"Se viene Bossio a empatar o morir", anunciaba Marcelo Araujo en su relato. Era la novena fecha del Clausura de 1996. Estudiantes perdía 1-0 con Racing en el Cilindro de Avellaneda. Iban 43 minutos del segundo tiempo. El Pincha necesitaba empatar para seguir en la punta. Necesitaba un milagro. Un milagro que llegaría de la manera menos pensada: un tremendo cabezazo del arquero de los pantalones largos.
Ese gol fue el primero convertido por un arquero en una jugada. Los jugadores -y sus hinchas, que esa noche habían colmado la popular visitante- lo festejaron casi como un campeonato. Con ese cabezazo, Bossio se ganaba un lugar en la historia del fútbol argentino. Lo que no muchos recuerdan es quién fue el que pateó ese centro combado y casi perfecto. Hoy es noticia. Y no precisamente por cuestiones vinculadas al deporte. Se trata de Marcelo Couceiro, un volante de buen pie que también jugó en Nueva Chicago, y que fue detenido por una entradera en el barrio porteño de Caballito.
Según fuentes policiales, el ex futbolista fue apresado por personal de la Comisaría 42 cuando observaron a una mujer forcejeando con un hombre. De acuerdo al parte policial, "los efectivos se acercaron al lugar inmediatamente dando la voz de alto al delincuente".
El sospechoso intentó escapar pero fue detenido después de una breve persecución. Llevaba una réplica de una pistola calibre 6.25. Cuando lo identificaron constataron que se trataba de Marcelo Couceiro, y que no era la primera vez que lo acusaban por un delito: este año había sido demorado por un robo a mano armada a una heladería, un supermercado y una panadería.
En marzo pasado el ex volante de Estudiantes también fue noticia por un hecho policial: su familia denunció su desaparición. Después de una fuerte campaña en las redes sociales, el jugador apareció sano y salvo, y enseguida salió de la escena mediática. Hasta hoy. Que volvió a ser noticia. Y no por un cumplirse un nuevo aniversario del histórico gol de Chiquito Bossio.