Salió de la casa con la ropa ensagrentada. Acababa de matar a cuchilladas a su mamá y a su abuela. Entró a una estación de servicio a comprar cigarrillos y segundos después robó una bicicleta. Cuando lo detuvieron se quebró y confesó: “Maté a mi madre y a mi abuela. Dios me mandó a hacerlo”, le dijo a los policías.
Los crímenes fueron cometidos ayer a la madrugada en una casa ubicada en la calle Rivadavia al 1000. Allí vivían Marta Beatriz D. T. (75), su hija, Rosana C. (55) y el hijo de ésta, Jonathan C. (27).
La Policía descubrió el doble crimen cuando cerca de las 5, el joven fue a comprar cigarrillos a una estación de servicio ubicada a pocas cuadras y fue al comercio todo ensangrentado y con rasguños en varias partes del cuerpo. Mientras el empleado avisaba al servicio de emergencias 911, el asesino intentó ingresar a una panadería que a esa hora estaba cerrada y posteriormente se dirigió a un local de venta de distintos rodados, donde rompió la vidriera y robó una bicicleta.
Cuando intentaba escapar, un móvil policial llegó al lugar, lo interceptó en la calle y un efectivo le preguntó qué había sucedido. “Maté a mi madre y a mi abuela. Dios me mandó a hacerlo”, le contestó el joven e inmediatamente dio la dirección de su casa y fue detenido.
La casa estaba un poco revuelta y con suciedad de larga data, indicaron los voceros. Al recorrer los distintos ambientes, encontraron a la madre del acusado asesinada sobre la cama, con un corte profundo en el cuello.
Luego, hallaron muerta a la abuela en la cocina, también con una herida profunda en el cuello y otras lesiones menores en el resto del cuerpo que hacen presumir a los investigadores que intentó defenderse.
Convocada la Policía Científica al domicilio los peritos estimaron que la muerte de las mujeres se había producido alrededor de dos horas antes, como máximo. Además, se halló una cuchilla de cocina ensangrentada que se habría utilizado para cometer los crímenes y que fue secuestrada para ser sometida a los peritajes correspondientes.
Vecinos comentaron a la Policía que tanto el joven como su madre eran esquizofrénicos y que si bien él había estado internado en un centro de psiquiatría, en los últimos tiempos solo realizaba un tratamiento ambulatorio, siempre según las fuentes.
Debido al estado de salud del joven, el fiscal Esteban Pedernera, evaluaba si dejarlo detenido en la comisaría 2ª de Junín o enviarlo a un neuropsiquiátrico.