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Corsi dejó la cárcel y dijo que no trabajará como psicólogo

El terapeuta salió del penal de Ezeiza al agotar su condena a tres años. “Ya cumplí mi responsabilidad con la sociedad”, sostuvo a PERFIL.

Jorge Corsi, en libertad.
| Marcelo Silvestro.

Con pasos cortos y buen semblante, traspasó la pesada puerta de metal del penal de Ezeiza. Pasados pocos minutos del mediodía de ayer, Jorge Corsi fue liberado por agotamiento de pena. En febrero de 2012, había sido condenado a tres años de cárcel por el delito de “promoción a la corrupción de menor de edad”, cuando, en juicio abreviado, admitió su responsabilidad.

No fue fácil de reconocer. Llevaba una gorra, estaba más delgado y un poco encorvado. Dejó el traje por ropa informal  y el maletín por una pequeña bolsa ecológica en la que cargaba sus pocas pertenencias. En una de sus manos sostenía sus característicos lentes y el oficio en el que informaban su liberación.

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Corsi, considerado una eminencia en casos de violencia familiar (escribió cinco libros, entre ellos uno titulado Maltrato y abuso en el ámbito doméstico-Fundamentos teóricos para el estudio de la violencia en las relaciones familiares), había sido detenido por primera vez el 3 de julio de 2008, cuando fue acusado de integrar una red de pedofilia. El 13 de enero del año siguiente fue excarcelado después de pagar una caución de 100 mil pesos. En febrero de 2012, el terapeuta se declaró culpable en un juicio abreviado y condenado a tres años de prisión efectiva.

“Estoy conmocionado”, dijo a PERFIL al salir del penal donde lo esperaban sus allegados. No podía disimular su alegría. “Ya cumplí mi responsabilidad con la sociedad”, se apresuró. Sabía que su libertad sería motivo de controversias.

—¿Volverá a trabajar como psicólogo?
—Bueno, me voy a jubilar. Voy a ser un jubilado más de la República Argentina. Ese es mi proyecto más inmediato.

—¿Cómo fueron los años de encierro?
—Muy dolorosos, pero asumiendo lo que estableció la Justicia. He sido siempre muy respetuoso, independientemente de lo que yo íntimamente piense de la legitimidad de la condena. Hoy termina el 100% de lo que me han impuesto. Esto es un mensaje fuerte que creo que tiene que llegar porque la sociedad siempre está pensando que uno entra y sale por otra puerta, como dice el famoso dicho, y en mi caso no fue así, yo cumplí absolutamente con todo lo que se me pidió.

—¿Cree que su nombre está manchado?
—La gente que me conoce sabe quién soy y me acompañó. Además, todo este tiempo que estuve adentro me sirvió para reflexionar.

912 días. La ficha de registro del ex profesor de la UBA fue ingresada al sistema del Servicio Penitenciario Federal (SPF) el 29 de febrero de 2012. Ese día pisó por primera vez el penal de Marcos Paz. Desde allí fue trasladado a la Colonia Penal de General Roca, en la provincia de Río Negro, una unidad de mediana seguridad que cuenta con talleres industriales y agropecuarios.  

El psicólogo condenado por corrupción de menores consiguió esquivar el pabellón destinado a los internos penados por delitos sexuales y, durante su estadía, fue alojado en el sector conocido como Viejo Matías, el pabellón que aloja a adultos mayores. En General Roca estuvo hasta noviembre del año pasado.

La última parte de la condena la pasó en la cárcel de Ezeiza. Entre noviembre y junio pasado ocupó una cama en el Hospital Penitenciario Central (HPC), que funciona en el mismo complejo penitenciario. Allí fue intervenido quirúrgicamente por una afección cardíaca. Dos meses antes de recuperar su libertad volvió a tener contacto con la población carcelaria. Su último destino fue el Módulo 2, donde convivió con otros cincuenta internos.      

Fueron 912 los días que pasó en prisión sin obtener ningún beneficio. Según pudo saber PERFIL, el 29 de abril de 2013 el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 11 de la Ciudad de Buenos Aires rechazó un planteo que hizo su defensa para obtener salidas laborales.  

Desde que ingresó en el SPF Corsi recibió asistencia psicológica. Si bien no participó en ninguna actividad carcelaria, los voceros destacaron que “no tuvo problemas de convivencia”. Según su ficha, su conducta fue “ejemplar” y su concepto, “bueno”.

 

La última carta que escribió en su celda: “He salido fortalecido”

En la cárcel, el reconocido psicólogo Jorge Corsi perdió el aspecto formal, pero no la buena educación. “Me van a disculpar la desprolijidad”, anunció antes de entregar a este diario una carta en la que expuso cinco puntos sobre su situación, y que escribió en la soledad de su celda.

En primer lugar, el especialista en violencia familiar aclara: “Como ciudadano, he sido respetuoso con las decisiones de la Justicia, cumpliendo hasta el último día la pena impuesta, independientemente de mi íntima convicción acerca de la legitimidad de dicha pena”. En segundo lugar, asegura que “como persona, he salido fortalecido porque no han logrado vulnerar mis convicciones en contra de toda forma de violencia, maltrato y abuso”.

Luego, agradece a “a quienes se han mantenido a mi lado, a pesar de todas las distorsiones que se han difundido respecto de mi identidad”.

En el siguiente ítem, el terapeuta y ex profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) argumenta por qué considera ser un “preso político”. “He aprendido que se puede ser un preso político sin ninguna connotación partidaria, por el sólo hecho de incomodar con mis ideas contra la violencia a ciertos factores de poder”.

Por último, el psicólogo admite su responsabilidad en la causa judicial que lo llevó a la cárcel: “Me hago cargo de mis errores que, en ningún caso, produjeron daño alguno a nadie. Sin embargo, soy consciente de mi impotencia para revertir el imaginario colectivo construido sobre mi persona”.

 

Compañero de Mangeri y los ex Callejeros

En su paso por el penal de Ezeiza, Jorge Corsi conoció a varios de los presos más famosos. En el Módulo 1 del Complejo Penitenciario Nº 1 del SPF estuvo con Jorge Mangeri, el portero acusado por el crimen de Angeles Rawson, la joven de 16 años que apareció asesinada en la planta de la Ceamse de José León Suárez, en junio de 2013. También convivió con los ex músicos de Callejeros, quienes casualmente recuperaron su libertad en la primera semana de agosto. Ese sector es conocido como el pabellón de los mediáticos. Corsi estuvo allí durante los primeros días de noviembre del año pasado, antes de ser derivado al Hospital Central Penitenciario (HCP), donde estuvo alojado durante ocho meses.

En los últimos días de su condena fue destinado al Módulo 2, un pabellón con internos de buena conducta y sin demasiados conflictos. Según pudo saber PERFIL, durante su estadía el terapeuta siempre mantuvo su perfil muy bajo y no participó de ninguna actividad carcelaria.