En la última Nochebuena una banda de bandidos rurales ejecutó un plan casi perfecto: robó 120 cabezas de ganado de un establecimiento agropecuario del partido bonaerense de 25 de mayo. En el golpe –según la investigación– intervinieron productores, camioneros, peones y hasta el comisario que comandaba la patrulla rural.
No eran improvisados, claramente. La organización contaba con una logística extraordinaria y contactos del más alto nivel policial de la región. El encargado de investigar tenía como misión plantear una hipótesis falsa y ocultar evidencias. Nada podía fallar, aunque los autores descontaban que para que el plan fuera perfecto, además de astucia, necesitaban un poco de suerte.
La fecha elegida para concretar el golpe no fue elegida al azar: necesitaban el terreno despejado y con escasos testigos para acelerar el traslado del ganado de un establecimiento rural a otro. Sin levantar sospechas, dos camiones recorrieron los más de 40 kilómetros que separan a 25 de mayo de la localidad de Valdés, un pueblo de cerca de 500 habitantes que está en el límite con 9 de Julio.
El 26 de diciembre, es decir dos días después del golpe, los encargados de la empresa agropecuaria Tresnal SA descubrieron el robo y denunciaron el caso.
Rompen un silobolsa y le estropean la soja
El Comando de Prevención Rural de 25 de mayo, con el comisario Cristian Oscar Maidana a la cabeza, entrevistó a las víctimas, relevó el lugar y reportó las novedades a la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N º 2 de Mercedes, por intermedio de la ayudantía fiscal a cargo de Carlos Brunelli.
La hipótesis que planteó el comisario investigador es que se había tratado de un robo tipo “hormiga”. Y lo sostuvo cuando informó que no habían detectado alambres cortados, huellas de rodados de camiones (por el peso de los animales tendrían que haber dejado una impronta en el lugar) ni desorden en los corrales que tiene el feedlot.
Sin embargo, la versión policial no coincidía con la de los encargados de Tresnal, quienes sospechaban que el robo tendría que haber ocurrido después del 20 de diciembre porque ese día habían armado una tropa para vender y aparentemente no faltaba ningún animal.
La causa inicial presentó varios obstáculos: la complejidad para establecer la fecha concreta del golpe (siguiendo la hipótesis de la empresa) y la dificultad para avanzar en la pista “hormiga”, dada la cantidad de vacunos que habían desaparecido.
En los primeros 26 días de investigación prácticamente no hubo avances. Hasta que apareció un testigo inesperado que aportó un dato clave: contó que viajaba en su auto en sentido 25 de Mayo - Valdés y sobrepasó dos camiones que circulaban a paso lento.
En el pueblo se conocen todos. El hombre aseguró que esos vehículos eran de la empresa Zeta Agropecuaria, que funciona en la localidad Morea, cercana a Valdés, pero perteneciente al partido de 9 de Julio.
Ese dato disparó la investigación. La fiscalía comenzó a analizar las llamadas entrantes y salientes de los choferes y el posicionamiento de las celdas que se activaron esa noche y en los días previos al golpe.
"Las roturas de silobolsas están organizadas"
“Los transportistas mantuvieron llamados con personas de 25 de mayo que se dedicaban a la crianza de ganado vacunos. Todas las personas que aparecían estaban vinculada a las tareas rurales. Y todas hablaban entre sí. En base a horarios, fechas y posicionamiento, comenzamos a sospechar que estas personas habrían organizado y participado de este hecho”, explicó el fiscal Brunelli.
En el primer listado aparecieron los nombres de los dueños de Zeta y un contacto que llamó la atención de todos: el comisario Maidana.
La fiscalía solicitó la intervención de doce líneas telefónicas, entre ellas la del jefe policial que aparecía vinculado a un sospechoso que vive en 25 de mayo y a uno de los propietarios del feedlot presuntamente involucrado en la maniobra delictiva.
Las escuchas telefónicas duraron aproximadamente tres meses. Maidana siguió a cargo de la patrulla rural hasta que finalmente fue detenido en su casa, en uno de los catorce allanamientos que el pasado lunes ordenó el juez de garantías Facundo Oliva.
Además del comisario de la Bonaerense, fueron apresados los dos transportistas de Zeta Agropecuaria, Claudio Barberis y Héctor Bufano; Héctor Ramírez y sus hijos Héctor Fabián y Sandro Roberto, todos de 25 de Mayo, y Fernando Cabrera y Mauricio Iturria.
En el operativo realizado en la empresa de 9 de Julio convocaron a dos empleados de Tresnal para hacer el reconocimiento in situ de los vacunos: siete animales fueron reconocidos, uno por el pelaje de marca, y los otros porque tenían una caravana celeste en la oreja derecha con el botón de otro color, una particularidad que identifica al ganado de esta empresa. Por esa razón, la fiscalía ordenó la aprehensión de Luis Alberto Zoilo, uno de los dueños.
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Robo y amenazas
Héctor Ramírez ysu hijo Fabián no solo están acusados por el robo a la empresa Tresnal SA: también fueron imputados por otro caso de cuatrerismo y amenazas ocurrido un mes después del golpe más importante.
El 31 de enero pasado habrían robado ocho animales que estaban en un campo lindero al de ellos, en el partido bonaerense de 25 de mayo.
La víctima sembró sospechas en sus vecinos y veinte días después Héctor lo amenazó con una escopeta.
Esta investigación estuvo a cargo de la comisaría de la ciudad porque la Patrulla Rural estaba en la mira por el robo al feedlot de Tresnal.
Cinco de los ocho animales robados fueron encontrados en el establecimiento de los Ramírez.
En el operativo también secuestraron la escopeta con la que presuntamente amenazó a su vecino por la denuncia que había realizado.
Por esa razón, el hombre y su hijo sumaron una acusación más por el delito de “amenaza agravada por el uso de arma de fuego”.