“Mi hijo está muerto”. “Me estoy muriendo”. “Ayuda, por favor”. “Ambulancia”. “Necesito apoyo”. Con un hilo de voz, Manuela Medina (31) pronuncia esas frases en su comunicación con la policía. En el interior de esa casa en la localidad tucumana de Los Ralos, el pequeño Yulián Jesús Gabriel Jiménez, de 5 años, ya no respiraba. Su madre le había disparado tres veces con su arma reglamentaria y luego se autolesionó. El padre del menor reclamó que la Justicia no lo escuchó cuando pidió la tenencia del nene. “Escuchen las dos partes, averigüen bien, no dejen a un niño indefenso al cuidado de un monstruo”, pidió el joven.
El estado de salud de Medina, que es policía y se desempeñaba en la Guardia Urbana local, es delicado. La mujer se efectuó dos disparos: uno en el pecho y otro en el abdomen. El pequeño Yulián recibió el martes pasado tres impactos de bala, dos fueron efectuados con el arma apoyada sobre su cuerpo, según se conoció tras el informe de autopsia.
Medina había recuperado su arma reglamentaria el día anterior a cometer el filicidio, ya que había recibido el alta por una licencia psiquiátrica que le habían otorgado. Alrededor de las 18 llamó a la policía pidiendo ayuda. Dijo que su hijo estaba muerto y que lo habían “herido muchas veces” y que ella necesitaba ayuda porque estaba lastimada.
Cuando un agente policial llegó a la propiedad, encontró la puerta cerrada y la voz de una mujer que hablaba pero no se le entendía. Cuando pudo ingresar, descubrió el horror.
Los peritos recolectaron cinco vainas servidas, compatibles con los disparos que tenían Medina y Yulián. Los investigadores habrían descartado la participación de terceras personas en la escena del crimen, por eso la hipótesis central se encamina a que fue la mujer la que produjo el ataque, detalló La Gaceta.
¿Por qué lo hizo? Es una pregunta que aún busca una respuesta. Aunque el padre de la víctima, Cristian Jiménez, apuntó a que la joven no habría “superado” que se había terminado la relación entre ellos, aunque estaban separados hacía un par de años y tramitando el divorcio, y ambos tenían pareja en la actualidad.
“Ya mi hijo no volverá, pero no quiero que haya otro Yulián, por favor la Justicia escuche las dos partes en estas situaciones; no solo a las madres. Como hay madres buenas, hay padres buenos, y también están esas madres que no superan la relación y atacan a sus propios hijos para dañar al otro”, escribió en sus redes sociales Cristian. Él había contado en un posteo anterior que “dos años peleé en la Justicia” para que le den la tenencia “demostrando todo”.
El padre de Yulián le pidió a la Justicia: “Por favor, escuchen las dos partes, no dejen a un niño indefenso al cuidado de un monstruo. El monstruo puede ser una mamá también, hoy quedó demostrado, por favor nunca más un Yulián”.
Por su parte, la familia de la policía, en la puerta del hospital donde está internada, dijo que “no le querían dejar a su hijo al padre”. “Ella amaba a su hijo, no sé qué se le cruzó por la cabeza en ese momento, no sé qué pasó emocionalmente, pero sé que ese día estaba muy mal y creo que decidió que no le dejaría el bebé a la familia paterna”, explicó la hermana de la policía.
El avance de la causa estará relacionado con la evolución de la salud de la policía y el entramado detrás del asesinato de un pequeño inocente.