La vida de Rodrigo O. cambió de un segundo para otro y probablemente ya nada sea como antes. Este martes su hija de un año murió asfixiada en el asiento trasero de un auto y desde entonces permanece detenido en una comisaría de Tres de Febrero.
El juez de Garantías de San Martín, Alberto Brizuela, aceptó el pedido de detención formal que había realizado la fiscal Alejandra Aillaud, y coincidió en que el acusado podría entorpecer la investigación. Lo que temen es que pueda “inducir a su esposa a realizar falsas declaraciones”.
Rodrigo O., un informático de 36 años con domicilio en la localidad bonaerense de Santos Lugares, está acusado por el delito de “homicidio culposo”, que prevé una condena de seis meses a cinco años de prisión.
El papá de la beba dio su versión de los hechos un día después de haber sido detenido, aunque con “algunas lagunas”, según indicaron voceros judiciales.
El acusado ratificó la versión inicial: que se olvidó a su hija después de llevar a su esposa al trabajo porque pensó que la había dejado en la guardería. Además, admitió que hace más de dos años sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) y señaló que estaba estresado porque había cambiado de trabajo y por la disputa de una herencia familiar.
La fiscal pidió que el acusado sea sometido a una serie de estudios psiquiátricos y complementarios con el objetivo de determinar las causas que provocaron el olvido de la beba dentro del auto.
Según fuentes policiales, el papá está detenido en los calabozos de la Comisaría 9ª de Tres de Febrero, ubicada en la calle Segundo Sombra al 5600, no muy lejos del lugar donde ocurrió la tragedia. Duerme con otros cinco hombres acusados por distintos delitos.
Pasado mañana será trasladado hasta el despacho del juez de garantías Nicolás Schiavo –que retoma su actividad judicial después de una licencia–, quien resolverá el futuro del acusado.
La autopsia. El informe preliminar forense reveló que la beba falleció por un cuadro de “hipertermia y asfixia”. Pasó más de nueve horas dentro del Peugeot 308 de su padre.
La autopsia realizada reveló que la pequeña murió cerca del mediodía del martes, por lo que se estima que habría resistido unas cinco horas, de las nueve en total que permaneció encerrada en el coche.
El caso ocurrió el martes pasado en la esquina de las calles Doctor Ceraso y avenida La Plata, en la localidad bonaerense de Santos Lugares, partido de Tres de Febrero.
En el momento en el que se produjo el episodio, la temperatura exterior rondaba los 26 grados, por lo que se estimaba que en el interior del auto –totalmente cerrado– el calor podría haber duplicado esa marca.
Ese día por la mañana, Rodrigo llevó a su esposa al trabajo. Lo hizo en su auto, en una rutina que repetía casi a diario. En el asiento de atrás del coche iba la beba, a quien después debió llevar hasta la guardería.
Al regresar a su casa, y según contó ante los investigadores, el hombre olvidó que la pequeña estaba atrás. En realidad, contó que actuó como si la hubiera dejado en la guardería.
Nueve horas más tarde, cuando volvió a subir al auto, se encontró con su hija: “¡Me olvidé a la gorda!”, fue el grito desgarrador que escucharon los vecinos. La pequeña estaba en el asiento trasero, pero sin signos vitales. De todos modos, la llevaron en ambulancia hasta un hospital cercano, donde intentaron reanimarla. No hubo caso.
Al enterarse de su muerte, el padre entró en shock. Según testigos, fue contenido por los médicos y personal especializado del equipo de Atención a la Víctima del municipio de Tres de Febrero.
Los vecinos también entraron en pánico cuando el padre de la beba se dio cuenta de que había olvidado a su hija. Muchos de ellos habían pasado delante del coche varias veces, pero nunca llegaron advertir la presencia de la menor. Como el vehículo tiene los vidrios tonalizados es casi imposible ver desde lejos el interior del rodado.
El olvido fatal de este hombre prácticamente no tiene antecedentes. Por eso los investigadores sospechan que el cuadro de estrés que el acusado manifestó haber sufrido podría explicar las razones de semejante olvido, un episodio tan insólito como trágico que difícilmente el padre pueda superar algún día.