Brisa fue testigo de una ejecución. Recién había cumplido 18 años cuando la muerte se le presentó de cerca por primera vez. El 4 de febrero de 2018 –19 días después de su cumpleaños– viajaba en un Audi A3 que manejaba su novio, Jonathan “Bam Bam” Funes (23). Regresaban de la cárcel de Piñero, en las afueras de la ciudad de Rosario, donde habían ido a visitar a dos hermanos de su pareja, pero una camioneta Ford EcoSport blanca se les cruzó en el camino. Bam Bam recibió diez disparos. Y ella resultó ilesa. “Quedás viva para que cuentes lo que pasó”, le dijo uno de los sicarios.
Lo que seguiría después sería aún peor. En el velatorio la persiguieron a los tiros, aunque no llegaron a herirla. Dos años después su hermano Matías Emiliano (23) fue acribillado de 15 balazos en una casa del barrio República de La Sexta y este lunes pasado le llegó el turno a su abuela, Ramona Adriana Luque (63).
Ramona estaba en su casa de las calles Isola y Maestros Santafesinos, en el barrio Municipal, cuando fue atacada a tiros. La mujer murió en el acto. Le habían pegado cuatro disparos. Según el diario La Capital de Rosario, los sicarios dejaron una nota que dice “con la mafia no se jode; la familia de los pibes se respeta”.
Brisa supo del trágico final de su abuela en el “pabellón rosa” de la Unidad Penitenciaria Federal N° 5 de Rosario, donde permanece detenida. La joven, que ahora tiene 21 años, también estaba metida en el negocio narco como su novio acribillado, según pudieron probar los investigadores. La detuvieron por primera vez en abril de 2018 y ocho meses después terminó condenada a tres años de prisión por el delito “asociación ilícita”, en calidad de partícipe.
Los detectives pudieron determinar –en base a escuchas y entrecruzamientos de llamados– que Brisa recibía órdenes desde el penal de Piñero de sus cuñados Lautaro “Lamparita” Funes y su medio hermano Alan –condenado el miércoles pasado a 35 años de prisión por homicidio y narcotráfico–, a quienes ella y su pareja habían ido a visitar el día que fueron atacados a tiros.
Lo curioso de su caso es que cuando comenzó a ser investigada, Brisa formaba parte del programa de protección a testigos en el que había sido incluida a partir del crimen de su novio Bam Bam.
En el operativo que terminó con su detención, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) secuestró un chaleco antibalas y 73 municiones de distinto calibre, entre otras cosas, que estaban en un departamento de su propiedad, ubicado en el Núcleo 12 del Barrio Fonovi, en la localidad de Villa Gobernador Gálvez.
Los investigadores marcaron ese lugar como el sitio en el que almacenaban y fraccionaban la droga que supuestamente después comercializaban en la zona. En ese domicilio hallaron 89 dosis de marihuana y 12 de cocaína.
Según las comunicaciones con los otros miembros del clan, Brisa habría asumido un rol importante cuando su novio fue asesinado, porque los hermanos Funes necesitaban alguien de confianza para continuar con el negocio.
Otro dato llamativo es que hasta el día de su detención la joven no contaba con antecedentes delictivos. Su abuela recientemente asesinada tampoco, lo cual también hace pensar que su muerte es una más en la rueda de venganzas y ataques mafiosos que ejecutan los grupos narcos en la ciudad para dejar un mensaje a otra persona.
Historia de un clan. Los Funes crecieron a la sombra de Los Monos, pero después del crimen del Pájaro Cantero, ocurrido en febrero de 2013, lograron aumentar su dominio en medio de una sangrienta disputa con otro grupo narco familiar: Los Camino.
Los líderes, Jorge “el Gordo” Funes, y Roberto “Pimpi” Camino eran amigos y laderos en la barra de Newell’s. Pimpi fue asesinado en marzo de 2010 y con el tiempo las familias se pelearon por un intento de usurpación e iniciaron una guerra tan sangrienta como la que en esos años protagonizaban los Cantero y los Paz.
La disputa fue a sangre y fuego en los barrios Municipal, Tablada y Mercado, en la zona sur de Rosario. En enero de 2018, un mes antes de la ejecución de Bam Bam y la aparición en escena de Brisa, hubo cuatro crímenes que fueron vinculados a esta guerra, entre ellos el de Ulises Funes, hijo del Gordo y cuñado de Brisa.
Alan, a quien la pareja fue a visitar a la cárcel de Piñero, juró vengarse cuando supo de la muerte de Ulises: “Juro por mi hija que los mato a todos. Uno por uno los voy a matar a estos giles hijos de puta sin sangre”, escribió desde prisión.
Para debilitar a los Camino, el Clan Funes se unió con el de los Ungaro, otra familia narco de la misma zona. Este miércoles, en el mismo juicio en el que condenaron a Alan Funes, fue sentenciado el líder René “el Brujo” Ungaro a la pena de siete años de prisión. En el barrio es un secreto a voces que la sociedad entre estos dos clanes se quebró hace rato. Lo que no está claro es si la ejecución de la abuela de Brisa tiene que ver con esta disputa o es parte de una vieja guerra que todavía no terminó.
El caso
◆ Brisa Belén Amaral fue testigo de la ejecución de su novio, Jonatan Funes, asesinado de diez disparos en febrero de 2018.
◆ Un mes antes habían asesinado a su cuñado, Ulises Funes, en el marco de una guerra con el Clan Camino.
◆ Dos años después, y cuando la joven de 21 años se encontraba detenida, su hermano Matías Amaral fue acribillado de 15 disparos en su casa del barrio La Sexta.
◆ La seguidilla de crímenes mafiososos continuó este lunes con la muerte de Ramona Adriana Luques, de 63 años, y abuela de Brisa.
◆ La mujer no tenía antecedentes ni vìnculos con el narcotráfico.
“Estoy hecha de angustia”
Las horas pasan más lentas cuando se está en la cárcel. Brisa no lleva mucho tiempo encerrada, pero lo suficiente como para padecer los efectos que significa vivir sin libertad.
La detuvieron en abril de 2018 pero a los pocos meses recibió el beneficio del arresto domiciliario, que le revocaron al año siguiente. Desde entonces cumple su condena a tres años de prisión en la Unidad Penitenciaria Federal Nº 5 de Rosario. No está desconectada del mundo ni de sus afectos.
De vez en cuando actualiza su perfil de Facebook. “Me falta todo a veces. Me cuesta el doble. Me molesta el mundo. Y me encierro, conmigo. Y escucho lo que no digo. Me habla el alma. También estoy hecha de angustia. Y me pesa algo que ni siquiera veo. Me juzgo y me abrazo mientras nadie se entera. Me equivoco, pero me tengo”, escribió en diciembre pasado.
Desde que ella está presa sicarios mataron a su hermano Matías (enero de 2020) y a su abuela, el lunes pasado.