Contar historias policiales en los medios es casi como jugar con fuego. Hay límites que, si se cruzan, ponen en riesgo algo más que una cuestión ética y moral. Un exceso de información en orden de ganar rating o conseguir más lectores puede ocasionar un desenlace fatal en un secuestro o impedir la captura de un asesino.
También, la ansiedad por informar hace caer a muchos periodistas en un prejuzgamiento, incluso de personas que cometieron un delito, impidiendo un juicio justo o cayendo en una suerte de linchamiento mediático.
¿Cuál es el límite a la hora de contar un hecho policial?
PERFIL consultó a tres periodistas expertos en coberturas policiales; que las realizaron en diarios, webs, radios y canales de televisión; que siguieron de cerca los casos más resonantes en las últimas dos décadas.
Mauro Szeta es uno de ellos. Lleva siguiendo pistas de robos, secuestros, asesinatos y delitos sexuales por muchos años.
Hoy se desempeña en la televisión. Es el la cara de las noticias de ese rubro en Telefe, tanto en el noticiero como en el magazine diario, Cortá por Lozano. El límite, para él, como para otros, es “la preservación de la vida”.
El primer recuerdo que se le viene a la mente ocurrió hace 22 años. “Estaba en Diario Popular”, precisa. “Reportaron que dos chicos estaban desaparecidos en Tigre. Me llegó la información de que esos dos chicos estaban siendo explotados en Río de Janeiro por el dueño de un restaurante. Nos mandaron una foto. No la publiqué. Mandé todo el material a la Justicia. Me la guardé hasta que el autor del delito fue detenido. No tuve la primicia. Pero tiene que ver con la información que puede ser sensible y perjudicar la vida de una persona”, recordó.
“Si bien se ha ido corriendo la vara de lo ético, los límites también están en lo que se puede mostrar y lo que no en televisión. Tratar de no mostrar los cuerpos es una de las cosas a tener en cuenta. Si hay una persona atropellada y tenés el video, congelar la imagen antes del impacto es otra”, contó.
Uno de los temas más complejos de abordar es el delito sexual. “En los delitos sexuales, no hay que mostrar nunca el detalle de cómo fue el abuso, preservar las identidades. Porque en un caso de abuso, si el abusador es de la familia del menor o la menor, al identificar al presunto autor identificás a la víctima también. Eso es lo que pasó con el caso M”, sostuvo Szeta.
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El caso M conmovió al país. La nena de 7 años fue secuestrada el 15 de marzo de este 2020. Estuvo tres días desaparecida. Se la había llevado un cartonero. Al principio, los medios mostraban su imagen y su nombre completo. Tal vez, porque era priotirario encontrarla. Una vez que se la halló sana y salva la cobertura tuvo un vuelco y los periodistas empezaron a referirse a la nena como M. Ya no hubo más detalles de sus vínculos familiares.
“Mantener los límites te hace perder muchas historias -afirmó Szeta-. A veces, al contrario, difundir una imagen puede dar con el autor de un delito, como en el caso de Villa Luzuriaga, que al autor del femicidio lo identifica un familiar directo porque lo ve en la tele”, precisó.
En efecto, a Juan Leonardo Duval lo reconoció la propia hermana del sospechoso gracias a los videos que difundieron los medios.
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Pero también, en la necesidad de preservar identidades, muchas veces hay que tapar rostros, evitar la difusión de conversaciones privadas para no violar la ley, entre otras cosas. Sobre eso habló Rodrigo Alegre, periodista que se desempeña en policiales para el noticiero de canal 13, Telenoche y para el canal de cable TN.
"Cuando iniciamos una cobertura de algún caso policial o judicial que involucre menores, por ejemplo, tratamos de cuidar cualquier dato personal de las personas involucradas. Si hay un fotografía se le blurea (un efecto llamado blur sobre las imágenes) los ojos o características del rostro o si hay imágenes sensibles directamente se eliminan en la edición", precisó.
“También intentamos tener cuidado con las imágenes y videos que se viralizan a través de las redes sociales. Chequear si son verdaderas, si corresponden a esa cobertura y si es posible identificar quién los grabó. Es bastante común obtener cámaras de seguridad de supermercados, negocios o entidades bancarias y tratemos de verificar su procedencia y analizar si son publicables o no", agregó.
"Algo similar ocurre con los audios enviados desde whatsapp o telegram. Muchas veces discutimos sin ponerlos al aire en los noticieros cuando se trata de una conversación privada entre dos persona que no está judicializada. A veces uno es partidario de no darle publicidad y en la edición lo eliminamos pero otras veces son decisiones que nos exceden porque las toma un editor responsable y terminan saliendo al aire”, dijo el periodista.
Pero la globalización de la información (y la desinformación) es uno de los principales problemas con los que se encuentran periodistas y medios de comunicación. ¿Se evita la difusión de un video cuando ya todos lo vieron en Twitter o Facebook?
Federico Maya tiene 42 años, es periodista especialista en contenidos y se desempeña como asesor de medios de todo el país. Fue Gerente Periodístico de C5N, Subgerente de Noticias en Canal 7 y productor ejecutivo en Canal 9, donde integró el staff de noticieros que logró dos Martín Fierro.
En ese aspecto, Maya precisó: “Los límites no son tan cercanos a lo que el sentido común indicaría. Porque, si bien la misión es comunicar, es muy claro el tope cuando se puede llegar a entorpecer una investigación o a lastimar a una familia por el sólo hecho de contar algo antes”.
Y agregó: “Por estos días las tentaciones son superiores, y me parece que los desafíos también. Por más que hoy se cuente con fuentes que filtran todo tipo de material, o se acceda a lo publicado en redes sociales. Antes se manejaban datos, hoy hay disponibles videos, fotos, audios de Whatsapp. Ya no es sólo un dato mal intencionado lo que hay que revisar o chequear. Los cuidados deben ser más intensos”.
Un ladrón de 15 años fue asesinado de un tiro en La Plata cuando entró a robar en una casa. El caso de “Torrejita” hizo caer en la tentación de juzgar al asaltante, menor de edad. “Al minuto del hecho, nos volcamos a revisar fotos, prontuario, lo que dicen sus familiares, las víctimas, se sujeta el caso a opiniones antes de tener todos los detalles. Tal vez no sea lo mejor si lo vemos desde el lado de los investigadores”, explicó Maya.
Y agregó: “En estos casos el periodismo debería mantener como prioridad asegurar un juicio justo, y no necesariamente eso es ocultar el caso y dejar de hablar. La diferencia entre contar con esa prioridad en mente y contar todo sin filtro, para mí, es la clave. Sería imperdonable que por difundir un hecho, el mismo no se esclarezca”.