Dos golpes calcados en una semana y una versión que suena cada vez más fuerte: una misma organización estaría detrás de los últimos golpes armados registrados en distintos countries de la zona sur del Gran Buenos Aires.
La sospecha despertó una enorme preocupación en los partidos de Cañuelas y San Vicente, donde actualmente hay más de 30 urbanizaciones cerradas, porque los delincuentes actúan de madrugada con una logística que sorprende: utilizan armas con mira láser, chalecos antibalas y hasta sustancias para dormir a los perros.
El último de los casos ocurrió este viernes a las 0.30 en el exclusivo Club de Campo y Polo “Chacras de la Trinidad”, ubicado en Camino del 80 y 100, en la localidad de Alejandro Petión, y lindante con La Dolfina Polo Ranch. Al menos cinco encapuchados pudieron ingresar después de burlar el sistema de seguridad.
Ya en el interior del barrio sorprendieron al dueño de una casa, sus dos hijas y dos amigos cuando estaban en el patio y los obligaron a ingresar al domicilio, en una modalidad delictiva que se conoce como entradera, bastante habitual en el afuera, pero no muy común en un country donde, se supone, hay muchas medidas de seguridad.
Las víctimas fueron maniatadas y los autores permanecieron en el domicilio durante un buen rato. Según fuentes policiales, robaron una carabina, 40 mil pesos en efectivo y varias prendas de vestir. Los investigadores preguntaron si había registro de las cámaras, pero la respuesta fue negativa.
Este no es el primer hecho de inseguridad que ocurre en “Chacras de la Trinidad”. En diciembre pasado desvalijaron dos casas -una de ellas perteneciente a un empresario vinculado al Polo- y en noviembre de 2017 tomaron como rehén a un matrimonio.
Los investigadores sospechan que los delincuentes que entraron este viernes serían los mismos que actuaron en el atraco de diciembre pasado, un dato que alimenta aún más la preocupación de los habitantes.
Los voceros policiales consultados reconocieron que también existen similitudes con el atraco ocurrido el pasado viernes 9 de abril en el barrio cerrado “Lomas de Petión”, ubicado sobre la avenida Mariano Acosta, a pocos metros de un destacamento policial.
En ambos casos los autores utilizaron armas con mira láser, chalecos antibalas y tiraron salchichas con un polvo azul para dormir a los perros. En Lomas de Petión, también actuaron cinco delincuentes que antes de entrar a robar tuvieron que reducir a un guardia de seguridad.
Las víctimas, un matrimonio y su hijo de dos años, estaban durmiendo. Se despertaron a la 1.30 AM con los ladridos de los perros. Cuando una de ellas bajó por la escalera para averiguar qué sucedía se topó con los ladrones, que vestían ropas oscuras, llevaban capuchas y chalecos antibalas. Los autores los inmovilizaron con precintos de plástico y revolvieron todo en busca de dinero y objetos de valor. De acuerdo a las fuentes, se llevaron 690 dólares, algo de ropa y artículos de electrónica, entre otras cosas.
Una hora y media después la pareja logró desatarse y dar aviso a la seguridad del barrio. Por el modus operandi, los investigadores no descartan que se trate de una misma banda que actuó en otros casos registrados en el último año y medio. Hay quienes le atribuyen unos diez ataques.
Números que alarman. Según datos del Comité Argentino de la Asociación Latinoamericana de Seguridad (ALAS), a los que tuvo acceso PERFIL, la curva de robos en countries, barrios cerrados y clubes de campo aumentó exponencialmente en el primer trimestre de 2021 y en el 91 % de los casos fueron violentos con rehenes y amenazas con armas de fuego, como ocurrió en los últimos dos episodios ocurridos en Cañuelas.
En los tres primeros meses del año hubo al menos 33 intentos de robo, 30 de ellos con delincuentes armados. En el 88% de los casos los delincuentes accedieron al predio por el perímetro, mientras que un 9% lo hicieron por el control de ingreso principal. Lo llamativo es que, de los 33 hechos registrados hasta el 30 de marzo pasado, en solo uno la seguridad logró frustrar el plan delictivo.
De acuerdo a los datos que maneja ALAS, presidida por Diego Madeo, el año pasado registraron 23 episodios, aunque en un contexto atípico por el aislamiento, social y preventivo que decretó el Gobierno el mes de marzo.
En 2018, la Asociación recopiló un total de 81 intentos de robo, con una muy baja presencia de delincuentes armados, una realidad que cambió peligrosamente en los últimos meses.
Ni tecnología ni mantenimiento
La poca inversión en tecnología y la reducción de guardias y personal para bajar el valor de las expensas convirtieron a los countries en un blanco fácil y atractivo de las grandes bandas.
“No hay una comunidad segura conectada: hay un conjunto de casas desconectadas y personas incomunicadas entre sí, detras de un paredón o del alambre del conjunto”, reconoce a PERFIL el licenciado Daniel Banda, miembro del Comité Argentino de la Asociación Latinoamericana de Seguridad (ALAS).
Según especialistas, “menos del 5 por ciento invierte en mantenimiento”.
Banda explica que “la tecnología permite, por ejemplo, que los vecinos aporten reportes de eventos, con texto, video, audio”. “Cada vecino -argumenta- es una cámara y un micrófono que suma información esencial. Hay que usar tecnología. Tenés que usar push, notificaciones del celular, cosas que hoy son las más utilizadas para estas cuestiones cuando no tenés tiempo de llamar. De 100 countries, por ejemplo, 99.9 no pueden hacer un anuncio masivo a todos los habitantes. Las guardias no avisan intrusión básicamente porque no pueden hacer 300 llamados”.
Para el experto esta situación de inseguridad puede complicarse mucho más si no se invierte en tecnología. “Al-gunos te dicen ‘no me hables de inversión’ y después descubrís que está todo al revés o que no está hecho. Creen en soluciones mágicas, que la inseguridad se resuelve con aumentar la canti-dad de policías adicionales o empleados de seguridad, pero si no se dan cuenta que la tecnología es esencial en esto se va a complicar mucho más”.