POLICIA

El Gordo Valor y Vitette Sellanes opinan sobre la inseguridad y los robos a mujeres embarazadas

Desde la cárcel, explican por qué "vale todo" para los delincuentes jóvenes. Contención social, drogas y la teoría de "los mataconcha".

Jefe de jefes. Desde la cárcel de Campana, Valor dice que los códigos de su época "ya no existen".
| Cedoc

La crudeza de las últimas modalidades de asalto no sólo perturba a quienes padecen en carne propia o asisten como testigos desafortunados de la inseguridad. Los viejos ladrones, aquellos que ya podrían estar entre las "leyendas de la delincuencia nacional" ven con malos ojos la violencia de los delincuentes y la saña con que atacan a sus víctimas, en especial si se trata de mujeres embarazadas. Al parecer, el código de ética del viejo oficio cambió y malos son los augurios de quienes conocen del tema.

Luis Valor es más conocido como “El Gordo”, líder de la mítica superbanda de piratas del asfalto que en los '80 y '90 concretó decenas de ataques a camiones blindados. Tiene 58 años, de los cuales pasó preso unos veinte. Entre sus golpes más recordados está la cinematográfica fuga del penal de Devoto, descolgándose de los muros con sábanas anudadas. 

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Desencantado por los delitos actuales, Valor recibió al diario PERFIL en la pequeña sala de abogados de la cárcel de Campana, donde está alojado desde agosto de 2009 y habló sobre los últimos hechos de inseguridad. También él parece sorprendido por la inusitada violencia de los robos a mano armada, en especial los ataques a mujeres embarazadas. Para Valor los códigos son “parte del pasado”.

“Lo peor que hay es el delincuente inexperto”, asegura, y rápido trae a cuento su experiencia en la tristemente célebre Superbanda. “Nosotros planificábamos durante mucho tiempo los golpes, estudiábamos para que fueran exitosos y no hubiese víctimas”, recuerda. El relato de Valor coincide con el paradójico deseo que los ciudadanos suelen volcar en los medios de comunicación: “Si me asaltan, que sean profesionales y no chicos de 15 años drogados que no saben lo que están haciendo”.

El destino de un "país generoso".  Las explicaciones de Valor son, como mínimo, llamativas. “La Argentina es muy generosa: acá llegan miles de inmigrantes de países latinoamericanos, que son muy violentos y tienen poca cultura, a instalarse en las villas de la Capital y el Conurbano. Nos está pasando lo que les pasó a otros países de la región”, señala, mientras asegura que las drogas y la falta de contención social aportan una buena cuota para promover las condiciones que llevan a un joven a delinquir.

Mientras recuerda sus tiempos como militante de la Juventud Peronista, destaca “la importancia de la acción social para salvar a los pibes. Nosotros trabajábamos en las villas, nos preocupábamos, dábamos una mano. Después llegó la dictadura y se acabó todo".

Asco. Parte de la postura de Valor es compartida por otro "profesional". El cerebro del robo al banco Río de Acassuso, Mario Vitette Sellanes, se refirió a los últimos asaltos a embarazadas. "Estoy asqueado", asegura.

"Un acto así es por pasión, sadismo, resentimiento o locura. Nunca para robar", opina. "Si fuera por pasión, antiguamente les decíamos 'mataconcha', y no eran muy discriminados. Sí se discriminaba a los infanticidas, sean hombres y mujeres, y la pasaban muy mal. Nadie que va a robar le da un tiro a una embarazada", adviierte.

Condenado a 21 años y 6 meses de prisión por el "robo del siglo", Vitette considera que el delincuente que baleó a una embaraza "va a hacer cualquiera (lo que salga: robar, matar, violar, ultrajar, y todo por un celular y 20 pesos para el paco)". "Antes aquí, en estas prisiones, éramos pocos y conocidos. Un individuo así no socializaba casi con nadie. Ahora es al revés: el bicho raro soy yo. Antes a un paquero le daba un “bife” con la mano abierta y a mí me presentaba sus respetos", comenta.

"Ahora tienen puestos de trabajo y de confianza dentro de las cárceles, y son 'sopletes", acusa. "Antes, en estas sociedades uno jugaba a Robin Hood o al justiciero. Ahora cada cual para sí, y el resto no importa. Porque a la hora de otorgar un beneficio liberador siempre está primero el 'gil' y de última un chorro, pero nunca un ladrón", explica, mientras cumple su condena en el penal de General Alvear.