POLICIA
EL CRIMEN DE RO CUARTO

La sospecha del encubrimiento ensombrece la investigación

Los pasos de la Justicia para resolver el crimen de Nora Dalmasso generan críticas. Desde el comienzo mismo de las pericias, en el que se contaminó la escena del crimen, hasta la doble imputación a dos personas distintas por dos hechos diferentes.

default
default | Cedoc

Pasó un año y la investigación del crimen de Nora Dalmasso de Macarrón parece tan empantanada como en un principio. Una multitud de hipótesis se tejieron en este tiempo y la prensa de todos los tintes se deleitó difundiendo las versiones, una más sabrosa (o escabrosa) que la otra. Por ahora, la bruma de la confusión sigue apoderándose del caso.

En sintonía con Hernán Vaca Narvaja, de la revista El Sur, el periodista Luis Barud remarcó que "la gente sospecha bien o mal, ya que no hay pruebas, que es un crimen del poder, por motivos del poder, encubierto por el poder".

Barud, quien es columnista de El Puntal de Río Cuarto y periodista de Cadena 3 y de La Mañana de Córdoba, cuestiona terminantemente la investigación del crimen. "Los viejos investigadores dicen que ` lo que no se descubre las primeras 48 horas no se descubre más´. No hubo profesionalismo. No pueden entrar 40 tipos a la escena del crimen eso es elemental. Entraron los vecinos, el abuelo, la policía...", recordó en conversación con perfil.com sobre la tarde del domingo 26 de noviembre, cuando encontraron el cuerpo de la víctima, desnuda en la cama de su hija. La presunta contaminación de las pruebas es una de las principales dificultades de los peritos a la hora de determinar quienes son los sospechosos.

"Según las imputaciones, el pintor Gastón Zárate viola a Nora, quedan restos de semen, y después la estrangula. En cambio, el hijo, Facundo Macarrón no la violó, sólo le introdujo los dedos, y después la estranguló. No se sabe si el cadáver tiene o no tiene semen. La gente no compró eso, no es estúpida", reflexionó sobre las incongruencias en la investigación. Es que el crimen tiene dos sospechosos que no tienen nada que ver entre sí y que están imputados por dos hechos diferentes.

El fiscal Javier Di Santo, abrumado, confía en los resultados de los exámenes genéticos que realiza el FBI y en las pericias psicológicas y semióticas. Marcelo Brito, experto penalista y defensor de Facundo, trata de destrozar la investigación y anular todas las pruebas. El habilidoso Enrique Zabala, abogado del otro imputado, el pintor Zárate, procura lograr el sobreseimiento de su cliente, al tiempo que remacha con la manipulación política que hubo en la incriminación. El otro hombre que estuvo imputado, el ex funcionario del área de seguridad Rafael Magnasco, entabló un juicio millonario contra el Estado por daños morales.

De esta manera, 365 días después, poco y nada se sabe sobre el crimen que cambió la vida de Río Cuarto para siempre.