Un suboficial retirado de la Policía Federal comprometió hoy a tres ex jefes suyos en la denominada Masacre de Fátima, como se recuerda al asesinato y voladura de 30 secuestrados durante la dictadura, al asegurar que presenció el momento en que sus superiores trasladaban a las víctimas.
"Ellos estaban allí, en el playón de estacionamiento de la Superintendencia de Seguridad Federal, cuando cargaban a los detenidos en un camión militar, y luego escoltaron el camión a bordo de coches operativos de las brigadas", dijo Armando Luchina.
Luchina prestó esta mañana testimonio en el juicio que el Tribunal Oral Federal 5 (TOF5) lleva adelante contra el comisario Juan Carlos Lapuyole, 78 años, ex jefe de inteligencia de la Superintendencia, el ex comisario Miguel Angel Timarchi, 65 años, y el ex comisario Carlos Enrique Gallone.
Los tres uniformados están siendo enjuiciados como "autores mediatos" de los delitos de "privación ilegal agravada" y "homicidio calificado por alevosía" en 30 casos, es decir 20 hombres y 10 mujeres víctimas en la llamada Masacre de Fátima.
En la noche del 19 al 20 de agosto de 1976, 30 prisioneros que estaban secuestrados en el tercer piso del edificio de la Superintendencia, Moreno 1417, con la denominación RAF (Royal Air Force), porque "estaban en el aire", es decir no registrados, fueron sacados de ese lugar. A las 4.30 de la mañana fueron apilados en un camino comarcal de la localidad bonaerense de Fátima, a la altura del kilómetro 62 de la ruta 8, y sus cuerpos dinamitados con trotyl.
Luchina contó a los jueces que Lapuyole, Gallone y Timarchi comandaban "un grupo de tareas cada uno y nosotros (los suboficiales) les llamábamos a esos grupos directamente escuadrones de la muerte". Y señaló: "Nosotros éramos la verdadera policía, estos eran asesinos, genocidas". Luego, definió a esos grupos de tareas como "una maquinaria bestial".
El testigo confió que conoció personalmente a varios de los 30 asesinados porque cumplía guardias en el centro clandestino de detención del segundo y aseguró que "persona que caía ahí, terminaba en la tortura y también violación, si era mujer".
Explicó que la noche del crimen "nos hicieron apagar casi todas las luces para que los vecinos de edificios linderos no vieran" y a continuación "bajaron a los secuestrados, dopados casi dormidos, hasta el playón de estacionamiento, donde los cargaron en un camión militar". También contó que "a la mañana siguiente me enteré por la radio y los diarios que habían aparecido 30 cadáveres dinamitados en Fátima y ahí até cabos de que eran los que habían sacado de la Superintendencia", relató.
Para Luchina, a esos secuestrados "no los hicieron desaparecer porque la Policía quería dar un mensaje: 'treinta por uno', en respuesta a la bomba que dos meses había explotado en el comedor de la Superintendencia. Por eso también mataron a los curas palotinos".
Los cuerpos de la Masacre de Fátima fueron encontrados hacia las 5.30 de la madrugada por un grupo de obreros de un horno de ladrillos, que se dirigían a su trabajo, y quedaron tan destrozados que sólo 16 de ellos pudieron ser identificados, pese a que pasaron 31 años. Entre las víctimas figuraban Luis Leiva y Conrado Alzogaray, empleados de la fábrica de autopartes Bendix, de la zona norte del Gran Buenos Aires.
En el juicio por la Masacre de Fátima se prevé que desfilen de 50 a 70 testigos y posiblemente las audiencias se prolonguen hasta julio próximo.
Fuente: DyN