Fabián Tablado cumplió 45 años el 6 de marzo, pero más de la mitad de su vida la pasó en prisión. Desde diciembre pasado, el asesino de las 113 puñaladas está detenido en un penal de máxima seguridad por haber violado una restricción de acercamiento al padre de su víctima y por incumplir una perimetral hacia sus hijas.
El 27 de mayo de 1996 –hace 25 años– mató a Carolina Aló en la casa de sus padres, en el partido de Tigre (ver aparte). Ella tenía 17 años. Y él 20. Hacía tres que estaban saliendo. La atacó a golpes y acuchilló 113 veces. Dos años después fue juzgado. Todavía no existía la figura de femicidio. Para la Justicia –increíblemente– se trató de un “homicidio simple”. De todos modos, recibió una condena alta: 24 años de prisión.
Tablado pasa sus días en el pabellón 5 de la Unidad Penitenciaria 46 de San Martín, en un sector que solo aloja a internos que profesan el culto evangelista. No trabaja ni estudia, pero sí participa de las actividades recreativas que organizan los detenidos. ¿Qué hace? “Camina y juega al fútbol en la cancha del penal”, cuenta un vocero consultado por PERFIL.
El femicida no tiene problemas de conducta: es considerado un preso ejemplar, que mantiene una buena relación con el resto de los detenidos y el personal penitenciario.
En su paso anterior por prisión –estuvo preso entre los años 1996 y 2020– también registró un buen comportamiento. Estudió la carrera de Derecho (aunque abandonó) y hasta se casó, aunque los problemas con su pareja derivaron en una causa judicial y en una nueva condena.
María Esther Gallardo, su mamá, es la única que lo visita. Ella, al igual que su papá y su hermana, nunca lo abandonaron. En el juicio por el caso Aló, Gallardo intentó justificar la locura de su hijo: “Algo le pasó en la cabeza, algo le pasó”, respondió cuando le preguntaron por qué creía que había asesinado a la novia con tanta brutalidad.
Desde que volvieron a detenerlo, Tablado buscó salir de prisión por su buena conducta y el riesgo de contagio por covid-19. Pero hasta ahora no tuvo suerte. En abril, el juez de Garantías N° 2 de San Isidro, Orlando Díaz, rechazó el pedido de arresto domiciliario con tobillera que había realizado su abogado defensor, y el 4 de mayo pasado, la Sala I de la Cámara de Apelaciones de San Isidro ratificó esa decisión.
Lo curioso es que el femicida presentó como domicilio alternativo para continuar el proceso fuera de la cárcel el de su novia “virtual”, una joven cordobesa a la que todavía no conoce personalmente.
La chica, que vive en Bell Ville, en el sudeste de Córdoba, puso a disposición su domicilio, pero los camaristas no lo aceptaron. “La joven no ha tenido uniones convivenciales previas, la relación de pareja entablada sería virtual no habiendo tenido la posibilidad de interactuar de modo personal con quien será su conviviente por lo cual aún no hay un conocimiento más profundo entre ambos”, señalaron en el fallo.
Una vida entre rejas. Tablado lleva más de 24 años encerrado. Cuando fue detenido por primera vez tenía 20 años. Hoy tiene 45. Estando preso en Magdalena se casó con Roxana Villarejo, a quien había conocido por correspondencia.
Ella era menor de edad cuando empezó a escribirle. Pero al cumplir los 18 lo visitó por primera vez. En 2009, un año después de casarse, tuvieron dos hijas. La relación intramuros no fue mala. Los problemas llegaron cuando el asesino de las 113 puñaladas comenzó a salir y decidieron vivir juntos en una casa que alquilaron en Escobar. Convivieron apenas un mes. Cuando ella lo denunció por amenazas, la Justicia le revocó el beneficio y Tablado regresó a prisión.
En 2012 el femicida sumó una condena más a dos años y medio de cárcel que se agregó a los 24 que le dieron por el femicidio de Carolina. En ese fallo queda claro que Tablado nunca cambió: no es capaz de manejar una desilusión amorosa. Sus reacciones son desmedidas y preocupantes. Cuando Roxana le planteó que quería separarse, él se enfureció.
En la causa se transcriben los llamados intimidatorios y los mensajes que el criminal le envió a su ex esposa. “Yo por cien pesos acá consigo un fierro (...) Vos haceme una denuncia y lo único que vas a ganar es tiempo porque me cagás ahora y después gano yo (...) No te voy a hacer nada a vos, no te preocupes (...) Te voy a tocar donde más te duele (...) Va a ser tanto el dolor que hasta el último día vas a estar agonizando, acordándote de mis palabras”, la intimidó desde la cárcel, según consta en la causa judicial.
Por si eso fuera poco, le dijo que ni se le ocurriera “armar su vida con otro tipo”, que no le iba a hacer nada a ella, sino que “a su amante lo iba a abrir, le iba a sacar el corazón y se lo iba a comer adelante suyo”.
Tablado también amenazó a su suegra: “Voy a ir y te voy a cortar en pedazos a vos también, ¿o te gusta que te meta un fierro en la cabeza?... Yo voy a ver a mis hijas, Roxana no me va a dejar... No la voy a matar a ella, le voy a matar a Roxana lo que más quiere y después me voy a matar yo... Roxana no va a poder vivir por la culpa que va a tener... yo estoy preso por culpa de ella”.