 -también denominada gripe española- mató más personas que cualquier otro brote de enfermedad en la historia de la humanidad (se estima entre 50 y 100 millones). Investigaciones epidemiológicas abrieron el camino para conocer el origen de esta catástrofe y aparentemente la primera Guerra Mundial fue el principal factor para su diseminación, que llegó a afectar a un tercio de la población mundial en tan solo dieciocho meses.

Probablemente surgió en una base de entrenamiento militar de soldados estadounidenses en Kansas, estallando luego en Francia desde Brest, el puerto de desembarco más grande de las tropas estadounidenses. La enfermedad mató más soldados que aquellos muertos en el campo de batalla: Se determinó que 1 de cada 3 personas se enfermó y 1 de cada 5 a 10 falleció, superando en número de muertos tanto a la Primera Guerra Mundial (17 millones) como la Segunda (60 millones).

Ucrania. Es imposible no encontrar paralelismos entre estas historias que demuestran cómo las guerras expanden las crisis sanitarias con la desgarradora realidad actual en Ucrania. La invasión del ejército ruso tiene lugar durante una pandemia, ya que el virus aún se transmite con niveles de peligrosidad y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue considerándolo pandémico. Para expertos en salud pública el conflicto amenaza como una crisis humanitaria, por la sumatoria de guerra y pandemia.

Según datos recientes, los casos de Covid-19 en Ucrania -si bien estaban amesetados- podrían aumentar. A ello se agrega una preocupación adicional: el país posee un porcentaje bajo de su población completamente vacunada, lo que deja a muchos ucranianos vulnerables a padecer casos graves y requerir hospitalización.

Las personas a cubierto en ámbitos confinados, como bunkers y sótanos, son más vulnerables a la diseminación del Covid. Existen temores fundados sobre la posibilidad que los bombardeos socaven hospitales y afecten en forma crítica al sistema sanitario, no solamente por damnificar al personal de salud, sino también por generar una falta de camas, oxígeno y demás suministros necesarios (sueros, corticoides, etc.). Además, los traumatizados de guerra podrían competir trágicamente con la atención del Covid.

Si el conflicto se prolonga la afectación de la infraestructura sanitaria parece inevitable. La OMS y la Cruz Roja Internacional están colaborando con Ucrania, y han instado a preservar la infraestructura esencial. Tecnología, ciencia y accionar de los sistemas de salud han mostrado sus mejores armas contra el coronavirus, por lo que no deberían bajar los brazos en la lucha contra la Covid.

Lamentablemente, nuestro pasado advierte que Ucrania podría verse expuesta a la suma de dos grandes males amalgamados: una impiadosa guerra y una irresoluta pandemia. Mientras el peligro de esta temible combinación subsista, persistirán riesgos sanitarios. Covid 19 es la última advertencia de lo trágicas que han sido estas relaciones a lo largo de la historia.

*Médico Especialista en Clínica Médica e Infectología. Profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.