POLICIA
un caso estremecedor

Maira, la víctima de un violador serial que usó su historia para sanarse

Fue atacada en Mar del Plata por un ex convicto condenado por siete abusos que la llevó hasta un descampado y la violó durante dos horas. Siete años después cuenta su tragedia en un libro impactante.

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Maira. “El libro busca transformar el dolor en algo positivo”, cuenta. | que digital

Maira Trevisioli tenía 19 años cuando, en 2012, su vida cambió por completo. Un violador serial, que estaba libre gracias a un beneficio judicial al que nunca debió haber accedido, la sometió sexualmente en un descampado de Mar del Plata, amenazándola con un arma de fuego y repitiéndole que la mataría si no hacía lo que él quería. Ahora, siete años después de esa pesadilla, transforma el dolor y el miedo en algo más: cuenta su historia en un libro de su autoría que presentará este sábado 7 de diciembre  y con el que sueña poder llegar a muchas chicas que transitaron su mismo calvario y que todavía, por temor o culpa, no se atreven a manifestarlo.

En diálogo con PERFIL, la por entonces estudiante de Educación Física y actual empleada en una panadería familiar, puntualizó que comenzó la obra, titulada Encontrarnos es una manera de sanar: historia de una sobreviviente, en 2015 y pasó por momentos críticos, en los cuales hasta le daba vergüenza leer ciertos pasajes. “Tiene cinco capítulos, y el primero es muy fuerte. Cuento todo lo que pasó ese 20 de septiembre de 2012”, explica y se adentra en el relato: “Eran las 7 de la tarde y salía del gimnasio. Este hombre (por Claudio Napolitano, a quien habían condenado a 25 años de prisión por siete violaciones y liberaron antes de tiempo por la ley del 2x1, para volver a abusar de siete mujeres más) me agarró del cuello, me apoyó un arma en la cintura y empezamos a caminar. Decía que era un robo y que iba a dejarme, pero nunca lo hizo y me llevó a un descampado del barrio El Martillo, donde me violó. Aún era de día pero no había nadie en la calle, pese a que es una zona transitada, y hasta pasamos por una avenida y por casas de amigas mías. Siempre viví ahí y me conocen, pero no me crucé a ningún vecino”.

Ya en el baldío llegarían los momentos más traumáticos. “El estaba muy drogado y me decía que lo hacía por eso. Se justificaba. Estaba sacado y muy nervioso, más que yo. Como no lograba una erección me tuvo un rato largo intentando que yo haga un montón de cosas asquerosas. Por eso me tuvo tanto tiempo, dos horas. Siempre amenazándome con que iba a matarme. Estaba encapuchado y no podía verlo a la cara, además de que me obligaba a que no lo hiciera. Solo podía reconocerle la voz”, recordó y detalló que le ató los brazos atrás “con los cordones de mis zapatillas”.

Claudio ‘Pepino’ Napolitano había sido condenado a 25 años de prisión por siete abusos sexuales en 1996, pero la Justicia lo liberó en 2003.

Napolitano no sería capturado hasta mayo de 2013, meses en los que ejecutó, al menos, dos violaciones más. “En su casa hallaron revistas pornográficas y bombachas de las otras chicas”, y sumó un dato perverso: “Mi celular se lo regaló a su hijo”.

Maira agrega que nunca pensó en escapar: “Lo que quería era irme viva de ahí, y él me decía que si gritaba me mataba. Entonces hice todo lo que él quería al pie de la letra. Al principio no me daba cuenta de lo que estaba viviendo, hasta que sentí mucho dolor y me largué a llorar. Estaba en shock, no entendía. El estaba muy nervioso y yo trataba de aflojarlo; le tiraba chistes porque tenía miedo de que se volviera loco y me pegara un tiro. Cuando logré salir del descampado empecé a correr y a decir ‘estoy viva’”.

Ella no conocía a su atacante y asegura que se enteró después de que trabajaba como “seguridad de unos locales” de la zona. Antes de escapar, el depravado se llevó el celular de Maira y “la bufanda con la que limpió todas las pruebas”. Sin embargo, no se apoderó de la bombacha, como sí lo había hecho con otras de sus víctimas, y gracias a los rastros que se encontraron en ella “se determinó en un 99,99%” su participación en el ataque.

Napolitano no sería capturado hasta mayo de 2013, meses en los que ejecutó, al menos, dos violaciones más. “En su casa hallaron revistas pornográficas y bombachas de las otras chicas”, y sumó un dato perverso: “Mi celular se lo regaló a su hijo”.

Sanación. Tras el abuso sexual, aparecieron los ataques de pánico y las sensaciones de culpabilidad que la hicieron sopesar, incluso, la idea del suicidio. “Un hecho así te da vuelta la cabeza. Llegué a perder toda la fuerza y pensé en quitarme la vida. Hubo momentos, sobre todo al principio, en que me culpaba por agarrar esa calle. Es un proceso donde sentís vergüenza y culpa. No quise saber más nada con la facultad, sentía que todo el mundo me tenía etiquetada como la chica violada”.

Sin embargo, fue gracias a un joven que trabajaba en la fotocopiadora de la universidad, y con quien mantenía una buena relación, que se decidió a volcar su tragedia en papeles. “Me dijo que había soñado que escribía un libro y que me había ido muy bien. Me quedó sonando en la cabeza y decidí que estaría bueno mostrarle al mundo lo que sentí y viví.  Me contacté con una periodista, ella me ayudó y arrancó el proyecto”.

Orgullosa del producto, indicó que lo escribió “de puño y letra, como si fuera un diario íntimo, aunque eso fue mutando con el tiempo. Fue totalmente liberador. Expresaba lo que sentía, lo largaba y me olvidaba después. Sentía que me sacaba una mochila de encima. Fue muy sanador y liberador; escribir me ayudó a curar el dolor. Me encontré conmigo misma, empecé a hacerle caso a lo que quería porque me di cuenta de que podemos perder la vida en cualquier momento. Cuando salí de ahí, de ese hecho tan cruel y feo, dije que iba a empezar a vivir como quería. En un punto soy lo que soy por eso”.

Maira revela que el proceso de la obra tardó tres años y medio, donde “hubo momentos en que no quería saber nada y otros que no podía ni leer lo que había escrito”. Por último, expresa que el libro tiene dos objetivos: uno personal por “haber logrado terminar algo que me hace sentir orgullosa” y también “ayudar a los que todavía no pudieron hablar, por miedo o vergüenza. Si mi libro le llega aunque sea a una persona, para mí es un montón”. Y no duda en aseverar: “Me gustaría darle el libro (a Napolitano) y que lo lea. En un futuro se lo haré llegar”.

 

 

‘Pepino’ Napolitano, una hiena que atacó al menos 14 veces

Claudio ‘Pepino’ Napolitano había sido hallado culpable de siete abusos sexuales y condenado a 25 años de prisión en 1996, pero fue beneficiado por la ya abolida ley del 2x1 y recuperó la libertad en 2003. De nuevo en las calles, repitió su patrón de conducta y perpetró siete nuevas violaciones, siempre en Mar del Plata y bajo un mismo modus operandi: esperar a las víctimas en las cercanías de las paradas de colectivos, amenazarlas con una pistola y llevarlas hasta un descampado.

Tras atacar a Maira Trevisioli y a otras dos jóvenes, fue capturado en mayo de 2013 y enjuiciado. En el debate, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 lo sentenció a 35 años al encontrarlo responsable de “siete casos de abuso sexual agravado por uso de arma de fuego y acceso carnal y siete robos agravados, entre 2009 y 2013”.

“No quiso dar la cara en el juicio, dijo que le daba vergüenza”, contó Maira, y se lamentó al analizar que tras la primera condena “debería haber salido en 2021, y a nosotras no nos hubiese pasado nada. El Estado cometió un gran error al soltarlo, porque no estaba apto”.

Napolitano, en una actuación frente al tribunal que nadie creyó, aseguró antes de escuchar el fallo que no sabe “cómo enfrentar a las víctimas; les pido perdón. Me hago cargo, tengo un hijo y estoy arrepentido. No está bien lo que hice”.

 

El caso

  •  Napolitano fue condenado a 25 años de cárcel en 1996, por siete abusos sexuales perpetrados en Mar del Plata.
  •  Cumplió solo siete al ser beneficiado por la ley del 2x1.
  •  Recuperó la libertad en 2003 y entre 2009 y 2013 atacó al menos a otras siete mujeres, a quienes violó, amenazó y asaltó. Se llevaba sus bombachas.
  •  Lo capturaron en mayo de 2013 y lo sentenciaron a 35 años de prisión. Al ser reincidente, no podrá acceder a la libertad condicional.
  •  Una de sus víctimas, Maira Trevisioli, publicó un libro este año contando su historia.